El líder aymara jura hoy en La Paz como nuevo presidente de Bolivia
Recibe Evo Morales en Tiwanaku el mando de los pueblos indígenas
"Sólo con la fuerza y la unidad podremos acabar con el Estado colonial y neoliberal", asegura
Más de 20 mil miembros de las etnias del altiplano andino asistieron a la ceremonia ancestral
La Paz, 21 de enero. El amanecer en el Altiplano andino fue húmedo y claro. En las grandes extensiones de tierra, que llevan por un lado a la cordillera y por otro al lago Titicaca, el verde claro era el tono dominante. Y en el camino que serpea desde La Paz a las ruinas arqueológicas de Tiwanaku, decenas de automóviles, muchos autobuses, acarreaban indígenas alegres a la zona de la fiesta.
Este sábado, a mediodía, los hombres y mujeres que llevaron a uno de los suyos a la presidencia de Bolivia recibieron la promesa y otorgaron el mando a Evo Morales, ritual realizado a medias entre el exotismo y la tradición.
Así comenzó, como dijo el presidente electo de este país mayoritariamente indígena, "el nuevo año para los pueblos originarios del mundo, una nueva vida en la que buscamos igualdad, justicia".
Ante una multitud morena, ataviada con sus símbolos de mando (chicotes, ponchos rojos), Morales, quien jura este domingo como nuevo presidente de Bolivia, pidió a los suyos apoyo, pero sobre todo consejo y llamadas de atención.
"Me puedo equivocar", justificó su pedido un Evo vestido de rojo, tocado con un particular gorro cuadrado y elevando al cielo sus bastones de mando.
La mañana de los ponchos
Poco antes de salir el sol comenzaron a llegar, en autobuses y camionetas. Algunos, como la policía sindical campesina aymara encargada de la seguridad y el orden, pernoctaron ahí. A las 10 de la mañana eran ya muchas las delegaciones, portando la multicolor bandera andina, la wipala, y ansiosas por ver llegar a su gobernante.
Querían conocerlo, no por las fotos y las promesas, sino en la vitalidad de gobernar para ellos.
En la mayor concentración indígena no beligerante de los últimos tiempos, había de todo. Inclusive espacio para dos chavos, visiblemente agotados, que llevaban dos días de viaje desde el Distrito Federal portando alegres una bandera mexicana. "Somos del Foro Social Mexicano", dijeron.
Como los chilangos, había por ahí franceses, suecos, australianos, chilenos, decenas de argentinos y varios peruanos llegados especialmente para ese día.
Todos fueron bienvenidos y pudieron gozar del espectáculo y del cariño orgulloso de los indígenas bolivianos. Danzas, música y mantas de las diversas organizaciones alegraron durante varias horas el ambiente.
Y todos aguardaron hasta poco después del mediodía, cuando un sol cómplice de su alegría se dejó ver entre las nubes. Por un costado de la vieja y casi derruida pirámide de Akapana llegó "el Evo".
El ritual empezó con la purificación del mandatario y el cambio de ropas: Evo Morales fue investido casi como inca. Más allá de lo original del suceso, como comentó el vicepresidente Alvaro García Linera, "en 500 años no se había visto una ceremonia de entrega de mando como ésta en estas tierras".
Durante los poco más de 45 minutos que duró la purificación y ofrenda del futuro presidente, poco más de 20 mil de sus iguales aguardaron expectantes su regreso al reino de los mortales, ataviado como su líder, para aclamarlo.
Evo volvió, sonriente y tomando del brazo a su invitado Eduardo Galeano, para hablar con ellos.
Igualdad y no venganza
Durante su discurso, Evo Morales agradeció el apoyo de los pueblos originarios durante su campaña y pidió de nuevo su respaldo, "convencido que sólo con la fuerza del pueblo, con la unidad del pueblo, vamos a acabar con el Estado colonial y el modelo neoliberal".
En ese sentido, prometió defender a los indígenas bolivianos y en general a los de América, pero pidió unidad: "Necesitamos la fuerza del pueblo para doblarle la mano al imperio".
Morales explicó enfáticamente que se trata de unidad para buscar la igualdad, "no la venganza" porque, profundizó, "los indígenas no somos rencorosos". Y volvió a repetir que los 500 años de resistencia indígena deben terminar.
"Se acabó eso de resistir por resistir", dijo, y propuso a los indígenas reunidos allí ir a la ofensiva para reconquistar derechos y propiedad sobre esta tierra.
Hubo más aclamaciones, vinieron los presentes indígenas de otras tierras y a las 14 horas, ahí en Tiwanaku, miles de originarios entonaron el himno nacional boliviano, que en su letra reza que "es ya libre, es ya libre este suelo". Y volvieron todos a sus vidas.
Por la noche, cansado pero sonriente, el presidente electo recibió a particulares visitas en su humilde casa alquilada al este de La Paz. Hasta ahí se desplazaron Thomas Shannon, subsecretario de Estado estadunidense para el Hemisferio Occidental, y David N. Greenlee, embajador de Estados Unidos en Bolivia.
No trascendió mucho de la reunión, en la que al parecer se acordó crear grupos de trabajo bilaterales sobre diversos temas de interés común.
Cuestionado por los periodistas apostados afuera del domicilio del futuro mandatario de Bolivia, Shannon alcanzó a decir que vino nomás a "saludar a un ganador", rehuyó comentar las broncas del pasado y dijo, antes de salir hacia la rica zona sur donde se aloja, que "Estados Unidos siempre está con la vista hacia adelante".
Las "platas" del gobernante
El líder indígena admitió un patrimonio neto de 109 mil 778 dólares en declaración jurada de bienes y rentas entregada a la Contraloría de la República antes de asumir este domingo la presidencia, informó Afp.
La Contraloría señaló que Evo Morales dispone de 139 mil 480 dólares, una deuda de 29 mil 702 y un patrimonio de 109 mil 778.
El patrimonio fue acumulado con sus dietas de legislador desde hace una década y un premio de la paz dotado de 50 mil dólares otorgado por el gobierno del dirigente libio Muammar Kadafi.