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16 de enero de 2006
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GARROTES Y ZANAHORIAS

HUELE A GAS

Si de algo se quejan a cada momento los industriales en México es del alto precio del gas. Tienen que pagarlo con base en los costos del sur de Texas, los más altos del mundo. El gobierno ofrece algún subsidio al consumo para contener la presión proveniente de un poderoso sector en el que cuenta con varios aliados políticos.

Por otro lado, también el sector público resiente un costo mayor por el combustible. Sin ser un país relevante en producción de gas, en México se utiliza cada vez más para generar electricidad.

Así que uno de los planes más ambiciosos del actual gobierno fue el de ofrecer el territorio nacional para que empresas trasnacionales instalaran plantas de procesamiento de gas natural licuado (GNL), sobre todo en la frontera norte. De los planes originales poco queda. Se han ido desinflando, sobre todo los que se sustentaban en la instalación de plantas en el Noroeste del país, cerca de la frontera con California, por el rechazo de la población y la falta de articulación entre las distintas instancias del gobierno.

El GNL se obtiene enfriando el gas a una temperatura de 160 grados bajo cero. Ya licuado ocupa 600 veces menos espacio y pesa la mitad de la misma cantidad de agua. Se transporta desde el lugar de origen en tanques especiales para su recepción en las plantas regasificadoras, del tipo de las que se propone construir en México. El punto es que esos proyectos descansan en la idea de que ese gas licuado vendrá de Argelia, Australia, Indonesia y... Bolivia.

México tiene 15 billones de pies cúbicos de reservas probadas de gas. Bolivia tiene 53 billones, la segunda mayor reserva de Latinoamérica, después de Venezuela, que cuenta con 148 billones.

En el pasado el presidente Vicente Fox ha mostrado una vena que puede verse como discriminatoria. Lo hizo explícito al declarar, el año pasado, que mexicanos residentes en Estados Unidos realizan trabajos "que ni los negros quieren hacer". Ahora lo expresa de manera menos abierta, pero que más allá de la anécdota parece un signo que puede definir este sexenio: la ausencia de articulación entre los planes y las acciones, entre el decir y el hacer. Entre plantear que se busca mejorar las condiciones de operación de la industria y cerrar la puerta a una fuente de suministro de gas. Entre decir que se garantizan las inversiones extranjeras y provocar que las empresas que ya gastaron en las plantas de GNL deban traer el combustible desde otros sitios en Asia o Africa como consecuencia de una declaración desafortunada.

Ocurrió que un periodista le preguntó al presidente Fox sobre Bolivia y Evo Morales, el indígena líder del Movimiento al Socialismo que se hizo con todas las de la ley de la presidencia boliviana, merced a una copiosa votación que sorprendió a todo mundo.

Morales ­quien fue objeto de una broma racista de la cadena católica Cope española, propiedad del Episcopado de ese país­ sostuvo al ganar la presidencia que en adelante Bolivia pensaría mejor qué hacer con sus recursos naturales.

El presidente Fox se refirió así a la posibilidad de que Bolivia no vendiera gas a México, en las condiciones en que lo desean las empresas trasnacionales: "pues lo van a consumir ahí o se lo van a comer ahí".

Morales respondió días después, desde Sudáfrica: "Que (Fox) no trate de humillarme a mí o a mi pueblo para defender los intereses de su país".

El presidente electo de Bolivia, que tomará posesión el 22 de enero, comentó a media semana que el único contacto que ha tenido con Fox fue en mayo de 2004, en la ciudad mexicana de Guadalajara, durante la cumbre América Latina-Unión Europea. "En esa reunión no hubo mucho entendimiento sobre la venta de gas a México, aunque yo no tenía mucho que hablar", declaró Morales, quien a la sazón era diputado del Movimiento al Socialismo.

El miércoles pasado, tres días después de que el presidente Fox propuso a los bolivianos que se comieran su gas, el vocero de Los Pinos, Rubén Aguilar, fue interrogado sobre si el gobierno mexicano todavía estaba interesado en el gas boliviano. Respondió:

"México está interesado en el gas boliviano, en el gas peruano, estamos interesados en cualquier país que pueda vender gas en la zona del Pacífico o en otras regiones del mundo, en condiciones mucho más favorables que el gas del Atlántico, que suele ser un gas mucho más caro. Y al país le conviene acceder a precios del gas mucho más rentables y competitivos, es el caso del gas que se produce en la zona del Atlántico, en particular, en Perú y Bolivia, seguimos claramente interesados". Claro que sus nociones de geografía no son envidiables.

No le de vueltas, no se desespere si encuentra contradicción entre el Presidente y su vocero. Ese es uno de los retratos del sexenio §


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