Usted está aquí: domingo 26 de febrero de 2006 Opinión De casa de animales a rascacielos

Angeles González Gamio

De casa de animales a rascacielos

Ya hemos hablado aquí de la "casa de animales" o en términos actuales, zoológico, que tenía el emperador Moctezuma en el predio del que ahora ocupa una parte la Torre Latinoamericana, el primer rascacielos moderno de la ciudad de México, ya que no hay que olvidar que en los años 30 del siglo XX se edificó el edificio de La Nacional, que en esa época se consideró un audaz rascacielos.

Tras la Conquista, en el predio se levantó el bien llamado Convento Grande de San Francisco, enorme edificación que levantaron los franciscanos a lo largo de tres siglos. Primeros en llegar al Nuevo Mundo, se dice que su primer convento estuvo cerca de la Plaza Mayor. Las primeras construcciones fueron muy modestas, obedeciendo al espíritu austero que caracterizó a los primeros frailes que arribaron recién realizada la Conquista. Estas padecieron severos hundimientos, que los llevaron a reconstruirlas en dos ocasiones, además de las ampliaciones que hicieron durante los siglos XVII y XVIII, en el que alcanzó su máximo esplendor, llegando a abarcar 32 mil 224 metros cuadrados, el equivalente a dos manzanas completas.

Esta maravilla que contaba con jardín, huerta, cementerio, comedor para 500 personas, templo, 11 capillas magníficas, enfermería y 300 celdas, tras la exclaustración fue mutilado abriendo las calles de Gante y 16 de Septiembre, fraccionado y vendido a particulares quienes en su mayoría destruyeron las edificaciones, salvándose únicamente cuatro de ellas, algunas fragmentadas como los restos de la Sala de Profundis, que se encuentran dentro de la panadería La Ideal, la Capilla de San Antonio y el Calvario, que aloja al Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, el antiguo claustro que actualmente es un templo metodista y la iglesia principal que se encuentra en la avenida Madero.

En la esquina de dicha vía y San Juan de Letrán, hoy llamado Eje Central, se edificó en los años 50 del pasado siglo (1948-1956) la Torre Latinoamericana, que se ha vuelto uno de los símbolos de la capital. Sin embargo el tiempo no pasa en balde y el que fuese moderno y espectacular edificio, se fue deteriorando al igual que las construcciones que rodean el inmueble, que a partir de los sismos de 1985 quedaron en un estado lamentable, abandonados y ruinosos: la fea construcción que había alojado al Hotel Guardiola y el conocido como Edificio Rule, bonita edificación de principios de siglo. Ahora todo ello está en proceso de rehabilitación, ya que hace algunos años se demolió el hotel Guardiola, lo que permitió recuperar el espacio del antiguo atrio del templo de San Francisco, lo que llevó a que se restaurara parte de la fachada de la Torre; ahora se ha convertido en una plaza que entre otras actividades, muestra exposiciones de arte.

Actualmente la Fundación del Centro Histórico que dirige el joven y talentoso Adrián Pandal, quien por cierto vive a unas cuadras, en uno de los edificios que ha rehabilitado la fundación, con el apoyo de las dinámicas Rosalba Garza y Cristina Pandal, ha organizado conjuntamente con el Museo Soumaya y el Gobierno de la ciudad, una exposición de esculturas de Rodin, el extraordinario artista francés que marcó el arte escultórico de fines del siglo XIX. Entre las obras destaca el famoso pensador y la sensual escultura de El beso; se complementa la muestra con bronces de su alumnos Emile-Antoine Bourdelle y Camille Claudel, esta última su alumna, ayudante, musa y amante que terminó sus días en un manicomio.

Al visitar esta exposición vale la pena subir al Mirador de la Torre Latinoamericana que acaba de ser remozado, cuenta con una cafetería, tienda y un museo de sitio que muestra la historia del predio desde que era la "casa de animales"; la vista es impresionante y si le toca un día despejado se reconcilia con la ciudad y le revive el amor.

También hay que aprovechar que toda esta semana se puede visitar la Feria del Libro de Ocasión, que instala la Coalición de Libreros en el Museo Nacional de Arte, enfrente del Palacio de Minería que ahora tiene la Feria Internacional del Libro. Los amigos de la coalición ofrecen algunas obras de colección y muchísimas gangas, que enfrente le cuestan mucho más y le obsequian un muy bien editado opúsculo, con rica información e imágenes.

Para el piscolabis de rigor un buen lugar es el Pasagüero, en la calle de Motolinia 33, linda calle peatonal en donde Ricardo y Rodrigo Pandal, quienes viven ahí mismo, han abierto un restaurante-bar-centro cultural, en donde se puede comer sabroso y según la noche, escuchar rock, rumba, sones, los jueves tango y otros días funk. La comida la definen como "deli mexicano, cantina Bistro", hagan su interpretación.... pero se come bien.

cronmex @ prodigy.net.mx

 
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