Usted está aquí: martes 27 de diciembre de 2005 Opinión Atención, cuidado: Dadá sigue en vida

Vilma Fuentes

Atención, cuidado: Dadá sigue en vida

Sin duda, la exposición Dadá presentada en el Museo Georges Pompidou (Beaubourg), en París, ha sido uno de los más importantes acontecimientos artísticos de 2005. Sin ser una exposición dadaísta -como señalan los expertos-, puesto que sólo los dadaístas habrían podido hacerla, se trata de una presentación de mil piezas de 50 artistas con la que se proponen las claves para tratar de comprender mejor el misterio Dadá.

Exposición en forma de paseo, sin sentidos lineal ni cronológico, deja libre al público su recorrido por las salas. La lógica del azar es la única guía: el azar que aparece como el mejor medio para mostrar la complejidad de la red Dadá y sus ramificaciones.

Sin ser exhaustiva, la exposición cubre ocho años del movimiento dadaísta: desde 1916, con la fundación del Cabaret Voltaire en Zurich, que marca el nacimiento de esta corriente, hasta 1924, cuando el dadaísmo pierde su aliento.

Constelación de conceptos, personajes, obras insólitas, Dadá nace en el contexto de la Primera Guerra Mundial, en 1916, a iniciativa de Hugo Ball, el artista alemán que organizó la famosa fiesta en el Cabaret Voltaire, durante la cual se encontraron Tristan Tzara, Arp y otros artistas, quienes se reunirán alrededor de una visión compartida de la poesía, la escritura y el arte, donde todo puede volverse absurdo, así como de una palabra con resonancias onomatopéyicas: Dadá.

Infantil, redundante, sonora, esta expresión, encontrada al azar en un diccionario por Ball y Huelsenbeck, tenía la ventaja de ser fácilmente pronunciada en todas las lenguas.

Movimiento cuasiuniversal, después de desarrollarse en Europa se difundió a lo largo del continente americano.

Muchas veces y equivocadamente acusado de destructivo a causa de la demolición que lleva a cabo de todo un sistema de concepción del arte, el dadaísmo no es tampoco, de una manera simplista, la destrucción que desertifica para construir.

Dadá conjuga destrucción y construcción. Si nace en plena guerra, y en alguna forma es la insolente respuesta a esa carnicería, el juego de espejos muere ahí. Se anuncia la próxima muerte del arte, declara Tzara, reclamamos un arte más arte. Los objetos considerados poco nobles, cotidianos, se utilizarán en la obra de pintores y escultores. Fotomontajes, collages, rayografías de Man Ray, ready-made de Marcel Duchamp, frente a la aparición de la radio, el teléfono, la industria, el trabajo en cadena, las trincheras, los muertos en serie...

Es en Francia donde el dadaísmo florece en el campo de la escritura gracias a André Breton, tantas veces acusado de ser el sepulturero de este movimiento. "No", responde Georges Sebbag, quien precisa las cosas, los hechos, la cronología. Al contrario.

La editorial Jean-Michel Place, en la colección Surréaliste dirigida por Sebbag, publica un volumen esclarecedor sobre las relaciones entre el dadaísmo y el surrealismo: Manifestes DADA surréalistes.

Sebbag, quien reúne y presenta los textos, sitúa este encuentro a partir de 1919, cuando André Breton alerta a Tzara de los ataques al dadaísmo de la tradicional Nouvelle Revue Française, dirigida por André Gide y Jacques Rivière. La complicidad espiritual no puede ser más clara.

Frente a la carnicería de la Primera Guerra Mundial con la que se inicia el siglo XX no puede haber una respuesta distinta a la necesidad de vivir, y crear. La gran literatura, me decía Elena Garro, no existe si no hay un gran evento mundial, los regímenes mediocres no pueden engendrar sino obras mediocres.

La colección Surréalisme es decisiva para la comprensión de un movimiento artístico en la base de la historia del siglo XX. ¿Y qué puede quedar de una época sino su arte, su literatura, incluso si estas palabras, arte, litertatura, como los conceptos que evocan, fueron radicalmente sacudidos por Dadá? El movimiento funda el siglo XX: el llamado arte contemporáneo no puede escapar a sus principios de anarquía, rebelión, vértigo de la nada -ante el horror.

Festividad de la histeria, carcajadas ante la solemnidad, risa loca frente a los pontífices de la literatura y el arte, lágrimas de sangre acompañadas por las calaveras de Posada, el dadaísmo será o no será o, más bien, fue.

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