La intención fue desarrollar contenido, imágenes y textos de forma paralela, expresa
Vicente Rojo reúne en un libro ''obras compartidas'' con poetas y escritores
''Me hubiera gustado ser un anónimo iluminador de manuscritos románticos o un tlacuilo''
Alas de papel incluye textos de Octavio Paz, José Emilio Pacheco y Bárbara Jacobs
''Más que tratar de ser un pintor o escultor o diseñador gráfico de nuestros días, lo que de verdad me hubiera gustado es haber sido un anónimo iluminador de manuscritos románticos, aislado en alguna remota montaña europea, o un tlacuilo dibujante y escritor (que entonces era lo mismo) de códices prehispánicos, oculto en la selva o en los llanos de lo que más tarde se llamaría México", expresa Vicente Rojo.
La reflexión surge al ver reunidas por primera vez las ''obras compartidas" con poetas y escritores como Octavio Paz, José Emilio Pacheco, David Huerta, Alvaro Mutis, Fernando del Paso, Hugo Hiriart, Alberto Blanco, Bárbara Jacobs y Coral Bracho, que ahora integran el libro Vicente Rojo. Alas de papel (2005), coedición de Era y El Colegio Nacional.
El volumen tuvo origen en la exposición Obra compartida, que Rojo realizó en el Pabellón Transatlántico de la Residencia de Estudiantes de Madrid a finales de 2002.
Libertad para el lector-espectador
Salvo algunas excepciones, apunta Rojo en el texto introductorio Puntos suspensivos, ''en estos códices (me gustaría considerarlos así), después de escogido el tema, ni los poemas o relatos describen las imágenes ni éstas ilustran los escritos. La intención fue desarrollar el contenido, imágenes y textos, de manera paralela, de modo que quizá la unión pudiera encontrarse en la música de las palabras y en el ritmo de la partitura visual, o viceversa, y así dejar al lector/espectador la libertad de lanzar al vuelo estas alas de papel".
Las propuestas editoriales, explica Rojo, vinieron de ambas partes: ''De Octavio Paz (Discos visuales) y de José-Miguel Ullán (Acorde) aquí se reproducen fragmentos de cartas y bocetos que fueron el punto de partida de las dos obras. De Alfonso Alegre Heitzmann conocí las primeras versiones de La luz en la ventana y, como una de las citadas excepciones, me atreví a ilustrar cuatro líneas del poema que da título al cuaderno. Rafael-José Díaz, joven poeta al que no conozco personalmente, me pidió desde las Islas Canarias dibujos para La azotea-Réquiem".
Distintos y osados editores, prosigue Vicente Rojo, le sugirieron realizar con poetas libros o carpetas que después llamarían Tardes de lluvia (Ullán); Ocho volcanes (Blanco); Escenarios y Tres volcanes encendidos (Pacheco); El resplandor y Obediencia/El volcán (Andrés Sánchez Robayna); Entre el sol y el laúd y Cuatro volcanes iluminados (Coral Bracho); Orillas (Jaime Moreno Villarreal); Islas de luz (Olvido García Valdés), y una colaboración a través de los siglos, Bocas de fuego (Joseph de Acosta, 1590).
''Por iniciativa propia se hicieron: Octavio Paz, Marcel Duchamp (en el que no aparecen imágenes mías; mi colaboración fue como diseñador gráfico y editor); Jardín de niños (Pacheco), Lluvias de noviembre (Huerta), Lluvias de papel (Mutis), Casa entre nubes (Blanco) y Prosa del Popocatépetl (Francisco Serrano).''
Rojo guarda enorme respeto por las palabras, ''más cuando forman un poema". Cree, con Cardoza y Aragón, que ''la poesía es la prueba concreta de la existencia del hombre". Y asegura: ''Por un verso de un poema me atrevería a cambiar toda mi obra".