De la nada se puede progresar, dijo el considerado padre del esgrima
No existen secretos para ganar medallas, aseguró el ruso Tyshler
"Pertenezco a la generación que empezó de cero (en la década de los 60). Después de siete años comenzamos a ganar medallas en campeonatos mundiales y Juegos Olímpicos, y actualmente somos líderes en esgrima.
"No hay secretos ni claves, porque a veces de la nada se puede progresar'', dijo el ruso David Tyshler, quien ganó más de 20 preseas en ese tipo de competencias.
Considerado el padre de esta disciplina, el ex atleta se encuentra en la capital mexicana para compartir sus conocimientos con los entrenadores de América Latina en el curso organizado por la federación mexicana de la especialidad.
Cuenta con el auspicio de la Fundación para el Desarrollo de la Esgrima, que dirige su compatriota Vitali Logvin en las instalaciones del Centro Deportivo Olímpico Mexicano.
Con la notable ausencia de técnicos cubanos, máximos exponentes del área, el iniciador de la escuela rusa de sable manifestó su interés para que su deporte trascienda a otras latitudes.
Desea que sobre todo sea en naciones que no han podido dar el salto para ser potencia mundial, pero dijo que con el trabajo, técnica y los aditamentos necesarios ese sueño se puede hacer realidad.
Tras la inauguración del seminario que puso en marcha Felipe Muñoz, titular del Comité Olímpico Mexicano (COM), acompañado de Jorge Castro, presidente de la FME, y los técnicos Yuri Byshkov y Ebnes Bazanov, Tyshler destacó que actualmente hay más de 20 entrenadores rusos que están al frente de las selecciones nacionales de otros países, y la mayoría ha formado monarcas del mundo y olímpicos.
Consideró que en Latinoamérica hay deportistas "talentosos. Son personas que tienen fuerza, agilidad y destreza; son guerreros.
"Sólo es cuestión de dedicación y tiempo para la enseñanza de una disciplina de alta competitividad, para que en el futuro surja un campeón olímpico, como en su momento lo fue él, que debió esperar más de siete años para lograr sus dos primeras medallas de plata, y subió a lo alto del podio en los juegos de México 68 con el equipo de sable.