Falsas alarmas
Apenas comenzaba el año cuando se extendió la noticia de la aparición de un brote de gripe aviar en México, específicamente en algunos poblados de Chiapas. Al mismo tiempo, lejos del sureste mexicano, en Van, Turquía, se reportaba la muerte de cuatro personas, cuya causa, plenamente confirmada, había sido la infección por el virus H5N1, agente que ha provocado alarma en el mundo entero, pues podría situarse en el origen de una futura epidemia mundial o pandemia, cuyos costos en vidas humanas serían incalculables.
Lo que ocurrió en Chiapas provocó la decisión del gobierno de Guatemala de imponer un cerco sanitario y cerrar su frontera a los intercambios comerciales con México que implican aves. La mayor parte de los medios de comunicación en nuestro país dieron cobertura amplia a la muerte de cerca de 300 pollos en los municipios de Siltepec, Bella Vista, Frontera Comalapa y Mazapa de Madero. El secretario de Salud, Julio Frenk Mora, tuvo que hacer frente a estas informaciones y señaló que el virus detectado en las aves enfermas o muertas en estos poblados chiapanecos no correspondía con el H5N1. Mientras esto sucedía aquí, Turquía se incorporaba a la lista de naciones en las que se confirma que ese virus se trasmite de aves a humanos y que tiene en nuestra especie una letalidad elevada. Hasta ahora, de los 148 casos confirmados y reportados a la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2003, más de la mitad han tenido un desenlace fatal.
Pero es muy importante dejar algo en claro: la única vinculación que existe entre los municipios chiapanecos y las localidades turcas de Van o Beypazari es la coincidencia en el tiempo de dos informaciones, cuyos contenidos no guardan relación, en ningún sentido, uno con otro. En nuestro sureste se detectaron aves enfermas y muertas; en las provincias turcas, desafortunadamente, se trata de personas afectadas y pérdidas humanas. Aquí el agente causal, de acuerdo con lo informado por el secretario de Salud, fue el H5N2, variedad completamente distinta a la que se ha presentado en otras latitudes. De todas maneras surge de todo esto una imagen provechosa: en México (y en el continente americano) no está presente el virus H5N1, pero éste avanza gradualmente en el mundo, pues se detecta en naciones en las que, como Turquía, no estaba presente, lo cual es grave y debe mantenernos en alerta.
Lo de Chiapas fue una falsa alarma, que no deja de ser interesante y nos deja algunas lecciones. La preocupación pudo desactivarse por la intervención oportuna de las autoridades sanitarias, que explicaron claramente lo que en realidad sucedía. Pero esta experiencia muestra que pueden crearse alarmas injustificadas, que pueden tener efectos no sólo en el ánimo de la sociedad, sino además impacto económico. Yo no sé, por ejemplo, de qué magnitud son los intercambios comerciales con Guatemala en materia de aves, o si la decisión de las autoridades de ese país se mantiene vigente; pero a escala local llama la atención que Frenk ha señalado, en varias oportunidades, que no debe desalentarse aquí la incorporación en la dieta del pollo y sus derivados, pues su consumo es totalmente confiable. Quiere decir que, además de sus efectos sobre la nutrición, hay un sector de la economía que se ve afectado por el alarmismo que pueda surgir en torno de la influenza aviar.
Los pollos, como cualquier especie, enferman, inclusive de influenza, pero eso no significa que automáticamente se trate de la variedad que, de acuerdo con los expertos, podría dar origen a una pandemia. En este terreno los medios de comunicación y los gobiernos de la región tienen una responsabilidad muy grande. Es importante indagar primero, por medio de fuentes oficiales o independientes, la variedad del virus antes de generar alarmas injustificadas o tomar decisiones equivocadas.
En México, además de que se observa cuidadosamente la evolución del H5N1 a escala mundial -al igual que otros agentes que pudieran desencadenar una pandemia-, se ha desarrollado un plan para hacer frente a una contingencia en esta materia. No existe en ninguna nación, sea del mundo desarrollado o en desarrollo, una estrategia infalible, mucho menos probada, para enfrentar la pandemia que viene. Pero al menos podemos estar seguros de que la nuestra se origina en lo más avanzado del pensamiento médico y de salud pública en nuestro país, que en mi opinión no es poca cosa, inclusive si se hicieran comparaciones a escala internacional. Aunque debemos reconocer que no tenemos los mismos recursos financieros que otros.
Esto me lleva a otro terreno. La salud de los mexicanos es algo sumamente importante. El cambio de gobierno no puede poner en riesgo los planes para preservarla. Quiere decir que las políticas de salud no pueden estar sujetas a aspectos ideológicos. Independientemente de quiénes sean nuestros próximos gobernantes, el sector salud debe estar a cargo de los profesionales más calificados en este campo, desde el punto de vista técnico y científico. No queda de otra, a menos que seamos tan irresponsables y suicidas como para encargar el cuidado de nuestra salud a charlatanes, amigos corruptos, dirigentes sindicales, dueños de farmacias o a Provida.