Opinión y expresión
"¿Publicaría ese periódico danés en la Europa secular una viñeta de Jesús fornicando con San Juan?, ¿cuál hubiera sido la reacción?", se pregunta George Jaleafa, director de una televisión educativa y miembro del Instituto de Prensa Moderna de la Universidad Al Quds. El no la publicaría, pero tampoco representaría a Mahoma ni a Jesús ni a Yavé, cuyo nombre los judíos religiosos ni pronuncian. Esta es la respuesta que el director del instituto referido ha hecho a Naiara Larrañaga en un reportaje realizado en Jerusalén, aparecido en El País, en relación con las caricaturas de Mahoma publicadas en Dinamarca.
El mismo reportaje recoge la opinión del dibujante Baha Bujari que publica en el diario palestino Al Ayyam, de Ramalá. Dice Bujari: "Mahoma y la religión no son asunto de la prensa"; defiende la libertad de expresión, y sostiene que la caricatura sirve para "tocar todos los temas con una sonrisa", pero no la religión, que "es algo entre uno mismo y Dios". Sigue a pie juntillas la sharia, ley que prohíbe cualquier icono del profeta. Los periodistas palestinos han criticado las caricaturas, pero consideran desmesurada la ira desatada por los islamitas. A Bujari, sin embargo, le irrita que líderes radicales movilicen "como borregos a ignorantes que ni han visto las viñetas".
La irritación amenaza con volverse una revuelta de pueblos iracundos que ya han incendiado las embajadas de Suecia, Dinamarca y Chile, y el asunto no tiene visos de detenerse, sino de crecer. Se ha lanzado gasolina al fuego del fundamentalismo islámico y las relaciones de Occidente con el mundo islamita empeorarán aún más, sobre todo si los designios imperialistas sobre Irán continúan avanzando. Es claro que la furia no tiene sólo como fuente las estúpidas caricaturas del dibujante Plantu, publicadas el pasado septiembre en el diario danés Jyllands-Posten.
Ya Rabat prohibió la entrada a Marruecos, el pasado viernes 3 de febrero, de El País y muchos otros periódicos, como el francés France Soir, el alemán Die Welt, el italiano Corriere Della Sera o el español ABC, por reproducir alguna de las viñetas de Plantu. Las viñetas se volverán nuevos incendios.
Walid Wattrabi, columnista también de Al Ayyam, es uno de los muchos musulmanes -seculares- que al ver a Mahoma con una bomba como turbante se sintió insultado. Afirmándose contrario a la censura, cree sin embargo que los periodistas deben tener un código ético: "De la misma manera que no debes generalizar, ni difamar, hay que ser respetuosos con la fe de millones de personas incluso si a veces afecta la libertad de expresión".
Las respuestas europeas a la furia desatada en el mundo islámico han sido de escándalo, porque los excesos de las masas enardecidas van mucho más allá del valor de pura opinión que los europeos atribuyen a las viñetas danesas. Pero no es ése el sentimiento del Islam. Y es éste el que los medios europeos simplemente desprecian.
Los europeos que frente a este inaudito hecho mínimo que ha desatado tempestades se han dedicado a defender a rajatabla la libertad de expresión están, por supuesto, en un error. La libertad de pensamiento y de opinión no puede tener límites: es, tiene que ser, un derecho absoluto; pero esa libertad no puede expresarse sin límites: su expresión no puede ser un derecho absoluto. Esta tesis no es ninguna novedad. Los límites a la libertad de expresión son los derechos de los demás a ser respetados en su honor, en su intimidad y fama, así como también deben ser límites los derechos de la sociedad en su conjunto a que no se divulguen opiniones o pensamientos atentatorios contra el orden público o el orden de convivencia establecido.
La religión islámica es fundamentalismo puro, pero no lo es menos la religión que profesa Bush. Nadie debiera olvidar que el fundamentalismo es un movimiento conservador cristiano nacido en Estados Unidos entre los protestantes, a fines del siglo XIX. Sus creencias son para ellos verdades absolutas incuestionables: la Biblia es infalible, el de Jesucristo fue un nacimiento virginal y divino, su sacrificio en la cruz fue una expiación de los pecados de la humanidad, veremos un día la resurrección física y una segunda venida de Cristo, y también habrá una resurrección física de los creyentes. Los no creyentes no volverán.
Estas creencias irracionales eran -y son aún para millones en Estados Unidos- verdades absolutas. Cualquier musulmán que haga mofa de ella en sus medios de comunicación será para estos fundamentalistas un insulto.
El derecho que regula la libertad de expresión no puede permitir la expresión vejatoria de nadie, y para los islamitas el diario danés que irresponsablemente publicó las caricaturas de Mahoma sin duda vejó las creencias de millones.
Llegará el día -mi creencia- en que la educación y el cultivo del conocimiento permitan a los hombres eliminar de sus mentes los seres fantásticos que inventaron hace milenios. Ese día no habrá más ofendidos por causa de los dioses inventados por los hombres.