Presenta De amores y desamores en la feria de Minería
La unión de una pareja se sustenta en la complicidad, dice la autora
Acerca del amor y sus innumerables vértices versaron algunas de las preguntas que lanzó ayer el público a la escritora Cristina Pacheco durante la presentación de su libro De amores y desamores en un saturado salón de actos del Palacio de Minería.
En el contexto de la versión 27 de la Feria Internacional de Libro, la también periodista estuvo acompañada por el grupo musical Son Aranda, que intercaló parte de su repertorio sonoro entre comentarios y preguntas en torno a la publicación editada para la colección Debolsillo de Random House Mondadori.
"Los 33 momentos determinados", describió Pacheco, integran cuentos con historias de la vida cotidiana y en esos textos "el personaje decide si sigue o no su destino, y el escritor también decide si le sigue la huella".
Todo el libro, subrayó, es una botella lanzada al mar y en ese recorrido "a dónde van a llegar, no lo sé. Tampoco sé cómo surgen esas historias.
"Quiero abandonarme al sortilegio de las palabras", afirmó Cristina Pacheco al hablar sobre literatura, a la cual comparó con el arte musical, incluso "la música es más poderosa que el mar". Y todos los presentes disfrutaron de la vital fuerza armónica de la agrupación que aderezó el encuentro de la autora con los asistentes.
Durante la serie de preguntas y respuestas, algunas de las personas del público preguntaron a la periodista su opinión sobre el amor. Pacheco respondió: "no se puede vivir sin amor. Amar cambia, revive y transforma. La unión entre una pareja se sustenta en la complicidad". Esta última es una de las claves para que perdure el amor.
La trayectoria y vocación de Cristina Pacheco, se dijo durante la presentación del volumen, ha hecho una escuela de la crónica y la entrevista, de lo cultural y cotidiano en México. Ella es una "magnífica constructora de historias y testigo fiel de las formas de vida y de su espíritu humano, su labor es ya una tradición".
Tan conocida es la autora de El corazón de la noche, que la gente la saluda amistosa en su camino y muchas veces se escucha parafraseada cuando le dicen sin más: "Aquí nos tocó vivir".