La banda paramilitar fue entrenada en Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Japón
Echeverría, detrás de la génesis, auge y disolución de los halcones: Femospp
Preocupaba a Washington que se le vinculara al ataque a una manifestación de estudiantes
Ampliar la imagen Inmediaciones de la Escuela Nacional de Maestros, la tarde del halconazo Foto: Archivo personal de Paco Ignacio Taibo
Los halcones, grupo paramilitar que ejecutó la brutal represión a la manifestación estudiantil del 10 de junio de 1971 -donde murieron por lo menos 23 personas-, fue creado, entrenado y financiado por órdenes de Luis Echeverría. Para ello contó con el apoyo de servidores públicos, jefes militares y policiacos.
El informe ¡Que no vuelva a suceder!, de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad Histórica de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), aporta pruebas de la relación de este escuadrón de choque con los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y Echeverría Alvarez.
Como es ya conocido, el coronel Manuel Díaz Escobar, entonces subdirector de Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal (DDF), fue el jefe máximo de los halcones.
El ex director de esa dependencia del DDF, Juan Antonio González Aleu, declaró ante la Femospp -en 2002- que el regente Alfonso Martínez Domínguez le hizo saber en 1970 "que Díaz Escobar tenía el cargo por disposición del presidente Echeverría" y que "recibía órdenes al más alto nivel". Según González Aleu, el militar "jefaturaba al grupo (los halcones), formado por 800 hombres".
En su hoja de servicios, Díaz Escobar incluía su participación en la represión al movimiento navista en San Luis Potosí. En particular, en 1961 dirigió a los soldados que dispararon contra una multitud reunida en apoyo al doctor Salvador Nava en la capital potosina.
La investigación demuestra cómo desde el gobierno capitalino, Díaz Escobar -en colaboración con jefes del Ejército y la policía- reclutó y entrenó a los halcones que desde 1968 perpetraron ataques armados a escuelas, como las vocacionales 7, 3 y El Colegio de México, y reprimió actos estudiantiles y protestas obreras.
Por ejemplo, el DDF tenía contratados a conocidos jefes de porros que actuaban contra el movimiento estudiantil, como Mario Romero Ramírez, El Fish, de la Universidad Nacional Autónoma de México, que trabajaba desde 1967 para el secretario particular del entonces regente Alfonso Corona del Rosal; y Santiago Torres Saavedra, El Johnny, del Politécnico.
La propia Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) conocía la existencia del grupo. De acuerdo con el documento Sedena 10/27/15, del 11 de noviembre de 1970, el jefe del Estado Mayor informa al secretario de la Defensa Nacional de "un grupo de 40 individuos (estudiantes), los cuales ya fueron dispersados por los halcones. (...) Desde el helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana, informan que estudiantes en número reducido están dentro del Casco de Santo Tomás".
Hay otros reportes de la policía política y de la Sedena, en los que se reconoce que los halcones actuaron acompañando o sustituyendo maniobras militares o policiacas contra estudiantes.
Delincuentes, porros, policías y militares
Manuel Díaz Escobar seleccionó a jóvenes entre 17 y 25 años de diversos grupos de porros de las escuelas, a militares en activo, ex militares, policías y delincuentes de barrios populares, incorporándolos a las direcciones de Limpia y de Parques y Jardines del DDF. Un reporte de la DFS aporta los nombres de siete ex militares y -en otros registros- se menciona a los oficiales del Ejército que participan en el grupo.
La Femospp analizó la información del personal del DDF en esos años y encontró en nómina que 17 líderes de los halcones cobraban en la Dirección de Servicios Generales, algunos desde 1968. Allí figuran varios familiares del coronel Díaz Escobar, quien en 1970 recibía un sueldo de 4 mil 290 pesos (además de recibir dinero en efectivo para sus operaciones). La mayor parte de los paramilitares recibían del DDF entre 65 y 120 pesos diarios.
En el archivo de personal del DDF existe una lista de 22 policías y agentes del servicio secreto adscritos al grupo, entre ellos un comandante del cuerpo de granaderos.
A Manuel Díaz Escobar le llamaban El Maestro y como tal coordinó el entrenamiento a los halcones en técnicas de karate, judo, kendo y armas de fuego (informe de la DFS). También fueron adiestrados en tácticas de infiltración, espionaje, provocación y represión.
Su centro de entrenamiento se ubicaba en la Cuchilla del Tesoro, en San Juan de Aragón, costado norte del aeropuerto capitalino, donde tenían un polígono de tiro.
Entrenados en Estados Unidos
A principios de 1971, 40 halcones, encabezados por el mayor del Ejército Luis López Mercado, fueron entrenados en Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Japón.
Existen documentos desclasificados del Departamento de Estado en los que se detalla la operación en la que 12 militares en activo, integrantes de los halcones, fueron enviados a entrenar a Washington.
Después del ataque del jueves de Corpus, la embajada estadunidense envió varios telegramas a la Casa Blanca: "Estamos muy preocupados por la posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos pueda ser vinculado con los elementos hostiles que atacaron a los estudiantes, especialmente con los disturbios el 10 de junio, debido al programa de entrenamiento de 20 oficiales mexicanos de la policía".
Otro es más explícito: "El oficial mexicano designado por dicho gobierno para coordinar el entrenamiento (...) fue el coronel Manuel Díaz Escobar". Y se aclara que "todos los costos los pagó el gobierno de México. (...) Los policías están siendo entrenados en otros países. Por tanto, la embajada hará todo lo posible para que la información sobre el entrenamiento no salga a la luz" (AID, US México 1/1/70).
Díaz Escobar ordenó atacar la marcha estudiantil
El informe de la fiscalía reconstruye los hechos ocurridos el 10 de junio de 1971 y el ataque de los halcones contra la manifestación pacífica, donde murieron 23 personas y resultaron heridas más de 300 (según diversos registros policiacos).
Tres días antes, el coronel Díaz Escobar acuarteló al grupo en San Juan de Aragón y le ordenó "disolver la manifestación a como diera lugar".
Diversos hechos ocurridos el 10 de junio confirman que el gobierno de Echeverría sabía lo que se preparaba. Al mediodía los halcones viajaron en vehículos del DDF y se distribuyeron cerca de la Escuela Nacional de Maestros. En tanto, el secretario de la Defensa Nacional, Hermenegildo Cuenca Díaz, ordenó la concentración de tropas en varios puntos de la ciudad y giró instrucciones para alistar el Hospital Militar para una posible "recepción de heridos".
Los reportes de la policía capitalina sobre los preparativos para acordonar la zona, dirigidos al coronel Angel Rodríguez García, incluyeron a "los halcones portando pancartas con la efigie del Che Guevara", como parte de las fuerzas policiacas dispuestas para el operativo (documento de la DFS).
Los investigadores de la fiscalía calculan que "unos mil halcones participaron en la agresión". Algunos se infiltraron entre los estudiantes mientras otros atacaron por el frente y por los flancos.
Los granaderos coparon todas las calles "para encajonar a los estudiantes". Cuando los manifestantes avanzaron sobre la avenida de Los Maestros, los granaderos intentaron sin éxito, detenerlos. Fue cuando el jefe de la policía ordenó la intervención de los halcones.
Al momento en que la marcha enfilaba hacia la calzada México-Tacuba, aparecieron 60 halcones con pancartas del Che Guevara y comenzaron a golpear a estudiantes y maestros.
La falta de coordinación hizo que los agresores se enfrentaran entre ellos. Con un altavoz, el jefe de los granaderos les ordenó: "No se peguen, son los mismos".
Los estudiantes rechazaron varias veces a los atacantes. Entonces, los halcones sacaron de los camiones oficiales rifles M-1 y M-16 y comenzaron a disparar. Algunos, apostados en las azoteas de edificios, también atacaron a la multitud. Hubo fuego cruzado (oficialmente se dijo que los estudiantes iniciaron los disparos).
El informe reproduce declaraciones de médicos y enfermeras del hospital Rubén Leñero (publicadas por La Jornada) donde narran que los paramilitares remataron heridos, amontonaron a los muertos y que soldados se los llevaron en vehículos militares. Alfonso Martínez Domínguez relató al semanario Proceso que esa tarde escuchó al presidente Echeverría ordenar: "¡Quemen a los muertos! Que nadie quede. No quiero fotografías".
Tras el sangriento ataque, los halcones fueron disueltos y sus integrantes, indemnizados por el DDF. El gobierno siempre negó su existencia, pero desde hace tiempo se sabe que los controlaba desde las sombras.