Ambito regional: Jalisco |
2 de enero de 2006 | ||||||||||||||||||||||
DE
DOBLE USO
EL OLOR DE LA GUAYABA
El reciclaje de equipos de cómputo se ha vuelto una actividad rentable en muchos países. Aquí todavía los desechos se van a la basura, con la pérdida económica y el daño ambiental asociados. Luis Granovsky
El reciclaje y reuso de computadoras no ha llegado a México, aunque se practica en más de cincuenta países. Esta industria aprovecha las partes de los equipos, que en su mayoría se componen de tubos de despliegue (6 por ciento), acero y metales no ferrosos (40 a 70 por ciento), cables y alambres (1.5 a 6 por ciento), materiales termoplásticos (20 por ciento), mezclas de plásticos (1.5 a 6 por ciento) y materiales especiales, como baterías (0.3 a 0.5 por ciento). Esta actividad tiene tiene distintos niveles de complejidad, ya que abarca desde el tratamiento de minicomponentes eletrónicos hasta la recuperación de sustancias y compuestos, como plásticos y metales. Muchos de esos elementos son de alto valor, pues existe oro en los circuitos impresos de las computadoras: por cada tonelada de equipo se pueden obtener 100 gramos del metal. Pero los costos de extracción son altos tanto que reciclar en Estados Unidos cuesta 10 veces más que mandar los equipos desechados a verterderos ilegales en China; además los procesos pueden ser muy contaminantes. La empresa Dell tiene acuerdos de recolección de computadoras para reciclar en más de 50 países, explicó Sergio Pérez, director de Operaciones y Logística de Dell en México. En el año fiscal concluido en octubre de 2005 se recogieron en el mundo más de 30 millones de kilos, 80 por ciento en Estados Unidos, país en que se desechan o remplazan más de 10 mil computadoras personales al día. Dell recolectó este año 11 millones de kilos de equipos desechados que entregó a los recicladores. En México no ocurre, lamentó Pérez, "pues no se practica el reciclaje y ni siquiera habría dónde almacenar las computadoras". Mediante la asociación de Dell con la Fundación Nacional Cristina (www.cristina.org), se pueden donar a organizaciones de beneficencia las computadoras que ya no se usan. Se desconoce el número de computadoras que se desecharon en los últimos años en el país, tampoco se sabe a dónde fueron a parar, pero la cifra puede ser alta, puesto que uno de cada cinco hogares cuenta con una. Cuando su destino es la basura se debe tomar en cuenta el impacto ambiental que esto implica. La mayor página de subastas por Internet, eBay, se ha unido con fabricantes de productos tecnológicos (Apple, IBM, Gateway y HP, entre ellos) para impulsar una campaña de reciclaje de las computadoras y equipos electrónicos. eBay comercializa PC nuevas y usadas por 2 mil 500 millones de dólares al año, además de equipos electrónicos, como teléfonos celulares, videojuegos o computadoras portátiles, valorados en una cantidad similar. Con ello se puede prevenir que los aparatos se arrumben y causen efectos perniciosos por las emisiones tóxicas de materiales, como el plomo, cadmio, cromo y mercurio. En Argentina, varias provincias acordaron instalar plantas de reuso de computadoras. La iniciativa partió de un convenio entre la Agencia de Cooperación y Desarrollo y el Ministerio de Industria de Canadá con el Consejo Federal de Inversiones argentino. Se apoyará durante tres años a cada planta que luego deberá ser sustentable, mediante la comercialización de los equipos. Brasil ya tiene su primera planta de reciclaje de equipos electrónicos en la ciudad de Americana, y utiliza computadoras portátiles aprovechando gran parte de sus componentes. Esa planta, además destruye las placas de circuitos impresos e integrados, que pueden contener información confidencial de empresas o personas § En la principal zona productora de guayaba de Jalisco, un grupo de mujeres ha encontrado una forma de completar el gasto, en un lugar en que las remesas destacan como fuente de ingreso familiar. Juliana Fregoso Bonilla
Las remesas de los trabajadores en Estados Unidos son la segunda fuente de ingresos para el país después del petróleo. Pero sólo cubren 35 por ciento del gasto anual de un hogar con migrantes y el flujo de efectivo no siempre es constante, lo que obliga a las mujeres a trabajar, generalmente autoempleadas o con salario mínimo. "A veces ando pidiendo prestado porque mi esposo dura un mes sin mandar", dijo Miriam Tamar Osorno, de la comunidad serrana de Jiquilpan, en el municipio de San Gabriel, Jalisco, localidad en que cada año disminuye la población masculina. Miriam es una de las 7.5 millones de mujeres mexicanas que reciben remesas de sus maridos, y no alcanza a cubrir sus necesidades. Hace dos años, con otras 13 jiquilpeñas, se asoció para ganar algo más. San Gabriel es el principal productor de guayaba de la región, pero el precio al que los mayoristas compran el kilo, un peso, ni siquiera compensa lo que los huerteros invierten en la recolección, por lo que prefieren dejar la fruta en los árboles. Gran parte de la producción terminaba tirada y pudriéndose. El grupo de mujeres empezó a cosechar la guayaba en estado aceptable; al principio la consumían, pero se les ocurrió hacer dulce para vender y aumentar sus ingresos. Entonces surgió la idea de crear una empresa. Con un financiamiento del gobierno del estado por 350 mil pesos, más 150 mil que entre todas reunieron, su aventura se convirtió en la pequeña empresa Campo Deli, que ahora tiene capacidad para producir una tonelada diaria de dulces, mermeladas y jaleas, venden cerca de cinco toneladas al mes y piensan exportar a Estados Unidos, pues están al día en las regulaciones que impone Washington. Se calcula que 11 millones de mexicanos reciben remesas, muchas son mujeres, como las de Jiquipan. El valor promedio de las remesas es de 300 dólares al mes, pero el flujo no es constante y eso ejerce gran presión en el gasto familiar. "Hay muchos mitos en torno al papel de las remesas en la economía de las familias; el hecho de que se vaya el varón no asegura que mejore la situación familiar, lo que obliga a las mujeres a desarrollar otras actividades, a veces también los hijos tienen que dejar de estudiar", explica Alma Leticia Flores, investigadora de la Universidad de Guadalajara. "Salíamos con los gastos pero no nos pudieron mandar a la escuela" dice Graciela Hernández, cuyo padre y hermanos se fueron al norte para mantener a la familia. Las mujeres de Campo Deli son un caso notable. Encontraron en la guayaba el complemento de las remesas, además de mayor certidumbre económica. Pero no todas las mujeres que dependen de los envíos de dinero pueden contar un final feliz de su historia. En los últimos ocho años, las remesas a México se han cuadruplicado §
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