Usted está aquí: jueves 9 de febrero de 2006 Cultura Confieren al escritor David Huerta el Premio Xavier Villaurrutia 2005

El galardón es un recordatorio de que la poesía nos orienta ante la confusión, dice

Confieren al escritor David Huerta el Premio Xavier Villaurrutia 2005

El jurado falló en favor de su obra Versión, reditada por Ediciones Era y el CNCA

Esa obra se sitúa entre la mejores expresiones poéticas del México actual, ponderan

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen David Huerta, reconocimiento a su trayectoria poética Foto: Luis Humberto González

Para David Huerta, Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2005, hoy existen las condiciones que podrían llevar a la desaparición de la poesía: el salvajismo del mercado, la omnipresencia de la publicidad, una zona mayoritaria de los medios de comunicación electrónicos promoviendo ''bajísimos niveles de inteligencia o hasta su anulación" y la pobreza de los discursos políticos.

Por eso, dice que el premio que lleva el nombre de uno de los más destacados miembros de los Contemporáneos, ''es un recordatorio de que la poesía es algo que vale la pena, que nos permite habitar el lugar que cada uno habita con mayor claridad y orientarnos en medio de la confusión". Y por eso también es que el poeta agrega que el reconocimiento es, sobre todo, ''un homenaje a la poesía".

Huerta, para quien Villaurrutia ''es uno de los poetas que verdaderamente amo", ganó por unanimidad con su libro Versión, editado por primera vez en 1978 por el Fondo de Cultura Económica y reditado ahora por Era y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), así como ''por su trayectoria poética".

El fallo del jurado, que se reunió el pasado 2 de febrero, señala que ''esa redición confirma la excelencia de una obra que se ha desarrollado con brillantez y que se sitúa entre las mejores expresiones poéticas de la literatura mexicana de nuestro tiempo".

El premio, que durante medio siglo han recibido poetas, narradores y ensayistas como Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes y Efraín Huerta (en 1975), poeta padre del poeta, y cuyo monto aumentó de 150 mil a 200 mil pesos, le será entregado el lunes 6 de marzo en el Palacio de Bellas Artes.

Después de algunas ''trifulcas bárbaras" entre Villaurrutia y Efraín Huerta en los años 30, sobre asuntos como el del papel de la literatura en la sociedad, ambos poetas se hicieron ''amigos entrañables". Y David Huerta cuenta que cuando Villaurrutia murió en 1950, durante muchos años su padre le llevaba flores a su tumba. ''Esta es una lección de vida, de amistad y de buenas relaciones entre poetas".

Rebeldía para no ser un seguidor dócil

David Huerta, autor de otros poemarios también fundamentales, como Cuaderno de noviembre (1976) e Incurable (1987) ubica su ejercicio poético a lo largo del tiempo y acepta: ''Más me vale que haya cambiado", aunque recuerda que ''hay unos cuantos poetas verdaderamente milagrosos, que escriben siempre el mismo poema y su obra crece como si fuera un árbol, con ramas, sombras y luces diferentes, como Carlos Pellicer".

En cambio él, David Huerta, tiende a cambiar de un libro a otro. ''En estos últimos años he vuelto a los poetas tutelares de nuestra lengua, los del Siglo de Oro: Lope de Vega, Góngora, Quevedo. He vuelto también a las formas clásicas: apenas ayer escribí unas redondillas para un libro de poesía infantil".

Y sobre el parricidio de los poetas jóvenes actuales -a veces imprudencial por no haber leído a los autores de la tradición-, comparte que en su caso fue más complejo porque su ''padre biológico" también fue, en buena medida, su mentor poético. Por eso recurrió a los ''abuelos" y se desmarcó mediante una dosis de rebeldía, ''para evitar ser una copia o un seguidor dócil". De cualquier modo, se asume ''fiel a muchas cosas de la poesía de Efraín Huerta".

Durante el anuncio del premio ayer, en la sede del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), estuvieron dos integrantes del jurado: Vicente Leñero e Ignacio Solares. Lo completan Alí Chumacero, presidente de la Sociedad Alfonsina Internacional (SAI), y Pedro Angel Palou. Los cuatro han recibido el Villaurrutia.

En el acto también estuvieron Alicia Zendejas, secretaria técnica de la SAI y viuda de Francisco Zendejas, impulsor del galardón, así como Saúl Juárez, director del INBA; Silvia Molina, titular de Literatura del mismo; y Marcelo Uribe, editor de Era y quien llevaba ejemplares de la nueva redición de Versión, que por cierto también editó hace tres décadas en el Fondo de Cultura Económica.

 
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