DISQUERO
Así suena la eternidad
Ampliar la imagen El Coro Filarmónico de Cámara de Estonia
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El disfrute del arte de la música se engarza en una continuidad de descubrimientos consecuentes y consecutivos. Una maravilla nos conduce a la siguiente en un crecimiento exponencial fundamentalmente de la dicha. Esto viene a cuento porque en el Disquero anterior celebramos los 70 años de quien es quizá el más grande compositor vivo, el estoniano Arvo Pärt, con el disco más reciente que contiene su producción nueva.
Como una continuidad de la dicha que prodiga la música de Pärt, compartimos ahora un descubrimiento de hace algunos meses, cuando llegó a México un par de volúmenes maravillosos, el primero de los cuales, titulado Baltic Voices 1, bajo el sello harmonia mundi, contiene precisamente una de las obras de Pärt, con la particularidad de que este volumen engarza esta partitura en su contexto formidable, que es el sistema de vasos comunicantes que unifica a los países bañados por el Báltico.
De manera que el disco se inicia con cuatro obras de un autor estoniano anterior a Pärt, el maestro Cyrillus Kreek (1889-1962), autor de una música literalmente divina, y a ella le siguen en este disco formidable composiciones del sueco Sven-David Sandstrom (1942), el finlandés Einojuhani Rautavaara, de quien ya hemos recomendado aquí su música angelical porque despliega su concepto cabal de lo angélico: seres de luz, que emanan luz.
Enseguida, otro descubrimiento: la obra de otro estoniano genial, Veljo Tormis (1930), para culminar con otro genio contemporáneo reseñado en el anterior Disquero: el letón Péteris Vasks. El disco entero es un dechado de espiritualidad, transparencia, el alma en calma.
Pablo Espinosa