Por qué apoyar a Demetrio Sodi
Con la excepción de unos cuantos años que estudié en Estados Unidos, toda mi vida he radicado en la ciudad de México; es mi ciudad, la he visto evolucionar y crecer desmedidamente, he sido testigo de la solución de muchos de sus problemas, como el de las tolvaneras y el de las inundaciones del centro de la ciudad en los años 60, pero también de la aparición y el crecimiento de otros, como el tránsito vehicular, la inseguridad y el comercio ambulante.
De tiempo atrás y cada vez en forma más clara fui entendiendo que muchos de los problemas eran inducidos y alentados por las propias autoridades, y que en la ciudad existían redes de intereses que afectaban la vida de sus habitantes. Ello era visible con los revendedores en cines y espectáculos deportivos, con los policías tratando de extorsionar a la población, en el comportamiento irresponsable de los operadores de autobuses, en el crecimiento caótico de la ciudad, en las redes de vendedores ambulantes adueñados de los cruceros viales, todo ello ante la complacencia de las autoridades respectivas.
Para una parte creciente de los habitantes de la ciudad, los problemas tenían que ver con el hecho de que en el Distrito Federal no podíamos elegir a nuestros gobernantes, sino que éstos eran designados por el presidente de la República y sus colaboradores. Las mafias del poder, naturalmente ligadas al PRI, estaban apoderadas de los espacios y de los servicios públicos, incluidos mercados, estaciones del Metro, taxis, transportes urbanos y vendedores ambulantes. Con Arturo Durazo como jefe de la policía, aun los delincuentes mismos pasaron a formar parte de la estructura local del poder y cualquier gestión en las oficinas del gobierno requería de pagos arbitrarios e ilegales conocidos en el lenguaje popular como mordidas.
A partir de los sismos de 1985, esas estructuras de poder se comenzaron a resquebrajar, ante la presión ciudadana para lograr la elección de sus autoridades y la desaparición de las organizaciones corporativas al servicio del PRI. El plebiscito ciudadano que se realizó en 1993, dos años antes de que concluyera el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, constituyó un paso importante de ese proceso de democratización, que culminó en 1997 con la elección de Cuauhtémoc Cárdenas como primer jefe de Gobierno del DF. Los ciudadanos que habíamos participado en él lo consideramos como un gran triunfo: la democracia había llegado a la ciudad y sólo sería cosa de tiempo para que las estructuras mafiosas del poder priísta quedaran desmanteladas.
Doce años después, el escenario actual nos hace ver que estábamos equivocados: el dinosaurio sigue allí, lo único que logramos fue que cambiara de color, antes era verde y rojo, hoy es amarillo. No es sólo Marcelo Ebrard, quien era entonces el secretario general de Gobierno del DF, son todos los cuadros del partido controlados por los Bejarano, son las prácticas corporativas de compra de votos, es la cauda de funcionarios menores corruptos e ineptos que hoy pululan y ejercen su poder en las delegaciones, ante los ojos de la población confundida por el gatopardismo.
La ciudad necesita un cambio, prácticamente el mismo cambio que buscábamos en 1993 y que la realidad, con la ayuda de estos personajes antes del PRI y hoy del PRD, nos ha impedido lograr, un cambio que permita pensar en soluciones integrales, planeadas y de largo plazo, dejando a un lado las ocurrencias, las soluciones de coyuntura, las negociaciones entre grupos de interés a espaldas de la sociedad.
No me gusta ver hoy a Demetrio Sodi como candidato del PAN al Gobierno del Distrito Federal, él no es un político de derecha, sin embargo, al estar cooptados los otros espacios que antes existían, cualquier esfuerzo serio que como ciudadanos podamos hacer dentro de los cauces democráticos para evitar que nuestra ciudad siga en manos de las mafias que hoy detentan el poder es importante. En este sentido reconozco que la visión de ese partido que le ha ofrecido la candidatura ha sido abierta y objetiva en torno al proyecto de Sodi, que puede beneficiar a la ciudad.
Demetrio Sodi fue el gran impulsor del plebiscito ciudadano de 1993 y lo ha sido de la democracia para el DF. Ha trabajado muchos años en el desarrollo de un proyecto para darle futuro a la ciudad y, como el PAN, considero que es la mejor opción para gobernar la ciudad de México, por su experiencia y su trayectoria de honestidad.
Además de todo lo mencionado, a mí me preocupan varios problemas que siento cada día más asfixiantes en la ciudad. La disminución dramática de áreas verdes, los niveles de vialidad, que no permiten viajar a más de 10 kilómetros por hora, en razón de la saturación vehicular, y la previsible escasez de agua en la mayor parte de la ciudad, para un futuro cercano. Los proyectos que he escuchado del senador Sodi me hacen pensar que tiene capacidad para hacerles frente.