Las comunidades indígenas de Veracruz, listas para participar en la lucha
"Nos habían quitado la idea de que el pueblo es el gobierno; ya la recuperamos"
Ampliar la imagen Un indígena popoluca vestido de tigre le da la bienvenida al subcomandante Marcos en su visita a la comunidad de Amamaloyan Foto: Víctor Camacho
Amamaloyan, Ver., 29 de enero. "Las mujeres de Agua Dulce ya estamos propicias para participar en la lucha", dice una mujer campesina, en el afirmativo tono que predominó durante la primera etapa en Veracruz de la otra campaña. Indígenas y no indígenas se suceden velozmente en el uso de la palabra, breves, concisos, claros.
"La mayoría de la gente somos de abajo, indígenas pobres, muy humildes, pero con mucho conocimiento y sabiduría de nuestros antepasados", dice un hombre. Y otro: "los indígenas estamos hartos del neoliberalismo". Y otro: "los indios de Soteapa no se van a dejar engañar".
Una mujer cita la experiencia de la Universidad Veracruzana Intercultural, que acaba de abrir sus puertas a 100 jóvenes indígenas, "fruto de nuestra lucha y de la de nuestros hermanos zapatistas". Los pobladores de la selva de los Tuxtlas se dicen listos para la otra campaña. No hay quejas ni peticiones, como ocurría en las comunidades de Tabasco.
Durante el encuentro de las comunidades popolucas y nahuas de la sierra con el delegado Zero, en un paraje del hermoso parque forestal Jomxuk, en Amamaloya, se plantean temas muy graves, como el de los indocumentados centroamericanos en México, esa vergüenza nacional. "Si queremos respeto para los migrantes mexicanos en Estados Unidos, debemos empezar por respetar a nuestros hermanos centroamericanos. No tenemos autoridad moral como país, si les ofrecemos 5 mil kilómetros de frontera para maltratarlos y perseguirlos."
Esto lo expresa un representante del albergue para centroamericanos de Acayucan, ese crucero múltiple de carreteras y autobuses en todas direcciones aquí en el sotavento veracruzano, un destino ineluctable de los migrantes de allá abajo.
Un millar de personas, cargadas de intensidad como en pocos actos de la otra campaña, se juntan en Jomxuk. Hoy baila el niño jaguar una música de pífanos y tambores. Hay sahumerio. Reivindicación popoluca. Ceremonia ritual. Pero sobre todo palabras decididas, sin rollos.
Esta gente parece salir de un túnel: "Nos habían quitado la idea de que el pueblo es el gobierno. Ya la recuperamos", asienta una indígena con altivez.
Ayer en Chacalapa, Tabasco, una retadora mujer chontal había ironizado, con Marcos a un costado, ante un público que incluía indígenas, prensa y gobierno: "Yo que estaba destapada de la cara, no me habían visto. Ahora que estoy parada junto a él con su pasamontañas, ya verán mañana a ver qué me dicen".
Eso mismo estamos viendo, pero más concentrado, en esta congregación de indígenas y mestizos de la sierra de Soteapan, procedentes de los municipios de Tatahuicapan, Jacapan, Zaragoza, Soteapan, Agua Dulce, Cosoloeacaque y otros. La Resistencia Civil Indígena y Popular contra las altas tarifas de luz hace eco con la lucha por lo visto generalizada contra ese absurdo del neoliberalismo foxista.
Fuerte participación de las mujeres
La participación femenina es fuerte, diferenciada, demandante. Otra oradora expresa: "las mujeres seguimos sin derecho a cargos. Sólo en Pajapan, que es mestizo, hay dos regidoras mujeres. Pero en los pueblos indígenas de la sierra, ninguna. En muchas partes los hombres no les dan permiso de ir a reuniones y asambleas".
La reunión, a unos metros de uno de los pocos ríos limpios que quedan en Veracruz, y transcurre rodeada de un bosque que es jardín botánico y recinto indígena, no se detiene en el micrófono. Las comunidades ya tienen personal capacitado para una radiodifusora indígena; ya operaron hace poco, pero les quitaron el equipo, que era prestado.
Los pobladores de la reserva de los Tuxtlas, amenazadas de desalojo, anuncian: "vamos a resistir, y organizarnos con la otra campaña". Un maestro afirma que ya se van respetando las lenguas.
Como esta mañana en el encuentro del delegado Zero con los adherentes de la otra campaña en la ciudad perolera de Cosoleacaque, se invoca la rebelión indígena de Acayucan, hace exactamente 100 años, que ayudó a la caída del viejo régimen porfirista.
No lejos del hervidero humano y energético de Coatzacoalcos-Minatitlán, pero ya trepando a la montaña, la región más indígena de Veracruz sigue sin caminos, con educación mala, desnutrición, etcétera. La entidad ha negado y ocultado su población indígena durante décadas, y los gobiernos priístas han mantenido a los indígenas arrinconados en las montañas. Pero ya no son invisibles.
Este martes vendrán como de rayo el candidato Roberto Madrazo y las despensas, precedidos por el gobernador Fidel Herrera, en plano 'control de daños'. "Están viendo que ya no nos vamos a dejar, y vienen a ver si nos frenan", considera otro más de los indígenas. No estamos en un área dentro de la ruta del glamour institucional, pero como él mismo añade: "hoy que ven que el pueblo se organiza y se decide, ellos se preocupan, y se asustan porque vino antes que ellos el delegado Zero".
Los asuntos y las luchas indígenas y populares se han diversificado, y maduran. Aquí, como en la zona chontal de Tabasco, las universidades indígenas son un tema in crescendo. En Centla hicieron acto de presencia en el espacio de la otra campaña representantes de la Universidad de los Ríos (de Jonuta), la de Paraíso, la Universidad Indígena Latinoamericana (de Centla) y las universidades municipales indígenas que van a contracorriente del sistema oficialista.
La larga jornada de la otra campaña se había iniciado temprano en Cosoleacaque, en un acto callejero pero restringido a los adeherentes y simpatizantes de la Sexta, miembros de MAIZ-Freposep, el Comité de Defensa Popular Martín Lancero, los estudiante de Rebeldes con Causa y la Asociación de Productores Tlatexco.
La hospitalidad de los colonos incluyó las camas, sillones y portales de las humildes casas, y un desayuno abundante de tamales, guisos y bebidas típicas de cacao y anís, en un ambiente de campamento itinerante que enaltece la palabra "solidaridad".
En la ciudad de Jáltipan el principal nuevo ingrediente de la otra campaña esta noche fue el son jarcocho, que habría de sonar al principio, en medio y al final de la reunión de la Sexta en Sotavento.
Esta noche el periplo veracruzano de la otra campaña concluyó en Catemaco, donde se esperaba a Marcos con gran expectación.
En Cosoleacaque ya había expresado el presentador del primer acto del día: "La lucha en el sur de Veracruz es cada día más grande". La reunión de Amamaloya lo confirma. En su avance por las tierras del priísmo duro, con sus gobernadores y candidatos en entredicho, la otra campaña va desnudando lo que el ninguneo ya no esconde.
Las injurias en la prensa madracista de Tabasco revelaron un nerviosismo lleno de odio. Esta noche en Jáltipan hubo una provocación etílica de presuntos priístas en las afueras de centro cultural mientras hablaba el subcomandante Marcos, que si bien no pasó a mayores, no pareció simple "numerito de borrachos", pues los escandalosos tipo "¡quítate la máscara, güey!" traían comparsa.
Los discursos de Marcos en Veracruz y Tabasco no han estado dirigidos a la opinión pública, sino a la gente de abajo que va con la otra campaña. Todos hablan de una y otra forma de la experiencia de los pueblos en resistencia de Chiapas, la lucha de las mujeres en el sureste, la reprobación general a la clase política (más que a los procesos electorales en sí), el llamado a la resistencia contra las tarifas eléctricas y la destrucción de recursos.
Habla de una rebelión nacional de la que muchos se ríen hoy en el México que Guillermo Bonfil llamaba "imaginario", como si en el poder entendieran de qué hablan Marcos y muchos adherentes indígenas y mestizos de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
Pero las fuerzas del orden y los servicios de inteligencia no lo toman tan a risa. Por eso la gente de Tabasco, donde se sintieron presiones y severa vigilancia, se quedó preocupada. Temen represión abierta o encubierta.
Esta tarde, ante los popolucas y nahuas reunidos en Amamaloyan, el delegado Zero advirtió ante un público más allá del miedo: "no estamos preparando un levantamiento armado, sino algo más grande".