Nosotros los Pérez
Muchas cosas han pasado desde que se suscitó el escándalo ante La ley de Herodes, de Luis Estrada. Entre otras, el partido objeto de la sátira perdió las elecciones presidenciales (cosa que algunos atribuyeron, ingenuamente, a la propia película) y el PAN subió a la Presidencia. Seis emblemáticos años después, el culto a la autoridad ya no es el mismo y el propio presidente Vicente Fox ha sido expuesto al ridículo por los medios, con una frecuencia marcada por sus constantes desatinos.
En ese contexto de burla generalizada, Un mundo maravilloso, el nuevo esfuerzo satírico de Estrada, ya no reviste el mismo impacto. Asumiendo el formato de un cuento de hadas, la película propone la curiosa colisión de dos modelos cinematográficos: la fábula populista capriana al estilo de Meet John Doe (El mandamiento supremo, 1941) y el melodrama populachero de Ismael Rodríguez de los años 50. Así, el teporocho Juan Pérez (Damián Alcázar) se convierte al azar en figura pública cuando un diario de izquierda -modelado en este periódico- utiliza su falso intento de suicidio como un manifiesto contra la política económica del gobierno. Eso suscita una reacción del secretario de "economía", Lascuráin (Antonio Serrano) y su trío de asesores (Plutarco Haza, Raúl Méndez y José María Yazpik). Pérez debe ser comprado por el sistema y convertido en un ejemplo de que "se ha ganado la guerra frontal contra la pobreza".
Esa premisa le sirve a Estrada para otro retrato sarcástico de nuestra realidad nacional, pintado con una brocha un poco menos gorda que la usada en La ley de Herodes. Desde luego, Pérez será una víctima más de una postura neoliberal preocupada sólo por su propio progreso político. Como en una historieta de Rius, ese agachado no podrá sostener su hogar ideal con su chorreada novia Rosita (Cecilia Suárez), y sus intentos de salir adelante -como los de sus tres compañeros de vagancia (Ernesto Gómez Cruz, Jesús Ochoa, Silverio Palacios)- se verán frustrados sistemáticamente.
Desprovisto de subtramas y aquejado por un irregular ritmo narrativo, el relato amenaza con estancarse en la reiteración de una sola premisa. Sin embargo, el realizador y coguionista guarda sus dardos más provocadores para la última parte. Lascuráin decide aplicar una solución final a la pobreza -los indigentes llevan en su ropa la letra "P" y un número de serie- y ni la iglesia sirve de refugio porque el párroco (Max Kerlow) somete a Pérez a una madriza por indeseable; y, como último -y fracasado- recurso, los personajes recurren a una militancia de izquierda y marchan al ritmo de La Internacional hacia la mansión del ministro responsable de su infortunio.
Un mundo maravilloso establece una complicidad con el público -no muy diferente al del programa televisivo El privilegio de mandar- y su humor deriva, en gran parte, de la alusión a situaciones conocidas y frases representativas ("el gobierno del cambio", "todo es un complot"). La sátira se vuelve más interesante por la manera en que se ha recreado un México irreal a partir de sus referencias cinematográficas. El mundo de los pobres está visto como atrapado en un pasado monocromático, entre el cinturón de miseria real y el arrabal imaginado para Pepe el Toro. En cambio, el de los políticos es de un lujo futurista. Pero el mundo ideal es el de un sueño gringo a lo Norman Rockwell: casitas con chimenea, rodeadas de cercas blancas. No en balde la película abre con un discurso en inglés de Lascuráin, en el World Financial Center.
De algún modo, Estrada asume con autocrítica sus propios intentos de hacer pastiches hollywoodenses al inicio de su carrera, aunque no abandona los guiños de cinéfilo que van de Chaplin a Naranja mecánica, pasando por el neorrealismo italiano. Otro detalle llamativo es que, como en una superproducción bélica de los 60, hasta los personajes más incidentales son interpretados por rostros reconocibles del cine nacional.
Al margen de la vigencia de los chistes políticos, Un mundo maravilloso quedará como un logrado artefacto posmoderno cuya crítica de una realidad patente está anclada en el total artificio del cine reflejado sobre sí mismo.
UN MUNDO MARAVILLOSO
D: Luis Estrada/ G: Luis Estrada, Jaime Sampietro/ F. en C: Patrick Murguía/ M: Santiago Ojeda/ Ed: Mariana Rodríguez, Luis Estrada/ I: Damián Alcázar, Cecilia Suárez, Ernesto Gómez Cruz, Jesús Ochoa, Silverio Palacios, Antonio Serrano, José María Yazpik/ P: Bandidos Films, Imcine, Foprocine, Estudios Churubusco Azteca, Cinecolor. México, 2006.