UN EDITOR EN LA CARCEL
''Se me ha convertido en marioneta del Estado y de la piratería real''
Su encarcelamiento es ''una mala maniobra de las autoridades para justificar el ataque contra esa práctica ilegal'', expresa
Preocupa al director de PyV la coacción que puedan sufrir sus hijos
Ampliar la imagen El editor y promotor cultural Fernando Valdés, en el Reclusorio Preventivo Norte, durante la entrevista con La Jornada Foto: Francisco Olvera
A 180 días de permanecer encarcelado en el Reclusorio Preventivo Norte de la ciudad de México, el editor Fernando Valdés se asume como ''una marioneta tanto del Estado como de la piratería real".
Está convencido de que su detención obedece sólo a una mala maniobra de las autoridades para justificar el ataque contra la piratería, ''cuando -enfatiza- soy un empresario que nada tiene que ver con ello".
Refrenda una vez más su inocencia y resalta que es inexistente el delito que se le imputa, pues ''ya se demostró que no hay pruebas".
Este casi medio año de prisión, sin embargo, ha sido tomado por el editor también de manera constructiva y hasta cierto punto como una experiencia positiva. Inclusive realizó ya una investigación sobre el estilo de vida y las prácticas cotidianas en el lugar, que pronto aparecerá en un libro.
Será el undécimo título que Editorial Plaza y Valdés (PyV) publique sobre el tema carcelario, aunque bajo la firma del reconocido investigador Raúl Rojas Soriano, a quien Valdés entregó el material reunido a partir de sus pesquisas.
Agresión en el reclusorio
Con actitud optimista, aunque detrás del uniforme beige puede apreciarse la extrema enjutez de su anatomía, Fernando Valdés recibe con una a La Jornada, para sostener una charla que habrá de durar poco más de una hora y en la que presentará varios elementos para argumentar su inocencia.
Ante tal tranquilidad y buen humor, lejos está uno de imaginar que este hombre se encuentre privado de la libertad desde el pasado 6 de agosto, menos aún de que esta estancia pusiera en riesgo su vida hace algunas semanas, cuando uno de los presos trató de ahorcarlo con un cable, mientras otro intentaba picarlo con una segueta afilada y uno más lo bolseaba en busca de dinero.
''Me salvé porque salieron a defenderme mis amigos delincuentes. Fue una pelea rápida, que no requirió la intervención de los custodios. En verdad la libré'', cuenta.
La entrevista ocurre en un amplio salón del centro penitenciario facilitado por las autoridades, provisto solamente de una mesa y tres sillas de plástico, al que de vez en vez se asoma con mirada curiosa o burlona uno que otro reo que espera visita o bien da lustre al calzado o hace mandados a alguno de los visitantes.
Confiado en que su defensa logre demostrar ante el juez la inexistencia del presunto delito que se le imputa, ''especulación comercial'', sólo un asunto mantiene con profusa preocupación al editor: la posible aprehensión y encarcelamiento de sus hijos Claudia y Fernando, de 31 y 29 años de edad, respectivamente, por el mismo motivo.
Así como de la gerente general de la editorial, Arabella Jiménez, y la académica Amparo Ruiz del Castillo, que ''ni vela tiene en el entierro'' y sólo participa en la empresa como asesora para los materiales educativos.
''¿Por qué la parte querellante pretende involucrar a mis hijos y a estas otras personas? -señala el editor-. Para presionarme. Mis hijos son parte de la editorial y son utilizados (por los demandantes) como forma de coacción para que yo pagara, primero, 3 millones 500 mil pesos, y ahora me exigen 2 millones 800 mil''.
En qué país vivimos
Con la convicción se saberse inocente, Valdés subraya: ''No voy a dar nada, ni a negociar. Si llegaran a detener a mis hijos, lo he pensando mucho, algo tendría que hacer, y creo que haré un esfuerzo cerrando la boca para toda la vida. ¿En qué país vivimos que hay tales actos de injusticia?
''Me dicen que van a mandar pedir su declaración. La parte supuestamente afectada está apoyándose en la averiguación; cambiándole de número, está haciendo la solicitud. Mi abogado ya está enterado de eso.''
La detención del director de PyV se realizó con base en la querella presentada por la familia Rincón Avila, propietaria de los derechos autorales de los cuadernos Gader, y luego de la cual personal de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos contra los Derechos de Autor y la Propiedad Intelectual de la Procuraduría General de la República decomisó en las instalaciones de la editorial 3 mil 157 ''ejemplares apócrifos'' de ese título, según informó la dependencia en un comunicado, días después de la captura.
El editor fue acusado de seguir produciendo y vendiendo dichos materiales didácticos aun cuando el contrato con los autores supuestamente había fenecido. El reporte de ventas que sirve como prueba en su contra, de acuerdo con lo que suman las facturas, es de 540 pesos.
''Creo que es momento de decir algo vergonzoso y que no he dicho: no he aceptado que me acusen de especulación comercial de menos de 300 libros vendidos en un año. No he aceptado esa situación, porque no es un delito cometido'', asegura.
''En el expediente aparece el reclamo de los demandantes, como que yo produje libros en 2004, lo cual es falso. Además, para apoyar ese argumento, los querellantes reclaman también la revisión de dos ediciones que ellos autorizaron.
''Tanto esas dos ediciones como los libros que ellos acusan que yo había hecho, nunca fueron producidos. Si fuera así, el delito es factible. Pero el delito no existe. Los libros con los que la procuraduría justificó mi detención, los 3 mil 157 decomisados, pertenecen a dos ediciones: una de 1999 y otra de 2002, que fueron realizadas mediante contrato.
''El artículo 424 bis (de la Ley Federal de Derechos de Autor) fue hecho para el que elabora libros sin contrato. No es entonces aplicable en mi caso el delito, y el juez tiene que poner atención en esto. Aparece varias ocasiones en el expediente el reclamo de los demandantes de que yo elaboré libros, y ya se demostró que no hay pruebas; que ellos me pedían la revisión de las dos ediciones hechas bajo contrato, y no están hechas. Y aún así me tienen aquí.''
De acuerdo con Valdés, esas dos ediciones ''no se realizaron porque fue un fracaso la edición. Yo quería publicar 100 mil libros de ese título. Esto es algo que no se ha matizado. Sólo logré publicar 15 mil ciento y tantos.
''De ese total se vendieron solamente 7 mil 445, menos de la mitad; lo demás está entre lo que me decomisó la procuraduría para justificar la detención y libros que regalé promocionalmente. Fue una inversión grande y como premio tengo la cárcel. No podemos caer en el error de que ahora detengan a mis hijos.''
Y agrega: ''Lo que seguí vendiendo fue el remanente de un contrato autorizado por ellos (los autores) y esto lo puede decir una perito de la procuraduría. Los que se vendieron y los que están en esas facturas son libros de los que tenía derecho de vender, y en todas mis declaraciones he dicho que son libros de mi propiedad''.
Detención arbitraria
A decir del editor Fernando Valdés, existen varias irregularidades en su detención, ''que comienzan desde que me detuvieron sin ninguna orden de aprehensión y sin darme el derechode defenderme. Nunca tuve una cita ante el Ministerio Público, eso no se ha dicho con énfasis.
''Me avisaron que había un cateo para buscar libros; acudí porque conozco el artículo 424 bis: fui uno de los que lo promovieron y participaron en la propuesta de crearlo para atacar la piratería.
''Acudí a la editorial para demostrar que tenía un contrato y los derechos para publicar ese libro. Me prestaron la orden de cateo, pero sólo para que viera el nombre de los participantes, seis agentes del Ministerio Público. Y dada esa detención arbitraria, me negué a declarar desde que entré a prisión hasta después de tres y medio meses.''
El origen y ''el verdadero motivo'' del problema con la familia Rincón Avila, de acuerdo con Valdés, consiste en la solicitud que les hizo de recibos fiscales desde que decidió dejar de publicar los cuadernos Gader, a finales de 2002, para avalar los pagos que debía hacerles la editorial ''por más de 300 mil pesos''.
''Y a partir de allí les dije que no volvería a hacer sus libros. En el careo, le dijeron al juez que les pedí recibos falsos, lo cual es una mentira y algo ofensivo.''
A raíz de su detención y encarcelamiento, el editor ha decidido tomar tres acciones: la primera es ''meter a la editorial'' a la cárcel. Iniciativa que espera tener lista a más tardar en junio y que implica establecer los departamentos de edición y producción en el Reclusorio Norte, para lo cual capacitará a algunos internos y que permanecerá, asegura, aún después de su liberación.
''Es una forma de protesta: voy a meter a la cárcel también a mis autores, aunque sea en libros. Para mí siempre será una injusticia esta situación. Aunque he encontrado que para los querellantes no es así''. La segunda medida consiste en mandar pintar un mural monumental en uno de los cerros adyacentes al Reclusorio Norte, con la leyenda: ''más de 30 por ciento de los presos en este centro somos inocentes''.
Y la última la tiene considerada sólo en caso de que detengan a sus hijos, y consiste en mantenerse en silencio, inclusive, si es necesario, afirma, por el resto de su vida.
Pero no todo ha sido negativo para Valdés durante su estancia en el Reclusorio Norte. Según asegura, le ha permitido conocer a fondo gran parte de la dinámica de la vida aquí, así como entender muchas motivaciones de los delincuentes.
''Mi vida aquí ha sido difícil, pero profesionalmente muy importante, porque de otra manera no hubiera tenido oportunidad de observar y adentrarme en estas formas de vivir'', platica.
''En ingreso conocí todas las celdas vendiendo cigarros, con cacha a varo y sin cacha a dos por 1.50. Ese era el pretexto para poderme meter a todas las celdas: las del sector de homosexuales, de indígenas, de asaltantes de contenedores o de vendedores de droga y las celdas privilegiadas.
''En estas últimas conocí al dueño de un laboratorio de coca en el norte. Me daban facilidades de estar fuera de la celda, convivir con los que van al rancho a recoger la comida. Me conocen mucho a partir de esa vivencia.
Droga, extorsión y violencia
Como parte de sus indagaciones, entre las conclusiones a que llegó Fernando Valdés, señala: ''Hay cosas que tengo bien identificadas: la droga, la extorsión, la violencia. Son cosas normales para el delincuente. Pero para quienes somos inocentes y estamos aquí, que somos muchos, eso representa una barbaridad, y me he enfrentado a ella viviendo con ella, como si fuera parte de ella.
''Más de 30 por ciento de los presos somos inocentes; afuera se vive una quimera: cualquiera puede llegar aquí sin haber cometido delito y nadie hará algo por él.''
Mantenerse preso ha implicado para Valdés, además del desgaste personal extremo, fuertes pérdidas económicas en la editorial que dirige, así como la cancelación de negocios particulares.
Asimismo, el impedimento para participar en reuniones editoriales internacionales, entre ellas el Fórum de Publicaciones de la Unión Europea, a finales del pasado septiembre, y una reunión del Mercosur.
''Siento mucho coraje. Hay un problema de relación Estado-empresa, porque con mi detención las autoridades justifican el ataque a la piratería, cuando soy un empresario que nada tiene que ver con ello", subraya.
''Y eso sucede en tanto decomisan toneladas de discos y películas piratas y no capturan a los que los producen. Se me ha convertido en una marioneta tanto del Estado como de la piratería real".
Y concluye: ''Desearía una confrontación entre el juez segundo de distrito, que me tiene en la cárcel, con el juez octavo, el cual tres meses antes de mi aprehensión había rechazado la querella. Los puntos aceptados por el primero fueron rechazados por el segundo. Hay un choque de leyes. Sólo quiero que vivamos en un estado de derecho".