Juan Sánchez Navarro
Ampliar la imagen El empresario mexicano durante un foro sobre educación, en octubre de 2000 FOTOMarco Peláez
Fortificar el comercio exterior mexicano y hacerlo más activo, superar las dificultades para desarrollar la tecnología en el país, así como la interdependencia entre naciones figuran entre los temas abordados por Juan Sánchez Navarro, quien falleció el pasado lunes a la edad de 92 años, en esta segunda y última parte de la entrevista del líder empresarial con Elena Poniatowska, periodista y colaboradora de La Jornada.
La exportación de cerveza no llega a uno por ciento de la producción nacional
-La exportación mexicana de cerveza -prosigue la entrevista con Juan Sánchez Navarro- es muy reducida precisamente por los obstáculos fiscales que se oponen a su venta en esos países. No llega a uno por ciento de la producción nacional la exportación. En cuanto a la importación es igual a cero. Sin embargo, estamos pensando en hacer un esfuerzo para exportar nuestra cerveza, y de esa manera fortificar la idea de un comercio mexicano exterior más activo.
-Pero, ¿no se puede vender cerveza en América Latina?
-En América Latina todos producen cerveza. En Guatemala, la familia Castillo es dueña de la industria cervecera y, como te dije antes, Guatemala está muy protegida fiscalmente. En toda la región los altos aranceles impiden la exportación.
-Y los técnicos de la cervecería que manejas, ¿son mexicanos?
-Todos son mexicanos, y todas las industrias cerveceras del país cuentan con laboratorios propios y se gastan cantidades considerables en mejorar, por ejemplo, el aspecto agrícola: las cebadas, las maltas, etcétera.
-¿Cuentan con buen equipo de técnicos?
-El equipo es muy grande. Aquí en la Modelo es de 40 técnicos, ingenieros tanto del Poli como de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que son los empleados mejor pagados.
-¿Cuánto gasta al año la cervecería en investigación?
-De 3 a 4 millones anuales.
La cervecera es una industria progresista y totalmente mexicana
-¿El capital que emplea es solamente mexicano?
-Nuestra industria cervecera es totalmente mexicana en su capital y todas las utilidades se quedan en el país y constantemente se crean industrias auxiliares, como la del vidrio, el cartón, la malta, la hojalata, etcétera. Sin exagerar, la industria de la cerveza mexicana ha sobresalido porque ha vivido dentro del clima creado por la competencia.
-Juan, según informaciones oficiales (Secretaría de Hacienda), el costo de los principales artículos importados en 1969 fue de 25 millones 975 mil 400 pesos (prácticamente 26 millones de pesos) y sólo por concepto de asistencia técnica se gastaron en el mismo año cerca de 900 millones de pesos. En realidad, si sumamos el gasto directo por asistencia técnica más el gasto implícito de ciencia y tecnología de nuestras importaciones, estamos erogando anualmente una cantidad verdaderamente fabulosa para el desarrollo científico y tecnológico extranjero, si la comparamos con los gastos internos que para el mismo propósito invertimos en México. ¿Qué piensas y qué propones?
-Ya te lo dije antes. De eso tenemos nosotros la culpa, y no los extranjeros. ¿Qué podemos hacer sino importarla al ver que los técnicos y la investigación mexicana no nos dan lo que necesitamos?
-¡Pero los institutos de alto nivel en México se quejan de la falta de participación de la iniciativa privada! Las grandes industrias no ayudan. Por ejemplo, si se quiere becar a un trabajador medio para que se perfeccione en Japón, el gobierno le paga la beca pero la industria no quiere cooperar, completándola, haciéndose cargo de la familia, etcétera.
-No es cierto, porque en primer lugar no hay grandes industrias nacionales. Las de Estados Unidos y las de Europa son monstruos comparadas con las nuestras. No niego que tengamos industria, pero no es ''gran industria". Yo diría que lo que no existe en el país son buenos institutos de investigación. Los de la UNAM no te garantizan sus trabajos; los del Poli, tampoco. Si los hubiera, creo que la industria y todo el país ayudaría a estos institutos, que viven en el desorden y en la ineficacia educativa. Pero hasta la fecha los institutos mexicanos de investigación no responden a las necesidades de la industria. ¡De ahí que tengamos que importar el famoso know how!
-Sin embargo, cada vez que un técnico mexicano va a doctorarse en una universidad extranjera, cuando regresa a México no tiene cabida en ninguna industria porque no hay laboratorio o el salario es una miseria comparado con los sueldos estadunidenses. ¡Nadie toma en cuenta sus merecimientos ni el esfuerzo que ha hecho!
El principal problema de México no es su estructura económica, sino la educativa
-Los técnicos altamente calificados no tienen cabida dentro de la industria mexicana, porque ésta no es grande. Al contrario, no hay términos de comparación con Estados Unidos, por ejemplo. Consulta la revista Fortune para que veas que la única industria nacional que aparece es Petróleos Mexicanos. Pero no se trata, hija, de que nos echemos la culpa los unos a los otros: los institutos a la industria, la industria a los institutos, sino que se haga un esfuerzo conjunto. Estamos respirando un clima que no hace fácil el desarrollo de la tecnología en México, que no es sino una parte de la ciencia en general. La educación humanística es más amplia que la tecnología, que se encuentra en franco estado de rezago. El principal problema de México no es su estructura económica, sino su estructura educativa, pero hay que empezar desde abajo: desde la primaria, la secundaria, la preparatoria, la universidad, tanto de la capital como las de provincia, y finalmente los institutos superiores que no responden al desarrollo del país. ¡Desgraciadamente no se ha visto que se tengan o que se expongan ideas claras sobre los fines y medios educativos!
-Pero insisto, Juan, ¿si nos bloquearan las fronteras, no nos quedaríamos en materia industrial como Robinson Crusoe, nada más que sin la compañía de Viernes?
-No es cierto. Ese radicalismo es falso y estoy en contra de que los problemas se planteen en esa forma. Ya te cité un ejemplo de autosuficiencia, estás parada en uno de ellos: el de la industria cervecera.
-Pero si las latas de cerveza dicen ''open here" y ''pull", ¿cómo van a ser mexicanas?
-¡Esas eran las primeras! Ahora las hacemos nosotros, y muy bien hechas. Toda nuestra maquinaria es mexicana, insisto en ello: las ollas de cocimiento, las de fermentación, las bandas de transportación, todas son mexicanas y se hacen en México. Lo único que no hacemos son las máquinas embotelladoras.
Ningún país es autosuficiente
-Mira, hija, no hay ningún país en el mundo que sea totalmente autosuficiente. Si así lo fuera, no habría comercio internacional.
-Claro, Juan, pero ¿qué no habría renglones en los que podríamos destacar, ser los amos, lograr la primacía mundial?
-Sí, hija, naturalmente, pero debemos darnos cuenta de que la brecha entre el desarrollo tecnológico de México y el de otros países es enorme. Por ahora no hay perspectivas de que podamos lograr el desarrollo de países altamente industrializados como lo son, digamos, Alemania, Japón, Canadá, los países escandinavos, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o Estados Unidos, ni creo que los alcancemos en el año 2000. Es más, creo que no hay ninguna posibilidad.
Por ahora nuestras metas deben ser darle mejores condiciones de vida a los mexicanos
"Por ahora debemos lograr que todos los mexicanos vivan mejor y tengan posibilidades de desenvolvimiento superior, espiritual y moral que tienen otros países, sin establecer una carrera con los países altamente desarrollados, porque no hay competencia posible. En materia tecnológica, el mundo no debería ir a la competencia sino a la colaboración. Tú acuérdate de mí, el mundo futuro va a ser interdependiente, solidario en el desarrollo tecnológico, y esta tecnología tendrá carácter universal más allá de las fronteras nacionales. Por eso, insisto, necesitamos mejorar nuestra enseñanza universitaria y técnica, pero debemos darnos cuenta de que nunca lograremos en su totalidad independizarnos del extranjero en materia tecnológica. ¿Por qué y para qué? ¿No leíste el discurso de Hugo Margáin en Guadalajara? ¡Habló magníficamente del ''desarrollismo", el monstruoso y exagerado desarrollo de las sociedades modernas, que no han logrado hacer al hombre feliz. No creo que la meta del hombre sea el desarrollo de la sociedad industrial como tal, sino el hombre mismo."
-Bueno, pero ¿no hay una contradicción con lo que me dijiste antes? Si no vamos a producir nada ni sobresalir en renglón alguno, si no vamos a poder darle nada al mundo, ¿para qué estudiamos? Todo está mal planteado de antemano. Si nunca podremos alcanzar a los países altamente desarrollados ni ser un gran país industrial, ¿cómo vamos a salvarnos?
-Mira, ahora no tengo mi bola de cristal, no puedo predecirte cataclismos ni diluvios; anunciarte que unos perecerán para que otros surjan, ¡no! Lo que importa es que mejoremos nuestra educación y logremos estar en un grado medio de desarrollo. ¡Todo lo demás vendrá por añadidura!
Llevamos dos horas ''platicando". El teléfono sonó una o dos veces. Juan por fin terminó su té de manzanilla. Yo me eché el café casi de un solo sorbo. Me supo a malta. Es más, todo sabe a malta. Juan sonríe optimista. Yo me meso el pelo ante mis letras de pata de araña y el futuro de México. Juan Sánchez Navarro sigue sonriendo como un adulto benévolo que consolara a un niño.
Salgo. En la calle hace frío, está lloviendo. Un niño me ofrece: ''El último cachito de la de hoy". Pienso: a lo mejor somos eso; el país de la lotería. Y por primera vez en mi vida me compro un billete. ¡Quién quite y me la saque! ¡De chiripada! ¡Pura chiripada! Quién quite y nos vaya bien, ¿verdad? ¡Que a todos nos vaya bien! Ojalá, a la mejor se nos hace.