SED DE CONTROL |
30 de enero de 2006 |
A
mediados de marzo se desarrollará en
México un foro mundial del agua.
No está en duda el carácter estratégico de este
recurso. Tampoco que
cada vez será más escaso. El punto es el tipo de
aprovechamiento que se
debe hacer de un bien público. De aquí a la
celebración del coloquio
ofreceremos un reporte semanal para presentar el mayor número de
puntos
de vista relativos a un tema siempre polémico.
José González Méndez El cuarto Foro Mundial del Agua, del 16 al 22 de marzo en México, arrancará con la demanda con que concluyó la edición anterior en Japón (2003). La urgencia de invertir 100 mil millones de dólares cada año para cumplir con las Metas del Milenio, es decir, reducir a la mitad el número de personas sin acceso a los servicios de saneamiento y agua potable. En efecto, se han hecho inversiones en este sector en los últimos tres años, pero el crecimiento poblacional y las condiciones que afectan al ambiente hacen que los recursos que se destinan sean insuficientes. En 2015, mil 500 millones de personas más demandarán servicios de agua potable y 2 mil millones de saneamiento básico. Para lograr las Metas del Milenio conjunto de indicadores de desarrollo social adoptados en una reunión de alto nivel de la ONU en 2000 tendrá que duplicarse la inversión actual. Esa fue la principal conclusión del Informe Camdessus (Michael Camdessus, ex presidente del FMI), elaborado en 2003 a petición del Consejo Mundial del Agua, que será recordada como meta incumplida en el cuarto foro de marzo próximo. Para el Banco Mundial (BM), sin embargo, los requerimientos financieros para satisfacer las necesidades de agua, saneamiento, riego y generación de energía fluctúan entre 600 mil y 800 mil millones de dólares para los próximos 10 años, de los cuales el organismo aportará únicamente 35 mil o 40 mil millones. "El resto tendrá que provenir de una combinación de inversión pública y privada. Para la mayoría de países en desarrollo no será difícil, sino imposible, financiar el resto", asegura ese organismo internacional, y precisa que sólo en América Latina se requerirán 100 mil millones de dólares en las próximas dos décadas para financiar la gestión e infraestructura hídrica. Por su parte, la Organización de Naciones Unidas (ONU) asegura que se necesitarán 180 mil millones de dólares anuales para suministrar agua potable y servicios de saneamiento a todas las personas del mundo en 2025, lo que significa más que duplicar la inversión actual. Agua y crecimiento El debate sobre el financiamiento del agua comenzó apenas en la década de 1970. La primera conferencia sobre el tema se realizó en Mar del Plata, Argentina, en 1977. Siguieron otras en Nueva Delhi, Río de Janeiro, Dublín donde por primera vez se habló expresamente del valor económico del agua, Johannesburgo, Evian, Marrakech, La Haya, Kioto y, ahora, México. EL CASO BOLIVIANO
La "guerra del agua" surgida en Cochabamba, Bolivia, en abril de 2000 es considerada la primera gran batalla del siglo XXI . El Banco Mundial condicionó a ese país la renovación de un préstamo por 25 millones de dólares a la privatización de sus servicios del agua. Cochabamba es un valle con una población de un millón de personas, y una aguda escasez de agua desde hace medio siglo. El gobierno boliviano quiso concesionar por 40 años el servicio al consorcio Aguas del Tunari, formado por Bechtel y Abengoa. La consecuencia inmediata fue un incremento en las tarifas de 200 por ciento, lo que obligaba a cada familia a destinar 25 por ciento de sus ingresos a pagar el agua, y las empresas tenían garantizada una rentabilidad de 16 por ciento. En protesta surgió la Federación de Regantes, formada por sindicatos obreros, estudiantes, ambientalistas y otros, que tomaron las calles de Cochabamba, demandaron la revisión de la ley y aprobar otra que garantizara el abasto de agua como un derecho colectivo. La escalada derivó en una huelga general que paralizó la economía de la ciudad, y obligó a Bechtel a salir de Bolivia. La trasnacional entabló luego un pleito por 25 millones de dólares contra el gobierno boliviano, al que exigía el pago de indemnizaciones por pérdida de beneficios. Hasta ahora no ha habido tal pago §De entonces a la fecha organismos internacionales y gobiernos han formulado numerosas recomendaciones sin que se hayan llevado a la práctica, ni se haya concretado un enfoque integral para enfrentar el conflicto. En materia económica, apenas debe recordarse que el agua es fundamental para la actividad productiva, pues 90 por ciento del líquido se utiliza en las actividades agrícolas, la industria y la generación de energía. Es un recurso esencial para elevar los estándares de salud y bienestar. El agua entraña contradicciones: cuando escasea puede causar costosas sequías y cuando abunda, inundaciones y otras calamidades. En Etiopía, por ejemplo, la ausencia de lluvias puede propiciar una caída abrupta de hasta 40 por ciento del PIB; en tanto, en Kenia, una inundación semejante a la generada por el fenómeno meteorológico de El Niño puede dejar pérdidas equivalentes a 11 por ciento de su PIB. Conocedor de esta ambivalencia, Estados Unidos ha invertido desde 1920 unos 200 mil millones de dólares para protegerse de inundaciones. Los resultados crean beneficios económicos por 700 mil millones sólo por reducir los riesgos. Actualmente los daños por desastres se han reducido en esa nación a 6.5 por ciento del PIB, pero el país invertirá 21 mil millones durante los próximos 10 años en mantenimiento de su infraestructura hidráulica. Aun así ocurrió la catástrofe de Nueva Orleans. Japón invierte 9 mil millones de dólares cada año en el mismo rubro, debido a que 40 por ciento de su población y 60 por ciento de su economía se asientan en zonas de inundación potencial. El costo de los desastres naturales en este país no supera 1 por ciento de su PIB, pero en el pasado causaron daños por 20 por ciento de ese valor. De acuerdo con la Cruz Roja Internacional y la Media Luna Roja, desde los años 1970 el número de desastres relacionados con el agua se ha triplicado, al pasar de mil a 3 mil, mientras los costos económicos excluyendo el tsunami de finales de 2004 se han quintuplicado, al pasar de 131 mil millones a 600 mil millones de dólares. Entre 1985 y 2000, los países menos desarrollados perdieron 13.4 por ciento de su PIB por desastres relacionados con fenómenos naturales, mientras las naciones más ricas sólo registraron pérdidas de 4 por ciento. En ese periodo murieron 80 mil personas anualmente por esa causa. Reducción del financiamiento En el cuarto Foro Internacional del Agua, el Consejo Mundial del Agua organizador del encuentro deberá informar de los avances de la agenda del Panel Mundial sobre Financiamiento de la Infraestructura Hídrica, impulsado en Kioto en 2003. Sin embargo, los resultados no son halagüeños. Los bancos comerciales y las instituciones financieras internacionales han reducido su participación en el financiamiento del agua y su saneamiento, y los gobiernos no muestran interés suficiente. La inversión se encamina hacia el sector privado. En los años recientes, la ayuda internacional para el agua y saneamiento se ha mantenido prácticamente sin cambio en 3 mil millones de dólares anuales, pero ésta se ha concentrado en 10 países que recibieron 48 por ciento de los recursos: China, India, Vietnam, Perú, Marruecos, Egipto, Turquía, Indonesia, Túnez y Sri Lanka. Los cuatro últimos han sido sustituidos por México, Malasia, Jordania y Palestina. Las organizaciones financieras multilaterales, como el BM, han estancado su apoyo en mil 100 millones de dólares anuales, mientras otras destinan sólo la mitad de ese monto. Por lo que hace a la iniciativa privada internacional y la banca privada, ambas destinan menos de 5.4 por ciento de sus créditos al agua, es decir, unos 4 mil 500 millones de dólares cada año. En total, la inversión que se destina al agua y su saneamiento es apenas equivalente a 10 por ciento de lo que se requiere para cumplir las Metas del Milenio. En América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo informa que, como consecuencia de "políticas de precio inapropiadas y escasa claridad en los marcos normativos", las inversiones privadas en agua y alcantarillado dejaron de crecer en los últimos 10 años. En cuanto a compromisos asumidos por Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones en la Cumbre Mundial sobre el Financiamiento del Desarrollo (Monterrey, 2002), no hay avances sustanciales. El compromiso era aumentar 25 por ciento o 12 mil 500 millones de dólares la ayuda. Agricultura, salud y saneamiento De acuerdo con la ONU, 80 por ciento del agua que se consume en el mundo está dirigida a la agricultura (aunque 60 por ciento se desperdicia), y en 2030 los requerimientos de este sector se incrementarán entre 14 y 17 por ciento, pues la tierra cultivable aumentará 22 por ciento. El Consejo Mundial del Agua calcula que para satisfacer la demanda del campo, en 2025 se necesitará incrementar la inversión actual de 25 mil a 40 mil millones de dólares. De 1980 a la fecha, el financiamiento nacional y los créditos internacionales para irrigación disminuyeron de 3 mil a 2 mil millones de dólares anuales, por lo que países como India han tenido que recurrir a la emisión de bonos estatales y municipales. En materia de salud, la ONU informa que las enfermedades y defunciones relacionadas con el agua contaminada generan pérdidas por 16 mil millones de dólares cada año, mientras la falta de acceso y control genera 80 por ciento de la tasa de mortalidad en los países más pobres a causa de diarrea, áscaris, dracunculiasis, lombriz intestinal, esquistosomiasis y tracoma. El organismo asegura también que la mitad de camas-hospital en el mundo están ocupadas por personas que sufren enfermedades relacionadas con el agua. De hecho, Loic Fauchon, presidente del Consejo Mundial del Agua, considera que cada año mueren más personas por falta del líquido que por las guerras. Algunos números El agua cubre 75 por ciento de la superficie terrestre; sin embargo, la mayor parte, 97.5 por ciento, es salada y, aunque el resto es apto para consumo humano, tres cuartas partes se encuentra en glaciares y casquetes polares. Si el crecimiento demográfico mantiene su trayectoria actual, es posible que en 25 años la mitad de la población tenga dificultades para encontrar agua dulce. Actualmente, más de 80 países 40 por ciento de la población mundial sufre de escasez grave de agua, pero las condiciones pueden empeorar en los próximos 50 años por el calentamiento global. La ONU informa, asimismo, que de 1950 a la fecha se ha triplicado el uso del agua en el mundo; si esta tendencia continúa, en los próximos 20 años los seres humanos utilizarán 40 por ciento más líquido, en tanto que la población sin acceso al recurso será de 3 mil millones en 2025. Hoy carecen de agua mil 100 millones de personas y 2 mil 400 millones de servicios de saneamiento. Por ahora la demanda de infraestructura y gastos de mantenimiento relacionados con el agua requieren inversiones de 5.5 por ciento del PIB en países ricos y de 6.9 en las naciones pobres. De esa cifra, los gobiernos proporcionan 70 por ciento, la iniciativa privada entre 20 y 25 por ciento, y la asistencia social para el desarrollo entre 5 y 10 por ciento. Privatización del recurso Una cosa es segura en el debate sobre el financiamiento del agua: los presupuestos anuales destinados por los gobiernos siempre serán insuficientes, al igual que los créditos de organismos internacionales y el apoyo canalizado por las instituciones de financiamiento del desarrollo. Esta falta de financiamiento ha abierto el debate sobre la participación de capital privado en la administración y tratamiento del agua. De acuerdo con Gustavo Castro Soto, integrante del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria, organismo con sede en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, la del agua marcará la "tercera generación de privatizaciones" en el mundo, luego de la compra de los activos estatales y los servicios. "Esta tercera ola de privatizaciones se enfoca en los recursos naturales y estratégicos: oxígeno, biodiversidad y agua. En el caso de esta última, el proceso se inició hace más de una década de manera silenciosa", asegura el investigador. Castro Soto refiere que en la actualidad 5 por ciento de la población mundial recibe los servicios de agua y saneamiento de empresas privadas. La inversión privada en este sector, de los 90 a la fecha, se ha incrementado 7 mil 900 por ciento. Señala que la primera parte de esta estrategia es cambiar la denominación del agua en las leyes de "bien público" a "bien económico"; luego se aplica una campaña publicitaria alertando sobre la escasez del líquido, y finalmente los gobiernos concesionan la explotación del recurso por 30 años con opción a renovarla. Esta estrategia ha permitido que empresas como Bechtel tengan presencia en Bolivia e Irak, Soweto, Chiapas aunque sin éxito, Aguas de Bilbao en Uruguay y Endesa en Chile, todas trasnacionales que buscan el control del líquido § |