Usted está aquí: sábado 18 de febrero de 2006 Economía Parodio pero no es por odio

Gustavo Gordillo

Parodio pero no es por odio

1. Parodio como Cabrera Infante no por odio ni por alegría ni por desazón al cual le falta sazón, papá. Es por desenfado que no es lo mismo que por ocioso o por poroso que es otro tema muy distinto ya que evoca a las fronteras entre un gobernador y su malévolo compinche. Mi gober precioso. No, tú eres mi héroe, en verdad que lo eres desde siempre y desde hoy, papá. Parodio para desmenuzar la coyuntura actual con seriedad, con altura de miras. Pero las alturas me marean sobre todo con coñac, papá.

2. En cambio, las tres leyes de la dialéctica calzan muy bien con la presente disquisición. La primera, una cosa es una cosa y no otra cosa. Digo, que quieran violar todas las leyes es una cosa, pero que además lo baladroneen por teléfono es otra cosa, papá.

3. La segunda ley es que las cosas duran hasta que se acaban. O hasta que los ciudadanos digan basta ya de telecomedias repugnantes que además éstas sí dañan a la gente, papá.

4. La tercera, hay cosas que ni qué, papá, mi rey, mi político precioso.

5. Así pues, tratando de ser innovador o emprendedor o neoprendedor de velas de aquéllas que ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre, me permito proponerles unas coordenadas para entender lo que hoy acontece con la política o la polaca como se decía antes de la caída del muro de Berlín. Convengo aunque no me vengo porque rencoroso no lo soy, que comprender la política está en chino..., perdón, perdón, perdón. Está en oriental o en occidental. O mejor, para ser mesurado, está en ambos.

6. Cuando un líder político dice que una vertiente básica de su plan de gobierno es la promoción de la agricultura orgásmica la cosa sí que se pone buena. Imagínense unas tortillitas orgásmicas acompañadas de unos huevos fritos orgásmicos y todos estos manjares adecuadamente coronados con un delicioso atole orgásmico. ¡Pa' que le cuento!, papá.

7. Pero las cosas me empezaron a oler mal cuando esa misma figura se arrogó la paternidad de los más importantes protocolos internacionales relacionados con la protección del medio ambiente. Como el protocolo de Coito. Orale, pues yo tengo tres esposas, veinte hijos, cuarenta y siete nietos y 118 bisnietos. Y eso habla de mi honorabilidad. Desviado, papá.

8. ¿Desviado, yo? Que me lo pongan en la tribuna. A ver si eres tan machito, a ver si tiene pantalones. Jodido. El primer impacto de este infundio fue devastador pero en sentido positivo. Devastó el pesimismo, el cinismo y asimismo, que no es lo mismo, me infundió nuevos ánimos. Cómo se infunden no lo sé, pero de que funden a los enemigos de la patria sin duda. Y ese que me acusó de desviado es un enemigo de-la-pa-tria, papá.

9. Las cosas comenzaron a dañarse cuando el jefe de la comisión contra la corrupción -la prestigiada Coco- confesó que había sido formado en París. En una de las Grandes Escuelas, en La Soborna. ¡Wow! Y además se apellida Terroba. Así cómo quieren que los ciudadanos confíen en ellos, papá. Yo, que en materia de asuntos públicos no mantengo arrieres-pensees, empecé a dudar. Confieso: la voluntad flaqueó y la esperanza languideció, papá.

10. Cuando se va de bajada sólo falta un guiño para que se produzca la estampida. Ese es el problema de las expectativas. Por eso mi gober precioso me mandó a los otros para equilibrar. Es decir, e-aquí-li-brar. Resulta que el presidente de la autoridad de supervisión bancaria -la poderosa Autosuper- declaró que conocía muy bien la normatividad europea en materia bancaria porque vivió mucho tiempo en Bélgica. Aclaró bien ufano que era egresado de la Universidad de Robaina. Como decía mi compadre recién expulsado del otro lado: Oh, my God! Algo está podrido en Dinamarca. Au secours! Sácate toda la lana y mándala de inmediato a buen abrigo, papá. A las islas Caimán, o de perdis a Miami Beach. Y de pasada te mando un par de coñacs. Lo que me gusta es ese lenguaje cifrado. Por eso digo que las cosas duran hasta que se acaban.

11. Era un estuche de monerías. Bien formado, inteligente, guapo, padre amoroso de dos hijitos güeritos como él, de verbo claro y contundente. De buena cuna, de alcurnia económica y prosapia política. De los Who is who desde tiempo inmemorial. Nada de improvisaciones, nada de compras de garaje de títulos nobiliarios. Ni plumas alquiladas para entonar loas ni pregoneros melifluos de buenas noticias. Sólo él y sus virtudes republicanas. El y su familia. Pero ahí es donde la puerca torció el rabo. Era el hijo, el junior, le fils, el chico. Hermógenes Solís, para servirle a usted y a la patria. Solisito el chico. El pobre estaba desolado. Cómo luchar contra la malediciencia social, contra la conseja popular. Contra la lascivia comunista y su desalmada insidia capitalista.

12. Y después de todo esto que es sin odio y sin rencor, ni malas vibras, qué nos queda por decir. Stop. Alto. Arretez-vous. Vademecum, que no sé si viene a cuento. Señores, por favor serenidad. Calma, un largo minuto de silencio. Digo, para que los ciudadanos se recuperen de la vergüenza ajena, papá precioso. Mi héroe.

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