Educación y desarrollo. Matemáticas
Con mucho las matemáticas son la principal herramienta con que han contado los seres humanos para entender el mundo que les rodea. De la misma manera, resultaría difícil pensar en algún desarrollo tecnológico realizado al margen de las matemáticas, las cuales son utilizadas todo el tiempo para resolver una gran variedad de problemas de la vida real. Por si esto fuera poco, resulta que son divertidas, y para algunos hombres y mujeres, les resultan incluso fascinantes.
No obstante todo esto, las matemáticas parecen ser un tabú, sobre el cual los jóvenes, estudiantes o no, prefieren no saber nada, sacándoles la vuelta todo lo que les sea posible. De hecho, no pocos estudiantes abandonan sus estudios como respuesta a las dificultades que éstas les presentan, mientras que para muchos más la solución es buscar una área de estudio o una profesión que poco o nada tenga que ver con las matemáticas. Mi impresión es que el problema está en la forma como se enseñan las matemáticas. Un problema realmente serio del sistema educativo mexicano.
Richard Feynman, premio Nobel de Física en 1965 y uno de los más grandes científicos del siglo XX, gustaba contar que sus primeras lecciones de matemáticas las tuvo cuando tenía tres años de edad. Su padre le regaló un juego de pequeños mosaicos y jugaba con él, colocando hileras formadas por tres mosaicos azules y luego un amarillo, luego tres mosaicos azules y después otro amarillo. Feynman tenía que identificar los patrones de color y repetirlos; con el tiempo, los patrones se fueron complicando y su habilidad para manejarlos creció. Cuando entró a la escuela primaria, sus maestros se sorprendían ante su capacidad para identificar e inventar patrones, y todo ello sin que el niño se imaginara que estaba haciendo matemáticas. Él sólo jugaba y sus juegos le divertían mucho. "La actividad científica -decía Feynman- no es otra cosa que encontrar patrones en la naturaleza, y todavía hoy, todo esto lo sigo viendo como un juego".
Enseñar matemáticas por medio de juegos es una práctica antigua y conocida que ha dado buenos resultados; no resulta absurdo decir que en algunos estratos sociales una buena parte del conocimiento matemático y de las habilidades matemáticas básicas han sido aprendidas por medio de juegos. Desafortunadamente, los juegos con capacidades educativas poco son usados en las escuelas mexicanas, seguramente por lo reducido de los horarios escolares actuales.
Las matemáticas tienen mucho que ver con el pensamiento abstracto. Enseñarlas a los niños es equivalente a enseñarles a pensar; sin embargo, en su lugar se les enseña a memorizar tablas de multiplicar y reglas para manipular números y signos, sin explicarles ni el significado ni la importancia de esas reglas. Los niños aprenden conductas, su aprendizaje es mecánico y en mucho termina siendo estéril.
El problema se agudiza en la secundaria, cuando las matemáticas son enseñadas como un lenguaje, haciendo énfasis en su gramática y dejando para un después que no llega nunca el significado de las expresiones que deben estudiar y operar. A ello se agrega el desencanto de los mismos profesores, y aun su propio desconocimiento de las matemáticas, que terminan transmitiendo a sus estudiantes. Unos cuantos meses atrás, luego de una conferencia que impartí sobre la enseñanza y el aprendizaje de las fracciones, mediante el uso de software educativo, se me acercó una maestra para decirme que por fin había entendido la aritmética de las fracciones, ¡luego de más de 15 años de enseñarlas a sus alumnos!
Mejorar el conocimiento de los maestros y maestras implica realizar cambios serios. En las condiciones actuales, los profesores tienen que dar clases en varios turnos y a las horas de clase deben sumarse las que necesitan para transportarse de su casa a la primera escuela, de allí a la segunda y así sucesivamente hasta el regreso en la noche con un nivel de agotamiento que impide dedicar un poco de tiempo al estudio.
Los resultados son atroces, tal como lo muestran las evaluaciones que comparan los niveles de conocimiento y las capacidades de pensamiento de nuestros estudiantes con los de otros países; en algunas preparatorias las tasas de reprobación en matemáticas sobrepasan 80 por ciento. Las cosas se ven mal y parecen estar empeorando. Podríamos pensar que tenemos otros problemas más graves que atender antes que la educación; sin embargo, en los últimos cinco años nuestro nivel de productividad respecto al de otros países se ha desplomado, y mucho me temo que la problemática descrita en este artículo tiene que ver en ello. Quizás es tiempo de hacer un alto en el camino y optar por un cambio serio; las soluciones existen y se conocen, es voluntad política lo que hace falta para cambiar las cosas.