Alimento de origen prehispánico que llega a nuestros días

Atracón de tamales, de rigor el Día de la Candelaria

BERTHA TERESA RAMIREZ

El popular Día de la Candelaria fue nuevamente el pretexto para que cientos de capitalinos se dieran un banquete de tamales, ese antojito mexicano que teniendo origen prehispánico ha logrado llegar hasta nuestros días más versátil y sabroso que nunca.

La fiesta de la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero, significa para la religión católica el fin del periodo de adviento; se conmemora la presentación del niño Jesús en el templo y la purificación de la Virgen, pero para los capitalinos es también la ocasión de rematar las comilonas que empezaron en diciembre.

Este 2 de febrero, los tamales, que a diario se venden en las mañanas en cientos de esquinas o afuera de muchos zaguanes de la capital, y que varias veces constituyen el desayuno rápido de obreros, comerciantes, secretarias, empleados, burócratas y demás transeúntes cuando se dirigen al trabajo o a la escuela, se convierten en un platillo especial para acompañar la fiesta.

La tradición religiosa ha sido aderezada por la sensibilidad mexicana que dio origen a la costumbre de vestir al Niño Dios con el atuendo del santo de moda, o la devoción de quien lo lleva a vestir y bendecir y de quien, por ese hecho, contrae una relación de compadrazgo con el dueño de la imagen. El agregado de los tamales a esta celebración recae el 6 de enero en quien al partir la Rosca de Reyes le haya tocado "el muñequito" que representa al niño Jesús.

La historiadora y gastrónoma Guadalupe San Vicente señala que han pasado más de 20 siglos de que la ganadería y la porcicultura españolas, que se sumaron a la cultura prehispánica, enriquecieron el arte culinario de ambas naciones y, de entre todos los platillos que resultaron del mestizaje, los tamales prácticamente no han tenido cambios en su forma ni en su envoltura: la base son hojas de maíz o plátano o bien de hierbas con acelga, entre otras.

Con el tiempo se les han ido agregando muchos otros ingredientes que marcan hoy una gama multicolor de sabores y de hecho se ha logrado registrar 370 tipos de tamales de todo el país. "En sus ingredientes se puede ver el mestizaje culinario que se dio entre la cultura del maíz y la del trigo. El taco y el tamal no existirían como son hoy sin las aportaciones de México y España", indicó.

Más allá de ser uno de los antojitos mexicanos más populares, los tamales también han servido como fuente de ingresos para muchas familias modestas, y en varios casos han sido la tabla de salvación de algunas jefas de familia. Es el caso de doña Blanca Castañeda, que al quedar jubilada como trabajadora de la Secretaría de Desarrollo Social decidió ponerse a vender tamales afuera de su casa para completar su pensión.

Entrevistada en el puesto de tamales que diariamente se pone en la esquina de Salvador Díaz Mirón y Jaime Torres Bodet, en la colonia Santa María la Ribera, y mientras acompaña su tamal de salsa verde con sorbos de champurrado -el tradicional atole de chocolate- advierte: "a nosotros nadie nos va a quitar los antojadizos, ni la dieta 't', ésa que tiene que ver con las tortas, tacos y tamales, como a mi mamá, que a pesar de estar enferma hoy pidió sus tamales para celebrar el Día de la Candelaria".

Desde hace 16 años Alejandro Osorio, oriundo de San Martín Texmelucan, Puebla, vende tamales en la esquina de Río Nazas y Río Amazonas, en la colonia Cuauhtémoc, pero este jueves tuvo que trabajar doble jornada porque se le incrementaron los pedidos de la clientela que decidió sorprender a sus compañeros de trabajo con tamales. "A varios clientes les tocó el muñeco el 6 de enero y tuvieron que llevar entre 20 y 30 tamales."