El regreso del charrismo
En esta curiosa competencia entre el PAN-gobierno federal y el PRI por el tercer lugar, tratando cada uno de cometer los mayores disparates, la administración foxista parece haber tomado la delantera, por el momento, con el intento de revivir el charrismo. Hablamos de este término en su sentido original: el gobierno impone una dirección sindical. Aquí no sólo fue una.
Primero, impuso la no permitida relección del presidente del Congreso del Trabajo. De hecho, eso derivó en una división del organismo. Luego se sacó de la manga un "nuevo líder" para imponerlo en el sindicato minero metalúrgico. Antes hubo una campaña contra el sindicato del Seguro Social. La gravedad de esas intromisiones no se atenúa si uno u otro dirigente tienen tales o cuales características: es un atentado, no contra líderes, sino contra los sindicatos como tales, que incluyen a los trabajadores miembros de los mismos; y, como amenaza, incluye a todo el movimiento obrero. De ahí que hayamos visto en el Zócalo una respuesta de esa magnitud, y de ahí que se planteen medidas más enérgicas como un paro.
Y si se trata de líderes, son los trabajadores quienes deben decidir a cuál prefieren, no el gobierno mediante una imposición. Además, si de posibles delitos se trata, hay muchas más denuncias penales en contra del consentido presidente del Congreso del Trabajo, al cual no se le toca ni con el pétalo de una rosa.
Como el gobierno federal no tenía suficientes problemas, se compra la bronca con el movimiento obrero, a menos de cuatro meses del día de las elecciones nacionales. No sé qué tanto se dé cuenta Calderón del favorcito que le están haciendo, pero en las próximas encuestas lo verá. Porque esta cuestión no se para en un día.
Como dijo una de los dirigentes sindicales, mientras el gobierno no aplica ninguna sanción a la empresa minera por las pésimas condiciones de trabajo que permitieron el accidente y la muerte de 65 mineros, se lanza contra el sindicato del ramo.
Sería un error medir la cantidad de trabajadores afectados sólo con la concentración del Zócalo. En diferentes ciudades se están formando grupos de telefonistas, empleados del Seguro Social, en ocasiones petroleros, maestros y otros. Estos grupos, además del apoyo mutuo en la solución de los problemas de cada uno de ellos, hacen campaña. Como se dijo y se gritó en el Zócalo, el PAN y su gobierno pagarán en las urnas su política antisindical.
Entonces, la genialidad gubernamental provocó que numerosos miembros de decenas de sindicatos, algunos de ellos muy numerosos, se incorporen a la campaña electoral. Y, claro, en el camino se encuentran y coinciden con redes y grupos locales, entre otros, y se orientan en favor de López Obrador. En las encuestas de marzo podremos medir y evaluar el efecto de ambos fenómenos: en contra del PAN y en favor del candidato de la coalición Por el Bien de Todos.
Esto no quiere decir que sólo la reacción del movimiento obrero tenga estos efectos, pero contará de manera notoria en ellos. Y la relación entre las intenciones de voto por el PRI y por el PAN, comparada con las del mes anterior, permitirá medir también el efecto de este disparate gubernamental.
Ya hacia el fin de la semana, el presidente Fox logró otro grupo, no tan numeroso, de votantes en contra. Al decir que nos engañaron como "a viles chinos", no sólo ofende a un país con el que tenemos múltiples relaciones, sino a muchos mexicanos descendientes de chinos que, después de este trato, que no sólo refleja desprecio sino también ignorancia, difícilmente van a votar por el PAN.