Aseguran editores que el afán de colocar novedades hace que se pierdan textos valiosos
Crisis en el mercado del libro por la sobreoferta de productos malos
En México existe una gran producción que "no es bueno que exista": Ricardo Nudelman
Textos de superación personal, los más vendidos
La piratería llena huecos: Jesús Anaya
Ampliar la imagen De acuerdo con varios editores, el mercado del libro está lleno de productos de mala calidad, además de que los lectores buscan títulos de fácil asimilación Foto: Cristina Rodríguez
En los años recientes la industria editorial mexicana se ha visto afectada por una saturación en el mercado, que a su vez ha condicionado el crecimiento de las editoriales.
Algunos editores mexicanos, consultados por La Jornada, consideraron que en el país hay bastantes libros malos, editoriales que descuidan mucho la calidad por la cantidad, sobreproducción de las editoriales españolas; las librerías son muy pocas, malas y no tienen un catálogo en exhibición suficientemente amplio.
Se consume lo establecido, lo vendible, la betselerización, y los lectores no compran lo que los editores producen, con lo cual se genera un círculo vicioso porque no existe un punto de contacto entre los libros y el lector.
Ricardo Nudelman Chapes, gerente general del Fondo de Cultura Económica, reconoció que existe una gran producción en el mercado "que no es conveniente y no es bueno que exista".
Aunque parecería paradójico que entre más libros haya es peor, la verdad es que la saturación del mercado produce efectos negativos desde hace tiempo.
Imposible tenerlos todos
Nudelman señaló que en español se producen anualmente cien mil títulos, sumando a España y el resto de los países de Iberoamérica, y ninguna librería puede acumular esa cantidad de textos.
"Normalmente las librerías o las distribuciones son segmentadas, presentan una cantidad determinada de títulos, que son las que trabajan por el tema o simplemente porque no tienen la posibilidad ni financiera ni física de presentar una cantidad tan enorme de títulos", explicó Ricardo Nudelman.
De esos cien mil títulos, entre 15 y 17 mil se produjeron México, el resto, en España. Según cifras españolas, el país recibió más o menos 150 libros españoles y ellos sólo recibieron un libro mexicano.
El director editorial de Colibrí, Sandro Cohen, consideró que la sobreproducción en las editoriales españolas y la falta de librerías está causando problemas en el país.
De acuerdo con Cohen, la saturación del mercado es producto de una estrategia editorial equivocada: "Se están creando productos de corta duración y poca calidad a fin de que haya una rotación rápida de títulos, lo cual quita espacios a los que se puede llamar literatura seria, incluyendo géneros desde la narrativa hasta el ensayo".
Las editoriales -agregó- pelean por los pocos espacios en las librerías y esto propicia que las grandes cadenas, que tienen más poder, imponen sus condiciones y las editoriales pequeñas casi tienen que ponerse de rodillas para que se les haga caso.
Cohen consideró que las grandes cadenas son víctimas de su propia política, porque para ser solventes tienen que vender muchísimo, pero hay pocos lugares donde puedan ofrecer sus títulos.
"La política de publicar mucho, casi indiscriminadamente, con la idea de que haya una rápida rotación de títulos, está siendo contraproducente para ellas mismas."
Muchos libros, pocas librerías
Una agravante de la gran producción en el mercado editorial es la reducida cantidad de librerías profesionales en el país, a pesar de que existen puntos de venta dentro de centros comerciales.
La cantidad de librerías resulta insuficiente para poder canalizar la venta de la enorme producción editorial que se realiza en España y en los demás países de idioma castellano.
Una de las consecuencias de la saturación es que la permanencia de los libros es cada vez más corta, con lo cual se produce daño al autor y a las editoriales.
"En España se calcula que los libros están expuestos no más de dos meses; en México los tenemos un poco más. Pero si el proceso de saturación de la producción editorial sigue, será un paso muy fugaz vender libros en los estantes de un local especializado", resaltó Ricardo Nudelman.
Por razones financieras, las empresas editoriales lanzan al mercado gran cantidad de títulos comerciales, porque eso representa un ingreso mayor y se consigue más rápido; son los libros de venta por impulso. Esto provoca que otras obras que podrían tener una circulación importante no encuentren el espacio necesario en las librerías.
Sobre la selección de los títulos, Sandro Cohen señaló que "hay buenos libros en todas las áreas del conocimiento y divulgación del conocimiento, pero hay que ser riguroso en función de lo que es calidad. Es muy importante que los editores piensen en términos de calidad, trátese del género que sea".
Para el editor de Colibrí, "la industria no crece porque es muy difícil cuando tu producto no tiene dónde colocarse en el mercado; al pasar esto, el mercado se encoge y es un círculo vicioso".
Por su parte, Nudelman aseguró que "el crecimiento del sector editorial es un fenómeno distorsionado por esa realidad de que el mercado lo que exige son libros de lectura rápida y fácil, lo cual posterga la circulación de libros que van a un público con necesidades diferentes".
Para el director de Siglo XXI Editores, México, Jaime Labastida, el problema radica en que hay demasiados libros malos que saturan el mercado porque duran muy poco tiempo.
Cualquiera quiere escribir
Al referirse a los "demasiados libros malos", explicó: "cada vez hay más gente que escribe y lee, el problema es cómo escribe y cómo lee. Si estamos escribiendo mal y publicamos cualquier cosa, hay muchos libros, pero veo pocos de altísima calidad, veo pocos libros de excelencia, veo pocos poetas de primer nivel, veo pocos investigadores en filosofía y en ciencias sociales.
"Está saturado el mercado, pero de libros mediocres. Hay demasiada complacencia hacia los jóvenes y la mediocridad. Existen talleres por todas partes, de redacción, de poesía y ahora cualquiera cree que saliendo de un taller es poeta."
Labastida señaló que es importante poner atención en la creación, que los estudiantes tengan actitudes para dudar, criticar y reflexionar. "Hagamos que los niños lean y critiquen, que dejen de tener tantas materias inútiles y que se pongan a leer y luego reflexionen y discutan sobre la lectura en la propia clase. Que el profesor sea un inductor inteligente y no una persona que evalúa sobre abc", expresó Labastida.
El director de grupo Planeta, Jesús Anaya, aseveró que el problema de la saturación en el mercado se debe a que no existe una gran red de librerías en el país, además de que hay millones de mexicanos que por distintos factores no consideran estos lugares como importantes para su vida.
"Hay más lectores de lo que pensamos, pero hay menos compradores de libros de los que necesitamos como industria. La prueba de que hay muchos lectores que escapan al alcance de los canales normales; es el éxito de la piratería.
"Aunque es una actividad ilegal, está respondiendo a la demanda de un público que no va a las librerías."
Anaya coincidió en que las editoriales tienen unos canales de salida de circulación, venta y exhibición de los libros totalmente insuficientes. "Lo que es más dramático es que las pocas librerías están concentradas en el Distrito Federal; hay zonas completas de la ciudad que no tienen una sola librería."
En 2005, Planeta publicó entre libros de narrativa, no ficción, de bolsillo y juveniles, alrededor de 200 títulos. De España importó unos 150 títulos.
La empresa tuvo un crecimiento de cinco por ciento y, de acuerdo con su plan editorial, durante el año realiza las reimpresiones de los títulos nuevos y del fondo vivo, libros de otros años que permanecen en el mercado.
Al referirse a la problemática de la saturación, Claudia Galán, gerente de Tusquets Editores México, comentó: "Las editoriales distribuimos en librerías el cien por ciento del tiraje de cada una de nuestras novedades; posteriormente debemos esperar tres meses para recibir los ejemplares que no se vendieron, de esta forma las librerías se quedan sólo con determinado número de ejemplares (stock) de los títulos más vendidos.
"Todo esto provoca que las editoriales, para mantener el punto de equilibrio de ganancia, debemos colocar novedades constantemente en los puntos de venta para amortizar el impacto generado por la devolución."
Tusquets editó al año pasado alrededor de 16 libros de autores mexicanos, más 60 títulos de importación. La producción de escritores de México se mantuvo, pero en el caso de los libros de mayor éxito de ventas en lengua española es cada vez más frecuente que se impriman en México sin tener que recurrir a la importación.
La realidad nacional
Al presentar su plan de lanzamientos, la directora editorial de Alfaguara, Marisol Schulz, expresó que la industria editorial en México no puede crecer mucho porque no corresponde a la realidad nacional.
"Estamos muy circunscritos por la circunstancia editorial y de mercado en México, es decir, el hecho de tratar de crecer no corresponde con la realidad nacional", enfatizó.
Schulz explicó que si el sello quiere lanzar 10 novedades al mes, cinco se quedarían en el almacén porque los propios clientes no se darían abasto, al no ser la única editorial que ofrece novedades.
"Cuando conjuntamos todo lo que publica nuestro grupo, más lo que publican otras editoriales, es completamente imposible crecer mucho porque no corresponde a la circunstancia nacional."
Respecto de los libros publicados en 2005, Alfaguara creció cinco por ciento, sobre todo por los relanzamientos. Schulz señaló que las nuevas generaciones deben leer más: "Debemos insistir todos para que los jóvenes lean, porque esto es una deficiencia nacional que tenemos".
José María Espinasa, coordinador de producción editorial en el Colegio de México y director de Ediciones sin Nombre, consideró que en el mercado editorial "no hay un punto de contacto entre los libros y el lector porque las librerías son muy pocas, muy malas y no tienen un catálogo en exhibición suficientemente amplio".
Abundó: "No hay un trabajo de diversificación, de exhibir fondos de editoriales independientes, de editoriales universitarias que tienen a veces cosas muy buenas. Creo que lo que hay es un embudo: se producen muchos libros y hay poca salida para esos libros".
Espinasa destacó que "los libros que están en las mesas de las librerías, salvo contadas excepciones, no tienen importancia culturalmente. Los libros que culturalmente importan no están en las librerías, los lectores tiene que conseguirlos por Internet, en las presentaciones y en algunas ferias de libros".
Escasez de demanda
El problema -planteó el editor- es que las librerías dicen que hay pocos lectores, pero lo que se les ofrece a esos pocos lectores no es un abanico de posibilidades que permita ampliarlo.
"Yo no hablaría de saturación de oferta, hablaría de escasez de demanda. Lo que hay que buscar es un puente fluido o una manera de comunicación que fluya entre la producción editorial y el lector."
En opinión de Espinasa, el problema más grave de la industria editorial mexicana no está en las editoriales, sino en las librerías, pues son muy pocas y malas.
El director de Ediciones del Ermitaño, Alejandro Zenker, señaló que en el país se ha dado un boom de libros de mala calidad, particularmente por la explotación de textos de superación personal y de ese estilo, que son los más vendibles y comerciales.
Explicó que la saturación en el mercado se debe a la falta de lectores y de librerías; ambas contribuyen en esta nueva crisis de la industria editorial. Sin embargo, resaltó que el país necesita una cultura de la lectura porque la gente sí lee, pero no lo que los editores producen.
"Por un lado, la saturación se debe a la falta de librerías, no hay un punto de venta y se sigue produciendo para un pequeño mercado. Por otro lado, las grandes editoriales han apostado a la betselerización, a los libros que tienen un mercado aparentemente seguro."
Zenker indicó que los libros valiosos están sufriendo una restricción en el mercado a raíz de esta orientación hacia los bestsellers. "La saturación se debe fundamentalmente a un acomodamiento del mercado en función de los intereses y necesidades de los grandes conglomerados editoriales que son quienes también están sufriendo lo que ellos mismos crearon."
El director del Ermitaño expresó que la industria editorial "crece tanto como puede, en función de un mercado de lectores y de una infraestructura de puntos de venta".
En estos momentos, señaló Zenker, se está produciendo más de lo que el mercado existente puede absorber. Aclaró que sería un error producir menos.
El presidente de la Asociación de Libreros Mexicanos, AC, Henoc de Santiago Dulché, indicó que las grandes editoriales españolas piensan que en México se pueden desplazar muchas de sus novedades y en grandes cantidades.
Los directores comerciales o gerentes de ventas no se dan abasto con las grandes cantidades de libros que llegan de España, que en muchos casos ni siquiera son novedades editoriales.
En España, un libro circula durante un tiempo y después el remanente lo mandan a México, esperando que aquí se venda, comentó Henoc de Santiago.
"Son tantas las novedades editoriales, que casi podría haber una librería de pura novedad editorial y después tener material nuevo."
De Santiago resaltó que es tan bajo el consumo en el país que muchos libros buenos que hubieran podido tener más permanencia ni siquiera llegan a conocerse.
Además del problema de la sobreproducción de España, Raúl Godinez, director de Editorial Patria Cultural, señaló que existe una saturación por traducir obras que han funcionado en el mercado, ya que los editores buscan que dichos textos se exhiban en los puntos de venta del país.
El refugio de los clásicos
Asimismo, la editoriales siguen produciendo a todos los autores nacionales; incluso hay quienes descuidan la cantidad por la calidad y publican en abundancia.
"A veces la gente no consume la cantidad de libros que vemos en las mesas de novedades; entonces, mientras se publique más y se lea menos, van a seguir saturados todos esos puntos de venta", indicó Zenker.
A su vez, Lorena Elizabeth Hernández, promotora cultural de libros y editoriales, señaló que la falta de librerías causa una guerra de novedades.
"Las mesas de novedades en las librerías en promedio son de dos meses; los libros que no vienen apoyados por una campaña importante de promoción prácticamente se descartan, y luego, como la mayoría de las librerías no tienen almacenaje muy fuerte, la gente apuesta por lo que vende, es decir, piden los libros de los clásicos o de los autores de mayor renombre."