Analistas: el CT, en grave crisis por su descrédito
El Congreso del Trabajo (CT) experimenta una grave crisis que se manifiesta con sus desacuerdos internos, su incapacidad para intervenir y frenar la "desbandada de sindicatos" de una de sus principales organizaciones, como es la FSTSE, así como en el rápido crecimiento de la disidencia en organizaciones tan importantes como el sindicato petrolero o el Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana.
Además del sometimiento del Congreso del Trabajo a la política laboral gubernamental, éste se encuentra en la inmovilidad, en el descrédito absoluto, y los reclamos democráticos son sofocados por la fuerza. Inclusive ha disminuido el peso de esta central en los espacios políticos y ha visto reducida su capacidad de incidencia en el quehacer público.
En su libro Estado, crisis y reorganización sindical, los catedráticos y analistas Max Ortega y Ana Alicia Solis de Alba, de la Universidad Autónoma Metropolitana, reseñan la situación actual del CT y sostienen que "hay una crisis de representación y representatividad del sindicalismo corporativo".
Señalan que el otrora poderoso Congreso del Trabajo ha devenido en organización de pantalla, que ya no tiene la influencia política y laboral de otros tiempos. El análisis indica que durante las pasadas dos décadas el CT había tenido un importante papel en la gestión estatal de la fuerza de trabajo y en el mantenimiento de la estabilidad política.
Las funciones de esta organización eran inclusive de utilidad para la continuidad de la dominación del Estado y del sector empresarial sobre el conjunto del movimiento laboral. Sin embargo, ahora se le desmorona la central a su actual dirigente, Víctor Flores, porque los sindicatos de burócratas ya no respetan las grandes figuras de su organización y están en desbandada.
Por su amasiato con el salinismo, al término de este sexenio, las funciones del CT iniciaron su declive y crisis; la continuidad laboral, la devaluación y la recesión fueron las causas, ya que echaron por tierra las promesas mesiánicas de que estaban por concluir los sacrificios y las cargas que se habían impuesto a los trabajadores, señala esta publicación de Max Ortega y Ana Alicia Solís de Alba.