Usted está aquí: miércoles 8 de marzo de 2006 Opinión ¿El narcotráfico desbordó el poder del Estado?

Gastón Castellanos

¿El narcotráfico desbordó el poder del Estado?

El 2 de febrero, John Dimitri Negroponte, director de inteligencia nacional de Estados Unidos y ex embajador en México (y en Honduras, Irak, y la ONU), declaró que México, junto con Haití, se encuentra en la lista de países de alto riesgo, al igual que otros más lejanos, en cuanto a la penetración del narcotráfico y crimen organizado, debido a la incapacidad del gobierno actual para combatir el clima de violencia e inseguridad que se ha hecho patente en la frontera norte, la cual considera también vulnerable para la penetración de terroristas. De ser cierta esta aseveración, es un hecho lamentable que vuelve más ríspidas las relaciones diplomáticas y exige una respuesta categórica de nuestras autoridades.

No debemos esperar una dialéctica superflua en torno a este problema, puesto que el narcotráfico es una violación flagrante a la soberanía de los países involucrados. Se requiere una revisión a fondo de las acciones y resultados en la lucha conjunta contra este flagelo, que implica, sin duda, una responsabilidad compartida.

Negroponte mencionó que "60 por ciento de la cocaína que llega a Estados Unidos pasa por 'el corredor' de México y Centroamérica, que toda la producción de heroína mexicana está destinada a Estados Unidos y que México es el mayor proveedor de mariguana y metanfetaminas importadas a este país" (cito al corresponsal de La Jornada, David Brooks).

Las descalificaciones unilaterales en esta materia repercuten a escala internacional en lo económico y lo político, así como en la percepción de las sociedades sobre nuestro país. Al margen de esta crítica se oculta el maltrato vergonzoso y violación a los derechos humanos que el coloso del norte aplica de manera indiscriminada a los migrantes mexicanos, cuyo objetivo es la búsqueda de trabajo y pretenden confundirlos con delincuentes. En lugar de amenazar con la construcción de largos muros, se debe reconocer que lo concreto es sanear a ambas comunidades expuestas a este cáncer social, que se extiende en muchos otros países. Es imperativo que definan con claridad cuál es la cadena de este ciclo vicioso de narcotráfico, que se extiende de norte a sur, y que logren perseguir y castigar a las bandas criminales, cuyo objetivo primordial es introducirse en el mercado del país más consumidor. No debemos subestimar que nos une la geografía, la historia, el comercio, la cultura y la amistad. Somos vecinos, socios, aliados leales, pero no sumisos, que compartimos los ideales de democracia y libertad. Hagamos un esfuerzo coordinado y respetuoso de cooperación y no de confrontación.

 
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