Usted está aquí: domingo 22 de enero de 2006 Opinión La otra campaña y el diálogo nacional

Guillermo Almeyra

La otra campaña y el diálogo nacional

En plena campaña electoral (del gobierno que quiere continuarse y de los partidos) es muy saludable que se alce una voz para tratar de concentrar la atención en la necesidad de combatir al sistema actual -y no solamente de cambiar los gobiernos- y, por tanto, para incitar a trabajar a largo plazo y en profundidad en pro de la independencia política de los oprimidos y explotados, sin la cual no puede haber un cambio anticapitalista. La otra campaña, por tanto, es necesaria y punto de partida fundamental. Pero presenta límites que deberían ser superados rápidamente para al menos reducir varios desvíos peligrosos. En primer lugar, existe el riesgo de que la otra campaña haga solamente una política de denuncia de los horrores del capitalismo y de las políticas gubernamentales (derribando puertas abiertas, por lo menos en los sectores populares) y separe la propaganda general, por justa que ella sea, de la organización de la protesta. Por ejemplo, es correcto decir que forma parte de una tarea de largo plazo (para cambiar el país en 15 años, se dijo), pero en esos años se acabarán las reservas petroleras, se acabará de destruir el campo, aumentarán el desempleo y la emigración y el país será inviable. ¿Qué hacer entonces ahora y en los próximos años? ¿Cuáles son los objetivos centrales de las luchas y las formas organizativas para responder a ellos? ¿Y qué hacer ahora, en cada lugar, para combatir la miseria y para empezar a resolver los problemas sobre la base de la autonomía, la autogestión y la planificación desde abajo, de la utilización de los recursos y de la respuesta a las prioridades fijadas por la gente, región por región?

Si no se responde, por lo menos, a estos problemas, existe el riesgo de que la otra campaña, pese a sus intenciones, resulte funcional a los intereses de las clases dominantes que, en lo inmediato, intentan asegurarse un próximo gobierno fiel. Dicho sea de paso, si el delegado Zero puede salir de Chiapas y es vigilado y protegido por grandes contingentes policiales y militares, es porque el gobierno intenta utilizar su gira para reducir el número de votantes, en general, y el de los de López Obrador, en particular. No hay en eso nada deshonroso ni sospechoso: el Káiser mandó a Lenin en un vagón blindado a la Rusia revolucionaria esperando que la revolución fracasase, y al destruir el ejército ruso permitiese al alemán concentrar más tropas contra los franceses. Lenin aceptó el pasaje, pero trabajó para la revolución social en Rusia y en toda Europa, y eso llevó también, como sabemos, al derrocamiento del Káiser poco tiempo después. Por eso no hay nada de extraño en que el gobierno vea hoy con buenos ojos la otra campaña, creyendo que le sirve para quitarle votos a AMLO: el problema real reside en quién -si el gobierno o la otra campaña- saca más provecho de la misma. Para que sean las clases subalternas, además de desenmascarar al sistema y a los partidos, habría que dar objetivos de lucha y construir puntos de organización y agregación social durante el proceso electoral y después del mismo. O sea, crear las condiciones para impedir el triunfo de los candidatos de la derecha "dura", elevando la conciencia de la gente y reduciendo el espacio para el clientelismo y la compra de votos y, al mismo tiempo, construir la base organizativa y política para poder forzar la mano de un eventual candidato capitalista moderado elegido por las mayorías populares, exigiéndole el cumplimiento de sus promesas.

Otro peligro consiste en la incapacidad de caminar, aunque sea por vías tortuosas, hacia la construcción de una alternativa. Por ejemplo, ¿por qué el Ejército Zapatista de Liberación Nacional no asiste a la toma de posesión del cargo de Evo Morales, a pesar de haber sido expresamente invitado? El EZLN no es la otra campaña y, además, estar en Bolivia ante el mundo, cuando Fox no irá, ayudará también al desarrollo de aquélla; lo mismo se puede decir del Foro Mundial en Caracas. Discutir ideas, tener otros contactos, entender otras realidades no se opone a la otra campaña. Por el contrario, resulta vital para que ésta no sea marginal o arroje pocos resultados. Hay que decirlo claramente: hasta ahora las declaraciones y discursos de la otra campaña han sido sumamente generales y carecen de objetivos (salvo declarar que las elecciones, como todos saben, no resuelven nada de fondo). Ahora se realizará el Segundo Diálogo Nacional y existe la posibilidad de trabajar por la realización del Programa de Querétaro que, a pesar de sus limitaciones, es un buen punto de partida para tratar de organizar acciones de masas más allá del campo electoral. ¿Qué posición adopta al respecto la otra campaña? La realidad, nos guste o no, no puede ser ignorada y la lucha de clases no adopta sólo la vía que ven los organizadores de la actual gira desde Chiapas. Tiene también tiempos electorales, sindicales, campesinos, nacionales, latinoamericanos. Y, respecto a los electorales, no se puede pensar sólo en la abstención que abriría la puerta al Mal Mayor (el PRIAN) para no optar por el Mal Menor: existen también, como formas organizativas, la organización masiva de la concurrencia a las urnas para votar por un programa, aunque eso se contabilice como voto nulo, o incluso la presentación de un candidato simbólico, de una figura con autoridad moral que no sería reconocida por el IFE, pero sí por la gente.

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