Estrenan hoy poema sinfónico sobre Juárez
Carta del Benemérito a Maximiliano, tema de la obra creada por Arturo Márquez
La carta de respuesta que Benito Juárez dirigió a Maximiliano cuando éste lo invitó a formar parte de su gobierno es el tema de la más reciente obra del compositor Arturo Márquez, realizada por encargo de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.
El estreno mundial de esta partitura, titulada Juárez a Maximiliano, tendrá lugar hoy en el programa que la agrupación capitalina preparó para festejar el bicentenario del natalicio del Benemérito de las Américas.
Dicho programa es un recorrido por el paisaje sonoro que le tocó vivir al estadista nacido en Guelatao, Oaxaca, así como algunas obras que inspiró o le fueron dedicadas, producto de una investigación de los musicólogos Karl Bellinghausen y Aurelio Tello.
En total son ocho las partituras a interpretar bajo la batuta de Enrique Barrios en la sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli:
Credo solemnis, escrita por Lombardi en 1806; Dios salve a la nación, de María Garfias, en 1862; Himno a Juárez, de Miguel Meneses, en 1866; Dios salve a la patria, de Melesio Morales, de 1867, mismo año de la Marcha Zaragoza, de Aniceto Ortega; Himno a Juárez, de Valente Ordóñez, de 1906, y la Cantata a Juárez, de Salvador Contreras, de 1967, además de la de Arturo Márquez.
En entrevista con La Jornada, el músico sonorense -quien goza de gran popularidad por su serie de danzones-- explica que la suya es una pieza de corte narrativo con duración de siete minutos, en la que se sigue de forma musical los pormenores que Juárez desarrolló en el mencionado texto.
"Es una especie de poema sinfónico", describe, y señala que entre los motivos que aparecen en el desarrollo de la obra se encuentra en tres ocasiones el famoso apotegma juarista: "El respeto al derecho ajeno es la paz".
En la primera parte el autor retomó la leyenda de cuando Benito Juárez, en su niñez, estuvo solo en una isla tocando la flauta. Otro de los motivos es la referencia musical que hace de la obertura de Guillermo Tell, de Rossini, por ser aquél un personaje por quien el presidente oaxaqueño mostraba una fascinación especial.
"También reflejo el gusto de Juárez por la danza; pongo al inicio de la obra un vals que hace referencia a Oaxaca y al final una especie de polka. Hay, entonces, varias cuestiones descriptivas que son las que dan forma a la obra, que narran musicalmente", agrega.
Tres semanas fue el tiempo que Márquez requirió para escribir esta partitura, que, dice, en términos técnicos resulta sencilla para la orquesta.
"No representa mayor reto virtuosístico", asegura; sin embargo, subraya que en ella explora una nueva manera de armonizar, compleja y distinta a lo que antes había realizado.
La composición permitió a Márquez conocer y profundizar más en la vida y el ideario de Juárez, y a partir de ello profesar mayor respeto por él.
"Uno de los descubrimientos que me permitió fue conocer el gusto de Juárez por el baile, además del encanto que tuvo por Guillermo Tell (Bellinghausen explica que éste era incluso el sobrenombre que el Benemérito utilizaba en la logia masónica)."