Cumplió su anhelo póstumo: morir en secreto
Birgit Nilsson flota entre flores
La soprano sueca Birgit Nilsson cumplió un deseo póstumo: morir en secreto.
Junto a su esposo, a sus 87 años, sabedora de la inminencia de su deceso, la última gran intérprete de los secretos que encierra la música de Wagner definió todos los detalles de su funeral y consiguió un juramento de silencio entre sus familiares y amigos más cercanos: nadie debía saber que esta leyenda viva había muerto, sino hasta que concluyese el funeral.
La dama Nilsson murió la noche de Navidad. Fue enterrada 16 días después y fue hasta entonces, cuando su tumba cubierta por nubes de rosas y tulipanes y había concluido la ceremonia fúnebre, que el mundo tuvo permiso de conocer el destino final de este personaje histórico.
Fue hasta ayer cuando se publicó una nota periodística en el diario sueco Aftonbladet con una crónica del sepelio, consumado de acuerdo con la voluntad de la cantante legendaria, quien decidió quién cantaría y qué, qué música sonaría y qué decoración privaría en su ceremonia del adiós.
Fue así como su amiga, la soprano danesa Elisabeth Meyer-Topfoe cantó La Oración de Elisabet, del tercer acto de Tanhäuser, de Wagner, y también cantó Te amo, de Edvard Grieg, piezas favoritas de la homenajeada, y todos los asistentes entonaron después el Salmo 320 y por último el 172.
Al final quedó su tumba flotando entre flores.
Y su canto resonando en nuestras mentes.