Wendy: vivir en un cuerpo equivocado
Cuba sistematiza el apoyo para atender los trastornos de identidad de género
La Habana, 9 de enero. Wendy sufrió mucho por la presión de sus compañeros en la primaria y por la incomprensión de su padre. Cursó con dificultades la secundaria y no pudo terminarla. Pasó años encerrada en su casa y apenas en marzo pasado obtuvo su primer empleo. Ahora se siente bien, "con una autoestima muy grande".
A los 31 años está logrando vivir con la identidad femenina que ha elegido, aunque biológicamente aún es un varón. Es uno de los 25 transexuales cubanos diagnosticados que esperan cambiar de sexo en una operación que podría realizarse en Cuba si el parlamento aprueba una ley que está en estudio.
Wendy cuenta a La Jornada la dureza de su infancia y su juventud. Desde los 5 años sintió inclinaciones de niña, que pronto fueron confirmadas por un sicólogo. Pero tenía que vestir y presentarse como Alexis, el varón que era físicamente, único hombre de cuatro hermanos. A los 12 años empezó a tomar hormonas femeninas, lo cual provocó el crecimiento de sus senos. Antes de concluir la secundaria decidió recluirse en su casa y vivir su vida sin testigos, aunque con angustia y el rechazo familiar. Supo entonces que algunos transexuales sólo conseguían empleo en faenas domésticas o caían en la prostitución.
El parteaguas de su vida fue haber llegado al consultorio de la sicóloga Maira Rodríguez, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). Después de dos años de conversaciones, exámenes y seguimiento de conducta, la especialista confirmó el diagnóstico: transexual.
Con el diagnóstico, Alexis obtuvo en 1997 el cambio de su carnet de identidad, para llamarse Wendy. Tenía entonces 22 años. Fue autorizada a llevar el tratamiento hormonal gratuito. La sicóloga habló con la familia, especialmente con el padre, y obtuvo respaldo. "Le hizo entender que no era porque yo quería ser así, sino porque mi sique era especial."
Wendy explica que las hormonas ayudan a redistribuir la grasa del cuerpo, para darle formas femeninas. Crecen los senos, las caderas. Se suavizan la voz, el cabello, la piel. Ha tenido relaciones afortunadas, en comparación con las de otros transexuales, que habitualmente se enfrentan a un dilema: al asumir plena identidad femenina requieren una pareja masculina, heterosexual, pero suelen encontrar más fácilmente bisexuales u homosexuales.
"Tenemos casos de transexuales que están solas hace más de seis, ocho, diez o 15 años. No quieren relacionarse con un hombre si no es heterosexual. En el país no hay transexuales lesbianas, aunque pudiera darse el caso. Mi pareja actual es heterosexual. Desde que me conoció ha dejado a las mujeres a un lado. Gente que me conoce me dice: 'Wendy, ¿qué le has hecho a este muchacho, que ya ni mira a las chiquitas en la calle?' Mi pareja anterior tiene un hijo de 11 años, que pasaba vacaciones en mi casa. La mamá del niño nunca supo nada de mí. Yo era la mujer del ex marido y ya. El niño le decía: 'Sí, ella me baña y me da la comida'. Terminamos porque él quiso tener otro hijo".
Wendy se siente ahora infinitamente mejor que antes: "Tengo mi casa, yo me mantengo, no tengo que depender de un hombre. Salí de aquel encierro que me había creado, porque tenía miedo a la sociedad. Aprendí que el respeto depende de lo que tú inspiras. Si eres una persona irrespetuosa o vulgar, nadie te va a respetar. Tuve una amiguita, también transexual, que no entendía nada. Sus padres le insistían en que se tenía que casar con una mujer. Hasta se quiso quitar la vida".
Al hablar del proyecto de ley para facilitar las operaciones a transexuales, Wendy sonríe ampliamente y une las palmas de las manos: "¡Por fin! Ya era hora de que lo nuestro fuera un poquito más adelante. Eso era un sueño para muchas de nosotras".
Como parte de una estrategia nacional, el Ministerio de Salud Pública de Cuba tiene sistematizado el servicio de apoyo para identificar trastornos de identidad de género. El Cenesex está gestionando que el transexual sea admitido y respetado en su puesto de trabajo con la identidad que asume, aunque no tenga hecho el cambio de documentos. También logró un acuerdo con el Ministerio de Educación para trabajar contra la discriminación por orientación sexual, tanto en las escuelas como en las familias.
Erica y Angy
Erica, quien aún es Eric en sus documentos de identidad, está en el proceso de diagnóstico para confirmar si es o no transexual. Tuvo también una infancia y una adolescencia angustiosas. Logró estudiar gastronomía después de la secundaria, pero vestido de varón. En esa época nunca tuvo pareja y en cambio padeció la hostilidad policial.
Hace cuatro años conoció el Cenesex y ahí se unió a un grupo de promotores de salud sexual. Su situación ha mejorado con la familia. Tiene 26 años y vive con una pareja bisexual. "Es una relación bastante tranquila." No tiene certeza de ser transexual, pero lleva tres años en el estudio. No acepta que le tomen fotos: "Es que no estoy maquillada"...
Un caso distinto es el de Angy (o Angel). Es un travesti que apenas hace un año decidió vestirse de mujer íntegramente y asumir esa identidad. A los nueve o diez años se dio cuenta de que le gustaban los muchachos. Tuvo una novia, sólo para comprobar que su vida no iba por ahí. La historia es la misma: burlas de los compañeros de la escuela y horror en la familia.
Desde los 16 años empezó a tener parejas masculinas y también llegó al Cenesex. Se unió a la promoción de salud sexual, pasó unos cursos para jóvenes desempleados o que truncaron los estudios y al terminar fue aceptado en la carrera de comunicación social. Las cosas cambiaron en su casa. Ahora vive con sus papás y con su pareja, un joven heterosexual.
No ha pedido un diagnóstico de transexualidad, pero podría hacerlo. "De hombre yo no tengo nada, ni quiero saber nada de eso. Mis 24 horas son demostrando mi sexualidad femenina. Al principio la gente del barrio me gritaba esas cosas que no son las más apropiadas, pero ya después se han ido adaptando y me ven normal. Una vez me paró un policía en la calle y se sorprendió de que mi carnet era de macho. Le preguntó a otro que qué hacía y ese le dijo: 'No le puedes hacer nada'. En la universidad me puedo matricular con mi nombre de macho, pero llevo fotos de mujer, así como estoy. Ahí no tengo problemas, al contrario, todos me apoyan".
"Estoy luchando por algo difícil, para lograr que la sociedad me acepte. No por que nos vistamos así no podemos tener un estudio, una carrera. Estoy en un grupo de teatro. Antes hacía personajes de hombres, pero cuando cambié la profesora me dijo que siguiera con ellos, que me daría personajes de mujer. Ya hice la amiga de Margarita Gautier (La dama de las camelias), la vecina de Camila (Santa Camila de La Habana Vieja) y Martirio (La casa de Bernarda Alba).
"Tomo hormonas por mi cuenta y he notado algunos cambios, aunque no los que yo quisiera. Yo quisiera tener ya figura femenina. De cierta forma, el travestismo ya es el primer paso de la transexualidad. Te vistes de mujer porque no quieres vestirte de hombre. Estas renegando de una cosa. A veces en la calle me dicen cosas los hombres y yo me siento bien. No dices nada. Un día estaba haciendo la cola en el cine, esperando a mi pareja, y dos muchachos heterosexuales me estaban enamorando, se metían conmigo. Jamás se dieron cuenta de que era un travesti."