El poeta argentino, Bañuelos y Gutiérez Vega leen el volumen en Bellas Artes
Con Viernes en Jerusalén, Campos nombra lo que está sin nombre: Gelman
Mientras afuera dicen discursos electoreros, aquí hay poesía en voz alta, dice el poeta chiapaneco
Ampliar la imagen Juan Bañuelos, Juan Gelman, Marco Antonio Campos y Hugo Gutiérrez Vega durante la lectura del poemario Foto: Cristina Rodríguez
El poemario Viernes en Jerusalén (1997-2004), escrito por Marco Antonio Campos, se escuchó ayer en las voces de Juan Gelman, Juan Bañuelos, Hugo Gutiérrez Vega y del propio autor, quienes, con su parsimoniosa lectura, enaltecieron al libro ganador del quinto Premio Casa de América de Poesía Americana.
Los cuatro poetas y escritores se reunieron en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para presentar el volumen, dedicado de manera especial a Juan Gelman, que reúne 35 poemas en torno a la "no existencia del paraíso, al amor y a la fortaleza que ya se fueron y no volverán, además del poema escrito para el amigo que ya se fue".
Campos dijo que el poema Viernes en Jerusalén versa "sobre la situación palestina y judía actual, es una recreación de momentos bíblicos adaptados a la ciudad de Jerusalén. Es la vía dolorosa que uno vive a su manera, es la historia religiosa personal, es la historia de las matanzas infinitas".
El autor, quien también es ensayista, traductor y narrador, dijo sobre sus invitados y amigos: "Juan Bañuelos fue mi primer maestro, me enseñó cuándo era bueno o malo un poema, con esa extraordinaria intuición poética que siempre ha tenido, y sin él -debo confesarlo- hubiera perdido muchos años antes de encontrar siquiera la mitad del camino".
Gelman, continuó, "es un hermano mayor, es el gran Juan, para quien dedico el libro. Pienso -añadió- que todos los premios que ha recibido son pocos frente a los que merece. Hablar con Gelman es estar entre el humor y la política, entre la amistad profunda y su gran corazón".
Sobre Hugo Gutiérrez Vega dijo: "Me reconozco en las tantas máscaras que usamos, en las actuaciones que hacemos. Es uno de nuestros grandes poetas, mucho menos considerado de lo que realmente merece, y sus tres libros sobre Grecia son claves para la poesía mexicana, debido a esa unión entre la estética y ética tan difícil de resolver y que tanto amaba Alfonso Reyes".
Bañuelos, antes de leer La estudiante de 1966, subrayó la importancia de la poesía: "mientras afuera se dicen discursos electoreros, nosotros leemos poemas y en voz alta". Prosiguió con Instrucciones de Macbeth en Buenos Aires y Quién leerá mis versos.
Después, Gelman agradeció al autor la dedicatoria: "Es una honra que trataré de merecer y, sobre todo, agradezco que haya escrito estos poemas que nombran lo sin nombre todavía para que venga su temblor." Marco Antonio Campos, añadió, es auténtico, no describe las cosas, sino la emoción.
Entre las obras que integran Viernes en Jerusalén 1997-2004 (Colección Visor de Poesía), figuran: Sonia en el invierno de 1981, Pont de la Tournelle, Rocallosas, Día de verano en Montreal, En el viejo puerto, En el parque forestal, Los rebeldes, Antes de la guerra, Yo estuve aquí, Perdonen la tristeza (a la memoria de Ricardo Torres), Adiós a la infancia, Mi casa quemada y Cine Ermita.
Marco Antonio Campos también ha publicado Muertos y disfraces, Una seña en la sepultura, Monólogos, La ceniza en la frente y Los adioses del forastero.