Analistas señalan que existe solución, aun sin ceder ante modelos neoliberales
La privatización amenaza con agravar la crisis mundial del agua
El libro publicado por La Jornada muestra los entretelones de ese nuevo despojo
Ampliar la imagen Sala llena durante la presentación del libro Agua, emergencia en puerta, editado por La Jornada, en Casa Lamm, el viernes pasado Foto: José Carlo González
La radiografía de la llamada "crisis del agua" muestra un planeta con sed. Un creciente desequilibrio en la distribución del recurso por el que millones de personas no tienen acceso a un líquido potable ni a sistemas de saneamiento. A ello se suma la contaminación y sobrexplotación de fuentes de abastecimiento subterráneas y superficiales, además de un número cada vez mayor de conflictos por el agua en comunidades de todo el mundo.
Sin embargo, también es la lucha por un derecho humano y un bien público que enfrenta un modelo de desarrollo económico depredador que exige "pagarla hasta que duela", y que impulsa, desde organismos financieros internacionales y grandes trasnacionales, la historia de un nuevo saqueo para hacer de este recurso una mercancía que "sólo se valora si se paga".
Ante uno de los principales problemas de seguridad nacional, investigadores y especialistas consultados por La Jornada en su edición especial titulada Agua, coinciden en señalar que hay solución ante este panorama desalentador, pero sin ceder ante modelos privatizadores.
Vivimos, aseguran, uno de los conflictos más dramáticos del mundo contemporáneo. El de la lucha entre quienes pretenden convertir un derecho humano en una mercancía, y aquellos que resisten frente a un proceso de "empresarización y desamortización" de instituciones y bienes hasta ahora públicos, del que la oleada de privatizaciones del agua es parte esencial.
Visión colonialista
En la presentación de la edición especial de La Jornada, Jorge Legorreta, especialista y colaborador de esta casa editorial, señala que aún prevalece la visión colonialista en el manejo de los recursos hídricos en el país.
Las políticas públicas para desecar la cuenca del valle de México, iniciadas en el siglo xvi, continúan hasta nuestros días desoyendo las voces críticas que advertían sobre los costos ambientales y sociales de obras como el drenaje profundo, utilizada como enorme receptor de 80 por ciento del agua de lluvia que se precipita sobre la ciudad y sólo 20 por ciento de aguas negras.
Cabe preguntar, insiste, si desastres ecológicos, como el ocasionado en Xochimilco o la construcción de acueductos de 32 kilómetros para traer el líquido de regiones cada vez más lejanas, además de edificar nuevas represas, son un modelo sustentable para el abastecimiento del recurso en la ciudad de México.
A principios del siglo xx, afirma, comenzamos a perforar pozos a nueve metros de profundidad; hoy lo hacemos a 450 metros y con poco más de 3 mil 500 excavaciones, con lo que se ocasiona el hundimiento de la ciudad y un acelerado deterioro de las redes de suministro y alcantarillado.
Garantizar una ciudad autosustentable en el manejo de sus recursos hídricos, afirma, requiere de políticas públicas que apuesten por el rescate de ecosistemas y ríos, y no en la lógica de quitarlos, porque, dicen, son cauces contaminados, y sustituirlos por automóviles.
Disponibilidad, calidad, uso y gestión
Fabrizio León, editor de Agua, emergencia en puerta, destaca que la edición especial de La Jornada se propone contribuir al debate sobre el futuro del recurso, ante la ausencia de políticas públicas eficaces que den respuesta, no sólo a una creciente escasez, sino a los riesgos de un mayor deterioro ambiental que generen condiciones de mayor vulnerabilidad hídrica.
Javier Flores, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México y articulista de La Jornada, señala que ante un problema tan "amenazador" como la crisis del agua, "tenemos una solución, si a partir del conocimiento científico y tecnológico analizamos sus cuatro grandes retos: disponibilidad, calidad, uso y gestión".
Debemos reconocer, afirma, que somos seres de agua, no sólo porque nuestro cuerpo es 70 por ciento líquido, sino porque en ella tenemos nuestra fuente de vida y dependemos de su disponibilidad para cualquier actividad vital.
La búsqueda de soluciones para asegurar un uso sustentable y eficiente del recurso, además de garantizar su abastecimiento para el consumo humano, debe emplear el conocimiento como la mejor herramienta que ha desarrollado el hombre, pues sólo obtendremos respuestas "si empleamos a fondo la experiencia y capacidad de nuestras universidades e instituciones de educación superior para enfrentar con éxito la crisis del agua".
Agua, nuevo saqueo
Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión de La Jornada y miembro del consejo editorial de la edición especial Agua, afirma que la publicación "aparece en un momento y en un lugar oportunos, porque debemos referirnos a la historia de un nuevo saqueo en el que los señores del dinero y el poder no sólo nos despojaron de la banca, la tierra y nuestras semillas, ahora se proponen saquear un bien público, el agua".
Recomendaciones de organismos financieros internacionales como el Banco Mundial (BM), asegura, señalan que para enfrentar la crisis mundial del agua dulce, "el líquido debe costar, porque el oro azul no debe ser más un bien público. Es obligatorio que sea privatizado y comercializado".
Son también afirmaciones que ha hecho suyas el Consejo Mundial del Agua, organismo privado surgido en 1996 con impulso del BM y las grandes trasnacionales, y responsable de organizar el cuarto Foro Mundial del Agua, del 16 al 22 de marzo próximos en México.
El BM procura fomentar que agentes privados controlen la gestión de los servicios públicos del agua, encareciendo "dramáticamente" el precio que pagan los usuarios por recibir el líquido y aprovechándose de los esfuerzos de naciones no desarrolladas por encontrar una solución a su crisis.
Agrega que el creciente mercado del agua embotellada, con una producción de unos 84 mil millones de litros en el mundo en 2000, reporta ganancias anuales por 22 mil millones de dólares, pues cada habitante consume en promedio 15 litros de ese producto al año.
Las ganancias de este creciente mercado van a compañías como Coca-Cola, Pepsi Cola y Nestlé, ya que tan sólo la trasnacional suiza tiene 68 marcas conocidas de agua embotellada.
La edición especial de La Jornada, señala, muestra los entretelones de este despojo, con un lenguaje sencillo, directo y una amplia documentación. Además, el lector encontrará la historia del desarrollo de la crisis global del agua, la complicidad de gobiernos e instituciones en el robo del líquido en el mundo y la situación que se vive en el país.