Nuestros antepasados ponían patronímicos griegos, latinos y bíblicos, asegura
Nombres raros como Hipotenusa, Belú y Hitler abundan en Tabasco: investigador
Ampliar la imagen Jorge Priego Martínez, investigador y escritor tabasqueño Foto: René Alberto López
Villahermosa, Tab., 5 de febrero. Tabasco no sólo tiene como referente a sus políticos cargados con la pasión del trópico, a su poeta Carlos Pellicer, al plátano y sus platillos típicos, como el pejelagarto y el tamal de chipilín. Hay otro aspecto que atrae la atención de propios y extraños: los nombres "raros, feos y hasta simpáticos" de algunos de sus pobladores.
En esta entidad, por ejemplo, hay personas que llevan el nombre de Hipotenusa, Masiosare, Primo, Oliver Onice, Deltránsito, Belú, Sero, Florizel, Tabasco, Grijalva, Villahermosa, Lenin, Hitler, Trosky, Volter, Linier, Aristóteles, Diógenes, Platón, Laureano, Cinico, Celito, Decoroso, José Superman, Casiano, Egonomia, Sopelo, Cerbula, Amnesis, Eutilo y Eleudomina, por mencionar sólo algunos.
Un amplio conocedor del tema en esta región es el investigador y escritor Jorge Priego Martínez, quien incluso posee una extensa recopilación de nombres encontrados en periódicos viejos.
"En el caso de México, sí podemos decir que concretamente es aquí en Tabasco en donde se da más este fenómeno de los nombres que se consideran raros, simpáticos y algunos hasta feos, aunque otros son bíblicos o sacados de la literatura", comenta.
"Aparte de los nombres bíblicos, griegos y latinos, como Aristóteles, Diógenes, Platón y otros, hay también otros sacados de la literatura. Eso quiere decir que nuestros antepasados leían muchísimo. En casi todas las haciendas había pequeñas bibliotecas. La gente estaba al día de las novelas europeas y latinoamericanas", agrega.
Pero también existen los patronímicos que surgen de las combinaciones que hacen los padres al momento de presentarlos en el Registro Civil. Belú Castellanos, ciudadano muy conocido en Villahermosa, mencionó el especialista, debe su nombre a "Be" por Beto, su padre, y "Lu" por Lupita, como le decían de cariño a su mamá.
Priego Martínez, quien además se desempeña como director editorial del gobierno del estado, narra un caso familiar: "Yo tengo unas sobrinas que llevan por nombre Mirfra y Framir, porque la mamá se llama Mirla y el papá Francisco".
Otro caso similar es el de Antenor Garrido, originario de Jonuta y sobrino del legendario ex gobernador tabasqueño, Tomás Garrido Canabal, que tuvo 10 descendientes. A la que sería su última hija, pues había decido no tener un heredero más, le puso el nombre de "Sero Alejandra".
Otra anécdota conocida en el medio periodístico de Villahermosa es la de Primo Pérez, un reportero chontal de Nacajuca. Cuando su nombre comenzó a aparecer en el periódico donde trabajó muchos pensaron que se trataba de un seudónimo.
Hace algunos años, el conductor de televisión Raúl Velasco se refirió a los nombres raros en su programa Siempre en Domingo que grabó en la entidad. Cuentan lugareños que muchos se inconformaron con el comentarista y enviaron al día siguiente sus cartas de protesta a los noticieros de radio locales.
La especie menciona que a una estación llegó una queja que decía: "No estoy de acuerdo que el señor venga a burlarse y a decir que hay nombres raros en Tabasco". La misiva la firmaba: Cafiaspirina Oropeza.
Incluso el tema ya fue abordado por personajes de la literatura. El escritor tabasqueño Andrés Iduarte, en su libro Un niño en la Revolución Mexicana, habla de esa costumbre y da pie a su célebre frase: "Tabasco es un estado de nombres griegos y de odios africanos".
Priego Martínez señala el caso del poeta Amado Nervo, quien en un artículo que publicó en la prensa nacional el 25 de junio de 1896, "Los campos elíseos en Tabasco", habló de la proliferación en la entidad de nombres griegos y latinos y sacados de los textos bíblicos.
El historiador tabasqueño Geney Torruco proporcionó copia a La Jornada de su ensayo Los nombres raros en Tabasco, donde menciona que durante sus investigaciones tuvo la fortuna de encontrar el artículo de Nervo, el cual consigna en una de sus partes:
"Las familias tabasqueñas, rindiendo un culto clásico a la antigüedad, culto que las honra sobremanera, en vez de buscar en el calendario nombres para sus recién nacidos, los buscan en La Iliada, en La Eneida, en La Biblia y, en general, en la historia universal. Y así, en una familia, pongo por caso, hay un Homero, una Cornelia, un Bruto, un Salmanasar y una Hera".
Torruco recoge también en su texto lo expuesto por Andrés Iduarte sobre el tema de los nombres raros:
"En mi tierra casi todos, jacobinos, cuándo no, positivistas, ponían a sus hijos los nombres más extraños. Algunos entraban a saco en la filosofía. En Tabasco abundan los Sócrates, los Platones, los Aristóteles... Otros papás recurrían a la literatura. También cuenta que en una serenata se "reunieron" en una ocasión los nombres de los tres trágicos griegos: Sófocles Pérez, Esquilo Ramírez y Eurípides Guardiola".
Priego Martínez, por su parte, atribuye algunos nombres al tabasqueñismo de la gente: "hubo unos hermanos muy conocidos aquí, a principios del siglo XX, que se llamaban doña Grijalva y Tabasco, me parece que de apellidos Martínez"
Relata que Cayetano Martín Bolio, yucateco avecindado, llegó a querer tanto a estas tierras que a una de sus hijas le puso Villahermosa. Al respecto bromeaban y decían que don Cayetano era el hombre más poderoso porque era dueño del Cielo y papá de Villahermosa. El Cielo se llamaba su comercio de mercería.
Otros son producto del capricho de sus padres. Una vez, añade el investigador, una señora de una ranchería del municipio de Centla llamó a su hijo José Supermán, porque ese nombre le gustó al papá. "Hay otro que se llama Cinico, ¡imagínate si le ponen el acento!", expresa.