La cinta, postulada para cinco premios Oscar, se estrena este fin de semana en México
Capote rememora el periodo de gestación de A sangre fría
Philip Seymour Hoffman, con amplias posibilidades de ganar como mejor actor por encarnar al escritor estadunidense
La película recrea sus dudas al escribir la novela de no ficción
Ampliar la imagen Philip Seymour Hoffman, quien interpretó el papel de Truman Capote, tiene amplias posibilidades de ganar el Oscar como mejor actor. En la imagen, un fotograma de la cinta
Una de las cintas que se estrenó este fin de semana en nuestro país es Capote, inspirada en el escritor estadunidense Truman Capote, específicamente en el periodo que creó la novela de no ficción: la obra maestra A sangre fría.
El filme está postulado como mejor película, mejor dirección (Bennet Miller), mejor guión adaptado (Dan Futterman) y mejor actriz de reparto (Catherine Keener); en estas cuatro franjas es difícil que gane, pero en la categoría de mejor actor el espectacular trabajo de Philip Seymour Hoffman, quien encarna magistralmente al autor de Desayuno en Tiffany's, tiene grandes posibilidades de llevarse la estatuilla áurea.
La cinta se ubica en noviembre de 1959; Truman Capote (Philip Seymour Hoffman), figura favorita de lo que pronto se conocería como jet set, lee un artículo en el New York Times sobre el asesinato de cuatro miembros de una muy conocida familia de granjeros, los Clutter, en el poblado de Holcomb, Kansas. Casi todos los días aparecen historias similares en los diarios, pero hay algo en ésta que atrae la atención de Capote.
Presenta una oportunidad, piensa, para probar su teoría de que en manos del escritor adecuado la no ficción puede ser tan irresistible como la ficción. ¿Qué impacto han tenido los asesinatos en ese pequeño pueblo de llanuras y ventiscas? Con esto como tema, para su propósito y sin importarle si llegan a esclarecerse los asesinatos, convence a la revista The New Yorker para que le den una asignación y se marcha a Kansas.
Lo acompaña su amiga de la infancia en Alabama, Harper Lee (Catherine Keener), quien unos meses después recibió el Premio Pulitzer y logró fama mundial como autora del libro Matar a un ruiseñor.
Aunque su voz un tanto infantil, sus poses amaneradas y su ropa nada convencional despiertan hostilidad inicial en una parte del pueblo, Capote rápidamente se gana la confianza de los habitantes, sobre todo la de Alvin Dewey (Chris Cooper), encargado de la Agencia de Investigaciones de Kansas para dirigir la búsqueda de los asesinos.
De artículo a una obra maestra
Atrapados en Las Vegas, los asesinos: Perry Smith (Clifton Collins Jr.) y Dick Hickock (Mark Pellegrino), son devueltos a Kansas, donde se llevará a cabo su juicio, serán condenados y sentenciados a muerte. Capote los visita en la prisión y conforme empieza a conocerlos se da cuenta de que lo que creyó que sería un artículo para la revista ha crecido al tamaño de un libro, un libro que podría clasificarse como entre los más grandes de la literatura moderna.
El tema es ahora más profundo de lo que ningún escritor estadunidense había soñado. Es nada menos que la colisión de dos países: el seguro y protegido que conocieron los Clutter, y el país sin raíces ni moral habitado por los asesinos. Oculto detrás de la frecuentemente frívola fachada de Capote hay un escritor con grandes ambiciones.
Pero inclusive duda si puede escribir el libro, el gran libro que cree que el destino le ha puesto en las manos. "En ocasiones, cuando pienso en lo bueno que podría ser", escribe a un amigo, "casi no puedo siquiera respirar".
El guión está basado en el libro de Gerald Clarke, quien ha escrito perfiles de gente famosa y talentosa para la revista Time.
Culto a celebridades
La película Capote invita a imaginar una época en que los escritores lograban la clase de fama y notoriedad que actualmente se asocia con personajes de la cultura popular. Truman fue un promotor innato que pavimentó el camino para el culto de celebridades, omnipresente hoy día. Su fama rebasó todas las categorías, desde la alta cultura a la popular, desde la seriedad literaria a la frivolidad de la alta sociedad. Su nombre era una constante en diarios, revistas y programas de televisión.
Cuando caminaba por Manhattan, choferes de camiones lo saludaban afectuosamente y decían: "Hey, Truman, ¿cómo estás?", y las operadoras de larga distancia reconocían su voz en el instante en que levantaba el teléfono.
Cabe mencionar que en 1967, un año después de que se publicó su libro, el director Richard Brooks hizo la versión cinematográfica. A sangre fría se filmó de nuevo como película para televisión en 1996, dirigida por Jonathan Kaplan (Los acusados).