Conmemoran el argentinazo de diciembre de 2001
Buenos Aires, 20 de diciembre. Miles de manifestantes marcharon esta tarde por el centro de esta capital para conmemorar el cuarto aniversario del estallido social del 19 y 20 de diciembre de 2001, que en un día como hoy llevó a la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa, a sólo dos años de haber llegado al gobierno.
Además del recuerdo de la mayor crisis que haya vivido el país en su historia, el argentinazo dejó de secuela más de 30 víctimas de la brutal represión policial, aquí y en el interior del país. Para esas víctimas se demanda justicia, cuatro años más tarde.
Es imposible olvidar las imágenes de esas horas, luego que De la Rúa declaró la noche del 19 de diciembre el estado de sitio, que fue respondido por la población con un inmenso y espontáneo cacerolazo, que se extendió por toda la ciudad en pocas horas, mientras la población se lanzaba a las calles en una manifestación que iba reuniendo fuerzas en cada barrio hasta llegar a Plaza de Mayo, sin convocatoria expresa.
Los saqueos, que comenzaron aisladamente, mostraron las dos caras de la situación: por una parte, un plan premeditado de sectores ayudados por fuerzas de seguridad, muy visible en la provincia de Buenos Aires; por otra, una realidad: el empobrecimiento y exclusión de la inmensa mayoría de la población, que desde 1995 había vivido bajo el terror de la desocupación que llegaba a más de 18.6 por ciento, y en cifras precisas más de 25 o 30 por ciento en las mayores ciudades del país.
La historia no oficial
El corralito (confiscación de ahorros en los bancos) impuesto por el ministro de Economía Domingo Cavallo, fue el detonante de la crisis, imparable entonces.
En el atardecer del 20 de diciembre de 2001, el presidente renunció y abandonó la casa gubernamental en helicóptero. Empezaba otra historia en el país, que contó en 10 días con cinco presidentes.
La lucha contra el modelo económico había dado lugar a la aparición de nuevos protagonistas sociales, los piqueteros, los trabajadores que recuperaban sus empresas, las Asambleas de Barrio y otros, que de hecho fue la base del estallido.
"Decir que no sirvió para nada es falso. Se dio una batalla del campo popular y si bien no hemos podido resolver problemas de fondo, de no haber existido el 19 y 20 diciembre no se hubiera producido la derrota del neoliberalismo más ortodoxo. Hoy no se puede vender ese proyecto como espejito, ya no se puede engañar a la gente", dijo a La Jornada Carlos Chile, dirigente del Movimiento Territorial de Liberación, hoy al frente de una cooperativa que levanta viviendas para trabajadores y desocupados.
"Esos dos días están desarrollándose en organizaciones populares. Fue una ruptura. Es cierto que se resolvió la gobernabilidad sin modificar nada, pero es un asunto no cerrado aún. El grito 'que se vayan todos' estaba destinado a reclamar por lo que se sigue reclamando hoy, y hay organización y fuerzas. Ninguno de esos sucesos tan fuertes pasa sin dejar nada", agregó.
La marcha reunió a partidos de izquierda, organizaciones piqueteras, estudiantes y organismos humanitarios, y por algunas horas las diferencias parecieron superadas.
Mientras, grupos de piqueteros duros y de izquierda rechazaron la decisión de Néstor Kirchner de pagar el total de la deuda con el Fondo Monetario Internacional.