Usted está aquí: lunes 6 de febrero de 2006 Opinión CIUDAD PERDIDA

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

María Elena Pérez, una transparente ariete priísta

Trampas y omisiones en el Consi

Extraña protección panista

HACE RATO ya que el organismo desde donde se pretende transparentar los gastos del gobierno de la ciudad funciona mal o de plano no sirve para nada. Desde su inicio ha cargado con los problemas inherentes a los intereses de los partidos políticos que actúan en el Distrito Federal, y más que dar paso al genuino interés ciudadano por conocer las cuentas de los impuestos que paga, ha divagado entre la defensa de las posturas de gobierno, que pretende, a toda costa, ciudadanizarlo, y el fin partidista que lo quiere disfrazar de organismo independiente para construir, desde allí, una plataforma de ataque impune.

DE OTRA manera no se entiende por qué, bajo diferentes escenarios tramposos, la señora María Elena Pérez Jaén ha tratado de seguir cobrando en el organismo, no obstante sus nexos políticos con el PRI y la protección que goza de parte de los panistas.

ES BIEN conocido, desde los inicios del Consejo de Información Pública del Distrito Federal, que tal señora omitió, en los datos de su trayectoria, que de su puño y letra salieron algunos artículos que perfilaban su militancia priísta, como uno en el que diseñaba la agenda de ese partido para este siglo, o bien su participación abierta en el Consejo Editorial del PRI, que en 1999 celebró su XVIII asamblea general.

SERIA IMPOSIBLE pensar que alguien que oculta ese tipo de información a un organismo que se pretende ciudadano, lo hubiera hecho por mera omisión involuntaria, pero además certifica que no es posible suponer que quien pone velos a su historia profesional pueda, de la noche a la mañana, sustentar su trabajo en una institución que tiene, como único fin, la transparencia.

Y NO es todo. Con el apoyo del PRIAN, la señora Pérez Jaén logró convertirse en consejera, y más tardó en ocupar el cargo que en saberse que, desde la computadora de su asesor, José Martín, se lanzaron amenazas en contra de Gustavo Velázquez, que entonces fungía como presidente del organismo para la transparencia. Lo más grave de este asunto es que las amenazas eran firmadas, supuestamente, por René Bejarano.

EN ESE episodio se volvió a incurrir en la falacia, se trató de engañar, no nada más a la ciudadanía, sino también a las autoridades, que al final descubrieron la procedencia de los correos electrónicos: todos habían surgido de la oficina de la señora que pretende representar a los habitantes de la ciudad en una institución que busca terminar con las patrañas.

SOLO DESDE la militancia política se puede explicar que una funcionaria como Pérez Jaén asista a su lugar de trabajo apenas cinco días en un mes, como se denunció. Queda claro, de esa forma, que el interés que la mueve no es, primordialmente, la búsqueda de lo cierto en las cuentas de la inversión del gobierno, sino los ataques que le ordenen desde la militancia partidista.

EN FIN, María Elena Pérez Jaén ha sido una constante de distracción en los trabajos de quienes sí han querido hurgar o investigar en los manejos financieros del gobierno, para no dejar dudas sobre las inversiones del dinero de los ciudadanos.

UNA ORDEN de un juez impidió que esta señora volviera a meterse en el organismo, cuando menos por ahora, pero debería quedar claro, aún entre los militantes del PRIAN que mantenerla allí sólo servirá para ponerle nombre y apellidos a los ataques que ya transitan por el camino del desprestigio.

ASI PUES, en bien de la transparencia que defienden hasta la ignominia, porque es necesario hacer que el organismo funcione y sea calificado, sin la menor sospecha, por la ciudadanía, nada sería más justo que dejar que la señora Pérez Jaén se dedique a las labores que le requieren su partido y su pensamiento políticos, y panistas y priístas busquen otro nombre para proponerlo al Instituto de Acceso a la Información Pública del Distrito Federal, que a finales de marzo quedará, suponemos, debidamente integrado por miembros a quienes no les pese su tendencia partidista.

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