Usted está aquí: martes 17 de enero de 2006 Política Concierto contra la ignominia

Marco Rascón

Concierto contra la ignominia

Se podría decir cantando: Hoy que nos hemos quedado solos, pensando si será posible el sur, sólo pido a Dios que la incongruencia no nos sea indiferente.

Hoy resulta que se puede pasar sobre las tumbas y borrar los nombres de nuestros muertos a cambio de un supuesto futuro y una victoria hecha a base de ambiciones, miedo y traiciones. Y hoy, al no creer en nuestro camino, no somos sino un amasijo de cuerdas y tendones, un revoltijo de carne con vergüenza, pensando en un futuro de lucecitas montadas para escena o un servidor pasado en copa nueva.

¿Qué pasaría si el EZLN no hubiese deslindado de los políticos y sus campañas? ¿Quién recibiría en cada lugar a los representantes zapatistas? ¿Quién les daría la bienvenida con los brazos abiertos? A muchos les duele la impertinencia zapatista (¡oh, qué será... que anda en las cabezas y en las bocas, que no tiene certeza, lo que no tiene arreglo, que no tiene tamaño, que anda ascendiendo con altos vuelos, que no tiene sentido y no tiene juicio...!) y se les acusa de estar mareados y piden callar al cantor.

Hay que dar gracias a la vida, porque si los zapatistas no se hubieran deslindado de las campañas, en Chiapas los habrían recibido los finqueros con sus paramilitares. En Quintana Roo El Chacho estaría saludándolos y paseándolos por Cancún como hacen con todos los visitantes del partido. En Villahermosa, Arturo Núñez y Raúl Ojeda estarían para abrazarlos por compartir el futuro juntos, creando redes ciudadanas y zapatistas en el edén. En Oaxaca, sin duda el panista Gabino Cué estaría esperando a Marcos en la entrada de la ciudad para hablar del futuro que le aguardaría en cuanto llegaran juntos a la Presidencia.

En Veracruz, Dante Delgado, perredistas subordinados y relegados hablarían con el Sup en Jalapa, pero en el puerto disertarían sobre política de principios y de la base programática de la alianza que harían por el bien de todos ellos. Dante ofrecería su registro. ¡Marcos ha desperdiciado la gran oportunidad!

Al sumarse a la campaña verdadera y ganadora, en Hidalgo lo estarían recibiendo para brindar por el olvido de los muertos del pasado, pues lo pasado, pasado. Guadarrama le ofrecería un gran banquete por el olvido, pues los muertos no fueron zapatistas, sino perredistas, y si éstos no reclaman, ¿por qué deberían reclamar los zapatistas? Habría barbacoa y pulque del mejor para todos sus acompañantes, pues el próximo senador estaría contento de decir a los indios hidalguenses que Marcos ya está con ellos y que caminarán juntos hacia la esperanza.

Por el camino de la Huasteca, bajo una luna tucumana alumbrando cañaverales, el subcomandante se iría hasta San Luis Potosí recibido por caciques conversos, donde estaría con Juan Ramiro Robledo y Felipe Aurelio, de prosapia priísta, y de ahí rápido a Monterrey para apoyar los trabajos y relaciones de Federico Arreola y Agustín Basave, quienes lo llevarían a saludar al Grupo Monterrey, que agradecería al candidato presidencial su gran capacidad para apaciguar a los alzados y haberlos incorporado al mundo real de la verdadera política. Juntos le pedirían celebrar que los guerrilleros de los setentas merecían ser reprimidos y brindarían por dar vuelta a la página del asunto de los desaparecidos.

Todo cambia y en Sonora, al cambiar la forma de pensar, compartirían con Alfonso Durazo su nueva posición en el lopezobradorismo en esas tierras lejanas. Si ya el colosismo está con López Obrador, ¿por qué no tendría que estar también el zapatismo?

En Sinaloa, en un intento de suicidar ideas, se lanzaría vestido de mar como Alfonsina y aplaudiría desde allá la propuesta de los 20 puntos, la cual dice que el "ejército continuará combatiendo el narcotráfico". "¡La patria va!", dirían allá.

En el Bajío los zapatistas dirían a Javier Usabiaga: "Hermano, dame tu mano" y trabajarían en una propuesta de declaración sobre la modernización del campo. En esa hora primera apretarían juntos la misma bandera y le meterían juntos a la marcha y al tambor.

Por Zacatecas, Ricardo Monreal estaría dándoles la bienvenida en la tierra que gobierna y administra. Diría a Marcos que era lo mejor: haberse incorporado y dejar la melancolía. Lo invitaría a dejar atrás las diferencias y a que junto con Manuel Camacho, Ignacio Ovalle y los figueroístas de Guerrero elaboraran un proyecto alternativo de nación.

Marcos participaría en la mesa de concertación de grupos para palomear candidaturas y vetos; sería factor de convencimiento para que de los mil 417 precandidatos registrados en el Distrito Federal, la mayoría aceptara mansamente la derrota y la simulación, pues sólo 87 resultarían electos, dando una cuota a los cercanos al EZLN en la capital. No cabe duda: ¡Marcos se equivoca al no aceptar la propuesta de unir esfuerzos y campañas! ¿Cuántos diputados o una senaduría por Chiapas podría ganar el subcomandante de las posiciones reservadas al nuevo PRD, construido por el lopezobradorismo? Sólo es necesario que calle el cantor (no es mucho pedir).

¿Quién dijo que ya todo está perdido?... Necesitamos un concierto contra la ignominia.

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