Editorial
Congreso del Trabajo: charros contra gánsters
En el 40 aniversario del Congreso del Trabajo (CT), el sindicalismo mexicano enfrenta una de sus peores crisis. El viernes pasado, luego de varios zafarranchos protagonizados por grupos rivales, se anunció que el oficialista Víctor Flores continuará al frente del CT hasta diciembre próximo. El secretario del Trabajo, Francisco Javier Salazar Sáenz, confirmó la elección del dirigente ferrocarrilero al señalar que obtuvo el apoyo de 26 de las 35 agrupaciones que integran la central obrera, ante la oposición encabezada por Napoleón Gómez Urrutia líder de los mineros y de gremios disidentes, que han acusado al gobierno federal de favorecer a Flores. Lo sucedido durante este proceso pone en evidencia la persistencia del charrismo y de prácticas gansteriles en la vida sindical nacional.
Recordemos que a finales de la década de los 40, grupos independientes del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM) se opusieron a un proyecto de rehabilitar el sector, el cual implicaba la pérdida de importantes conquistas laborales. Sin embargo, el gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) consiguió desarticular a la oposición gracias al apoyo de Jesús Díaz de León, El Charro, secretario general del STFRM, quien en septiembre de 1948 demandó ante la Procuraduría General de la República a los líderes de la disidencia por un desfalco de 200 mil pesos, logrando su encarcelamiento. De esta manera, se estableció un nexo, un compromiso ineludible, entre el presidente y el líder al que se apoyaba. Posteriormente, el gobierno emprendió una intensa campaña para imponer en los gremios más importantes del país a dirigentes impopulares, incondicionales y sumisos a la política oficial. Así fue como nació el charrismo, un lastre que sigue permeando la vida sindical del país, a pesar de las promesas de campaña del presidente Vicente Fox, quien se comprometió a favorecer la democratización en las organizaciones gremiales.
La dependencia justificó el apoyo a Flores porque éste "entregó en tiempo y forma una acta de la asamblea certificada ante notario público con 31 firmas, de las cuales la STPS validó 25", mientras que la otra parte no lo hizo así. Sin embargo, la mano negra del gobierno federal fue decisiva para la relección de Flores. Expertos en materia sindical y laboral no dudaron en señalar que la STPS cometió un error al otorgar el reconocimiento a Flores, pues los estatutos prohíben una segunda relección. Néstor de Buen, especialista en la materia, calificó el aval de la dependencia como una "arbitrariedad y una falsedad y una colusión entre dicha secretaría y este señor a quien seguramente le exigen y ofrece con generosidad lealtad al mandato del Estado, para que el Estado no se moleste con problemas laborales".
Ante este panorama, Gómez Urrutia advirtió que los gremios opositores usarán todos los elementos legales para defender su elección y que irán a instancias como la Organización Internacional del Trabajo. Los gremios disidentes también anunciaron la creación de la Coalición de Sindicatos Nacionales y Confederaciones por la Renovación, cuya finalidad será "revivir al CT y luchar por los derechos de los trabajadores y la legalidad".
En suma, el proceso de elección en el CT ha sido vergonzoso, pues ha mostrado las prácticas sucias que prevalecen en la vida sindical del país. El miercóles pasado, por ejemplo, ambas facciones se declararon vencedoras en dicha elección, pasando por alto las formas y los tiempos establecidos. Además, se han registrado zafarranchos graves. El viernes pasado, golpeadores asaltaron la sede del sindicato minero, provocando destrozos y dejando un saldo de varios lesionados, un acto gansteril típico.
Como sea, a pesar de la evidencia de que el charrismo sigue siendo un lastre, hay signos positivos. El sindicalismo independiente está resurgiendo, como se ha visto en las manifestaciones contra la reforma laboral y en la reciente movilización de la CNTE contra la reforma a la Ley del ISSSTE. La presencia de esos grupos disidentes da algo de esperanza para que algún día esas prácticas sean cosa del pasado. No hay que olvidar que el charrismo atenta contra los derechos laborales de millones de trabajadores, además de constituir un factor que impide el desarrollo y la productividad.