La maestría de César Rincón
En la tarde invernal con destellos solares, llena del vago rumor de la plaza, a tres cuartos de entrada, en espera del torero colombiano que se presentaba. El sol se había transpuesto dejando palidecer sobre el horizonte una luminosa efusión naranja de jugo de mandarina. Escenario ideal para una corrida de toros en inconfundible tono de fervor caliente y magnificencia vestida de la casta de los toros de San Martín.
Mas el escenario no correspondió a lo sucedido en la Plaza México, los toros de San Martín, incluyendo el primero, bravo y con clase, resultaron tardos para embestir, engordados, débiles rodaban por el suelo y terminaban parados. Dos de ellos; segundo y quinto, fueron protestados por falta de trapío y regresaron a los corrales.
El torero colombiano Cesar Rincón, con el primero de la tarde que recibió un ridículo arrastre lento, a pesar de su maestría y hondura que se expresó en ese burel, sigue sin refrendar en la México, las triunfales tardes en la Plaza de las Ventas madrileña, en las que enloquecía a la afición y lo tienen en el primer sitio de la torería actual.
Cesar Rincón con una innata elegancia torera y peculiarísima genialidad imaginativa, lució en una verónicas chipen, al igual que la muleta con un poder extraordinario de acento antiguo. Dueño de una independencia en su quehacer torero, fue deleitoso contemplar su facilidad para darle tiempos y distancias a los toros que le permiten al interior elocuencia emocional, de la inspiración que atesora de su Colombia artística.
Seguimos esperando los cabales que le salga un toro de encastada nobleza para admirar en su esplendor a este maestro colombiano que se escribe aparte. Zotoluco y Angelino, con toros intoreables, tuvieron detalles de valor y ganas de agradar, incluso atropellando el toreo ¿serán las corridas de aniversario la apoteosis torera de este pedazo de torero llamado Rincón?