La visita infantil al penal se sumó a los 60 menores nacidos en reclusión
En Santa Martha el mayor regalo para los pequeños fue convivir con sus mamás
Si de deseos se trata, no todos fueron juguetes y dulces. El anhelo de ver a su abuela en libertad pudo más que la tentación de poseer un vehículo montable o una muñeca y si bien la petición de excarcelación rebasó por mucho las capacidades reales de Gaspar, Melchor y Baltasar la menor logró partir la rosca con su "mamá grande".
Ayer la aduana del Reclusorio Femenil de Santa Martha Acatitla se llenó de niños. No hubo incienso y tampoco mirra, pero sí juguetes y un par de payasos.
Divididas por colores -beige para las procesadas y azul marino para las sentenciadas-, las internas recibieron a sus familiares en el patio principal del centro de readaptación y la visita infantil se sumó a los 60 menores "nacidos en reclusión".
-No quise juguetes. Nada más les pedí que mi abuela salga -dijo Andrea.
-Pues no creo que te cumplan, mi hija, pero carajo, cómo me quieres -contestó doña Lucía.
Vestida de azul, la abuela lleva dos años recluida: un juez federal la encontró culpable de delitos contra la salud.
Dos payasos, ambos interpretados por mujeres, recorrieron el patio. Cargaron a los menores, platicaron con ellos y a falta de los "sabios de oriente" escucharon sus peticiones.
De las casi mil 489 internas pocas fueron las que bajaron. Algunas sin nietos, hijos o sobrinos con quienes festejar, aprovecharon la ocasión para denunciar la falta de preliberaciones. Otras reiteraron su demanda de una mejor atención médica e incluso hubo quien recordó el motín de finales del año antepasado.
"Este es un día muy especial, yo no tengo visita, me siento un poco deprimida, pero no hay otra cosa más que echarle ganas. A ver si nos toman más en cuenta porque ya somos varias las que alcanzamos a salir, pero no ha habido preliberaciones", argumentó Maricela.
"Que nos pongan atención, porque merecemos una oportunidad. Que no olviden que aquí hay mucha gente de la tercera edad y que no tenemos medicamentos", señaló Guadalupe. Ajena a ello, Andrea, insistía en la liberación de su abuela; doña Lucía le explicaba que no era una cosa sencilla, y la madre se limitaba a escuchar.
Fueron repartidos decenas de juguetes, donados mediante una campaña promovida por una empresa privada. "Tenemos alrededor de 60 menores que viven aquí. Son hijos nacidos en reclusión, los cuales permanecen con sus madres, ya que la normatividad nos da esa posibilidad hasta los seis años. Es muy importante para las internas recibir este apoyo. En este caso el estímulo es el juguete, y aunque no es día de visita organizamos la entrega para que los menores recibieran su regalo", explicó la directora del centro, Luz Margarita Malo González.