A los seis meses una buena parte siente poca tristeza
Estudio en ancianos desmiente visión del gran duelo por viudez
Washington, 15 de marzo. La clásica visión de la apenada viuda sufriendo por la pérdida de su pareja podría no ser enteramente correcta, de acuerdo con un estudio que muestra que seis meses después de la pérdida de un ser querido casi la mitad de los ancianos siente poca tristeza, y 10 por ciento se mostró animado, de acuerdo con un sondeo dirigido por la Universidad de Michigan y financiado por el Instituto Nacional de Ancianidad estadunidense.
El estudio, que monitoreó a mil 500 parejas de más de 65 años durante varios años, observó la calidad de los matrimonios, las actitudes de pareja y los efectos sobre uno de los esposos cuando el otro muere. Casi la mitad, 46 por ciento, dijo que disfrutó su matrimonio, pero aclaró que podrían soportar la pérdida de un esposo sin mucha pena.
"Hasta hace poco, los expertos en salud mental asumían que las personas que no estaban muy apenadas eran por que negaban la tristeza, eran emocionalmente distantes o carecían de un vínculo cercano con su pareja", dijo la socióloga Deborah Carr, de la Universidad de Rutgers, que comenzó a analizar los datos cuando estaba en la Universidad de Michigan.
"Pero 46 por ciento de las viudas y viudos en el estudio se mostraron satisfechos con sus matrimonios. Ellos creían que la vida es justa y aceptaron que la muerte es parte de la vida", explicó Carr en un comunicado.
En Estados Unidos, más de 900 mil adultos pierden a su pareja cada año. Cerca de 75 por ciento tiene más de 65 años.
En su nuevo libro, Spousal Bereavement in Late Life (El dolor por la muerte de un esposo en la vida tardía), Carr, el siquiatra Randolph Nesse y la sicóloga Camille Wortman, de la Universidad Estatal de Nueva York, dijeron que encontraron que la muerte de la pareja fue un alivio para cerca de 10 por ciento de las viudas o viudos sondeados.
Deprimidos antes de la muerte de sus esposos, se sintieron más aliviados con su partida. "Para la gente que se sentía atrapada en un mal matrimonio o era responsable de pesadas tareas de cuidado (de la salud de su pareja), la viudez ofreció un respiro y un escape", dijo Carr.
"El viejo paradigma había considerado la ausencia de pena como una inhibición emocional o una forma de negación. Pero, desde nuestro punto de vista, esta gente son personas para quienes la muerte de alguien querido pone punto final a una crónica fuente de estrés".