Los estadunidenses, divididos sobre los poderes del Ejecutivo, según encuesta
Aprueba la mayoría en EU el espionaje cuando sea necesario en la lucha contra el "terrorismo"
Nueva York, 27 de enero. Al concluir una semana que la cúpula política dedicó a la disputa entre los poderes secretos adoptados por la Casa Blanca y las libertades civiles, una mayoría de estadunidenses parece aprobar que el presidente autorice el espionaje doméstico, incluso si viola la ley, cuando es necesario en la lucha contra el "terrorismo", según nueva encuesta de opinión.
Y esta es precisamente la apuesta del gobierno de George W. Bush. La justificación oficial es que el programa hasta hace poco secreto de espionaje doméstico sin autorización judicial a personas que se comunican internacionalmente con "terroristas" sospechosos, no sólo es herramienta vital para defender la seguridad nacional, sino que ya ha salvado vidas y podría haber ayudado en detectar el complot del 11-S.
Aprueba la medida con esa justificación 53 contra 46 por ciento, señala encuesta de CBS News/New York Times publicada hoy. Sin embargo, cuando se hace la pregunta sin la justificación, al solicitar sólo respuesta a las escuchas sin autorización judicial, la respuesta es más dividida: 50 por ciento desaprueba contra 48 que aprueba.
Cuando se preguntó si preocupa más que el gobierno falle en aprobar leyes antiterroristas fuertes o si promulgará esta legislación que podrían limitar de manera excesiva las libertades civiles, 40 por ciento eligió la primera y 48 la segunda.
El hecho de que la opinión pública esté dividida en un tema tan fundamental como las libertades civiles preocupa a opositores de las políticas de Bush, pero es justo lo que desea explotar políticamente la Casa Blanca.
Durante los últimos 10 días, Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el procurador general de Justicia, Alberto Gonzales; el estratega político del presidente, Karl Rove; el subdirector de inteligencia nacional, Michael Hadley, y otros altos funcionarios realizaron una ofensiva de relaciones públicas para afirmar que este programa no sólo es vital, sino que es legal bajo los poderes presidenciales "en tiempos de guerra".
Pero estos argumentos están en disputa y son el tema de audiencias legislativas, programadas en el Senado para el 9 de febrero, de dos demandas legales presentadas por grupos de derechos civiles contra el gobierno de Bush y de un intenso debate sobre los límites (o falta) del Poder Ejecutivo.
Las palabras de Benjamín Franklin "una nación que sacrifica las libertades a nombre de la seguridad no merece ninguna de las dos", fue escrito en una manta por estudiantes que protestaron contra el discurso esta semana del procurador general sobre el tema en la Universidad de Georgetown.
Pero Bush insistió esta semana en que "el programa es legal, está diseñado para proteger las libertades civiles y es necesario". Pero a la vez reafirmó que los detalles seguirán siendo secretos, ya que de otra manera sólo se informaría al "enemigo".
Una vez mas el temor -no faltó que el presidente usara el mensaje reciente de Osama Bin Laden amenazando con más ataques- es la justificación para las políticas estadunidenses, como ha sido a lo largo de su historia. El problema ahora es que esta presidencia continúa con apoyo tibio, hasta débil, del pueblo en cuyo nombre justifica lo que está haciendo.
En la encuesta de CBS News/New York Times, Bush continúa con una tasa de sólo 42 por ciento de aprobación en el manejo de la presidencia y 51 de desaprobación -niveles que se han mantenido así casi un año (su nivel de aprobación nunca llegó a 50 por ciento durante todo 2005).
Por cierto, para un presidente en esta etapa de segundo periodo, sólo Richard Nixon tenía una tasa de aprobación más baja que Bush en los últimos 50 años.
Mientras tanto, como ha sido el caso durante más de un año, dos tercios creen que Estados Unidos está avanzando por el carril equivocado, frente a 32 por ciento que estima lo opuesto.
¿Y qué dice la oposición? Los demócratas critican que el monopolio de los republicanos en las tres ramas del gobierno ha sofocado el debate político, las expresiones de disidencia y que es casi imposible debatir en esta democracia.
Pero ésta como otras encuestas registran poca confianza en el Congreso, incluyendo a sus demócratas: 61 por ciento desaprueba la labor de los legisladores (sólo 29 por ciento la aprueba) y 77 por ciento cree que el caso de sobornos y corrupción de Jack Abramoff no es la excepción, sino la manera como funciona generalmente esa rama, indica la encuesta CBS News/Times.
A la vez, el gobierno rehúsa debatir abiertamente con la oposición y está entre los más secretos en la historia reciente. Por tanto, los medios son casi los únicos que logran cuestionar al mandatario.
Pero eso también tiene sus límites. Ayer, en su conferencia de prensa de 45 minutos, aceptó preguntas de varios reporteros pero evitó a una, la decana (por antigüedad) de la fuente de la Casa Blanca, Helen Thomas.
La regla no escrita es darle al "decano" la primera pregunta, pero en este caso violó el protocolo. "Es un cobarde", acusó Thomas al concluir la sesión.
"Supuestamente es un tipo macho. El dice que enfrentará a Osama Bin Laden, pero no se enfrentará a mí", dijo la veterana periodista y ahora columnista de unos 80 años de edad. Desafortunadamente, sus colegas no protestaron.
Pero a pesar del control de información, y los intentos por convencer a los ciudadanos de que todo se hace en beneficio de ellos, la opinión pública aún no está convencida de que ese grupo en el poder representa la voluntad de la mayoría, según revelan una y otra vez las encuestas.