Usted está aquí: martes 7 de marzo de 2006 Política Inversión y conocimiento

José Blanco

Inversión y conocimiento

El país entero debiera hacer un esfuerzo extremo para presionar sin pausa al próximo Ejecutivo, a efecto de que lleve a cabo de una vez por todas una reforma educativa profunda. Alguna vía habrá para hacer a un lado el profundamente dañino factótum de la educación llamado SNTE. Nada de importancia trascendente puede hacerse con los niveles 2 y 3, sin poner orden seriamente en el nivel elemental.

Carlos Slim, qué duda cabe, es un empresario sui generis: se ocupa de sus millones y se preocupa por el país. Organiza pactos y quiere compromisos entre las fuerzas políticas. Quiere, ya, alcanzar 10 mil dólares per cápita para salir del subdesarrollo. Es lamentable que el resto de los empresarios no lo acompañen en esta cruzada. Sólo se ocupan de que sus millones se vuelvan más.

"En los próximos cinco años podemos romper la fuerza de atracción gravitacional del subdesarrollo, con una velocidad de escape de alrededor de 9 a 10 mil dólares per cápita y un crecimiento superior al 5 por ciento. Tenemos una situación de estabilidad envidiable y un entorno externo e interno envidiable, no sólo en los mercados financieros, sino en precios del petróleo, las remesas y el superávit turístico..., pero se requieren inversiones por más de 65 mil millones de dólares anuales, sobre todo en Pemex y en la vivienda", dijo en el marco del 23 Congreso Nacional de Ingeniería Civil.

En efecto, hay un conjunto de condiciones favorables, pero todas son de corto plazo. La velocidad de escape con un crecimiento de al menos 5 por ciento anual, para que sea sostenida y nos aleje del subdesarrollo, requiere de otros factores decisivos.

La infraestructura es fundamental, pero las condiciones para que la inversión y el crecimiento sean sostenidos es indefectible una sociedad altamente educada. La sociedad del conocimiento se ha vuelto lugar común en los discursos, pero no por ello ha dejado de hacer referencia a una realidad absolutamente contundente: el principal insumo de la vida social y económica en los países desarrollados es ya el conocimiento. Para escapar del subdesarrollo tenemos que escapar de la ignorancia. Hoy el conocimiento se genera, se transmite y se utiliza, no sólo a velocidades desconocidas en el pasado, sino bajo formas definitivamente distintas. Pero nuestros partidos políticos viven en otro planeta.

Las sociedades avanzadas están organizando el conocimiento a través de redes de instituciones de educación superior, centros productores, gremios, comunicación inter e intrainstitucional, entre comunidades y países. Una sociedad de aprendizaje significa una nación y unos agentes económicos que pueden ser permanentemente innovadores a través de tres procesos dinámicos de gran alcance: la informatización de la sociedad, la globalización y las nuevas tecnologías.

La informática, la microelectrónica, la biotecnología, los nuevos materiales y la llamada química fina son parte de esas nuevas tecnologías, que se han constituido en nuevos paradigmas científico-tecnológicos, que ofrecen nuevas oportunidades técnicas y económicas, que combinadas con las técnicas tradicionales generan estrategias de inversión y desarrollo poderosas. Se trata de tecnologías genéricas con un rango muy amplio de aplicaciones. Sin embargo, la revolución en las tecnologías y, sobre todo, en la tecnología de la información, no garantiza la transferencia de conocimiento.

Una sociedad del conocimiento tiene dos características principales: la conversión del conocimiento en factor crítico central para el desarrollo productivo y social, y el fortalecimiento de los procesos de aprendizaje social como medio de asegurar la apropiación social del conocimiento y su transformación en resultados útiles, en donde la educación juega el papel central.

En España, por ejemplo, las carreras universitarias constarán de tres cursos (180 créditos) de formación académica básica y hasta un curso (60 créditos) adicional durante el que se realizará un proyecto de fin de carrera o prácticas específicas tuteladas, al final de las cuales el alumno presentará una memoria. Tras terminar este proceso, el estudiante obtendrá el título de Grado, nueva denominación que tomarán las titulaciones universitarias para adaptarse al Espacio Europeo de Educación Superior.

Se podrá continuar con un máster de un par de años con un contenido disciplinario específico y un doctorado de tres años, cuyo propósito es aprender a investigar, no convertirse en un erudito de alguna disciplina. La erudición será resultado de la investigación.

Pero la base del Grado en las universidades europeas, como en Estados Unidos y Canadá (las denominaciones cambian y algunos contenidos también), no son contenidos de alguna disciplina dada, sino herramientas para saber pensar: análisis de lengua propia y lógica, análisis matemático, culturas contemporáneas, lenguas extranjeras, ética. Después vendrá la educación de por vida, sin lo cual no hay sociedad del conocimiento ni desarrollo.

 
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