El Wolfgang de Bernstein
Después de Karl Bohm, las versiones de Leonard Bernstein son las más apreciadas por los mozartianos. Al frente de la única orquesta en el mundo que se puede comparar por su maestría y perfección con la Filarmónica de Berlín, la Filarmónica de Viena con Bernstein despliega el mundo mozartiano en una edición especial de tres discos a bajo costo del sello Deutsche Gramophon titulado Mozart. The Late Symphonies, que incluye en ese rubro las sinfo-nías 25 y 29, equiparables en su monumentalidad a las póstumas que completan el paquete.
La puesta en vida del universo mozartiano que realizó Leonard Bernstein (1918-1990) constituye el ejemplo elevado de la comprensión y escanciamiento del universo sinfónico de Mozart.
Una prolongación de tal poética habría de realizar Bernstein con la misma orquesta, la Filarmónica de Viena, con la grabación integral (que se consigue por fortuna en grabaciones de video en dvd) con todas las sinfonías de Gustav Mahler (1860-1911), ese heredero austriaco por antonomasia del pensamiento musical de Mozart. (No en balde al expirar, Mahler dibujó unas notas musicales en el aire, dirigió la mirada hacia su mujer, Alma, y dijo: Amlisch mía, y después, con la mirada en el firmamento: querido Mozart, y se fue).
La pequeña caja Mozart de Deutsche Gramophon presenta la porción más conocida y más intensa de su producción sinfónica, sin desdoro de la intensidad que imprimió en sus sinfonías tempranas. Se inicia con la sinfonía 25, escrita cuando el autor tenía 17 años de edad y culmina con la grandiosidad de la Sinfonía Júpiter.
Fenomenal, mozartianísimo agasajo.