Usted está aquí: lunes 19 de diciembre de 2005 Mundo Su gente lo llama Evo con toda llaneza

Fue pastor, trompetista, goleador, heladero y ahora amigo de Chávez y Castro

Su gente lo llama Evo con toda llaneza

LUIS A. GOMEZ ESPECIAL PARA LA JORNADA

Ampliar la imagen El ex futbolista argentino Diego Armando Maradona y el virtual ganador de los comicios presidenciales en Bolivia, Evo Morales, antes de viajar a Mar del Plata, para participar en la tercera Cumbre de los Pueblos de Am�ca, alternativa a la Cumbre de las Am�cas, en noviembre pasado FOTO Reuters Foto: Reuters

La Paz, 18 de diciembre. Es alto, ligeramente panzón y su sonrisa abierta, cuando está contento, conquista a políticos, periodistas y decenas de señoritas en toda la Bolivia rural... su nombre completo deberá ser pronunciado el próximo 22 de enero, si nada cambia, cuando sea proclamado presidente de la República. Se llama Juan Evo Morales Ayma, tiene 46 años y le gusta comer con las manos cabecitas de cordero fritas y asadas.

Evo, como le dice su gente con toda llaneza, tiene una camioneta gris que, cuando tenía tiempo, conducía personalmente en cada uno de sus viajes. Adentro, a todo volumen, se escuchan casi siempre morenadas, ritmo de los Andes tocado por bandas de viento y percusión, que Evo tararea ensimismado. En 2002, durante su primera campaña presidencial, muchas veces comenzó los discursos recordando una comunidad, una plaza, un salón en el que de joven, cuando era trompetista de banda y viajaba por todo el país en autobús con su instrumento bajo el brazo.

Este domingo 18, mientras las cifras lo convertían virtualmente en el primer mandatario indígena de este país, se fue a su casa en la ciudad de Cochabamba (llena de libros, casi todos regalados por sus autores) para charlar y decidir lo que sería su primer discurso después de los comicios. Estaba nervioso, pero sonriente, feliz, bromeando con sus amigos y colaboradores, pero no siempre fue así.

De Orinoca al Chapare

La casita donde Evo nació sigue en pie, en la comunidad Isallavi, cantón de Orinoca. Allí creció pastoreando llamas en la aridez del altiplano sur boliviano. La pobreza de su pueblo natal, de la que muchos indígenas escapan migrando a las ciudades y otros países, marcó su infancia. A los seis años, por ejemplo, partió con su padre a la zafra en el norte de Argentina. En esa región, mientras su padre cortaba caña de azúcar por unos pesos, Evo Morales vendía helados a los trabajadores.

Ya desde entonces, a este fan de Maradona (y de Boca Juniors) le gustaba jugar futbol. En el libro semblanza escrito por el periodista Alex Contreras, Morales recuerda que "cuando las llamas estaban pastando en los cerros, agarraba mi pelota de trapo y las gambeteaba una por una". Algo aprendió, porque años más tarde en la ciudad de Oruro, mientras continuaba sus estudios, probó suerte con un equipo profesional. Es más, su primer cargo sindical, ya siendo cocalero, fue el de secretario de deportes.

Fue la naturaleza, combinada con la falta de atención del Estado, la que cambió para siempre su vida. Una prolongada sequía en 1980 acabó con las cosechas de su gente, que decidió migrar a una región más fértil: el trópico del departamento de Cochamba, el Chapare. Allí comenzó su ascenso.

Pero no fueron los goles los que lo catapultaron a la dirigencia campesina. Fue un asesinato. En 1982 un grupo de militares quemaron vivo a un campesino que se negó a declararse culpable del delito de narcotráfico. Ese hecho, que recuerda siempre con mucha emoción, le motivó a prometer "luchar incansablemente" una realidad distinta para su gente.

Legendarias son en Bolivia las marchas que encabezó ya siendo el máximo líder de los cocaleros durante los años 90, cuando la represión contra su gremio era despadiada. Y las detenciones y torturas a las que fue sometido. De hecho, en 1989 estuvo a punto de morir producto de una golpiza propinada por los militares.

Hace tres años, a punto de entrar por segunda vez al Congreso, como el diputado que recibió la mayor votación en la historia boliviana, Evo recordó cómo en el sótano del edificio legislativo un ministro lo mantuvo preso tres días, sin saber qué hacer con él.

Chávez, Fidel, Maradona

En 1995, con una organización sólida en el Chapare y luego de cientos de bloqueos en defensa de su derecho a cultivar hojas de coca, Evo y sus hermanos fundaron el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, pero les fue negado el registro y se consiguieron la sigla del Movimiento al Socialismo (MAS), con ella, comenzaron los triunfos y creció su fama hasta salir de Bolivia.

Es memorable la anécdota de su primer encuentro con el presidente venezolano, Hugo Chávez. Estando en Caracas, en abril de 2003, Evo pensaba que su fama venía de haber sido el segundo en las elecciones de 2002, pero no... a una mesa redonda en la que participaba entonces, se apareció un sonriente Chávez para tomar nota puntual de todo lo que decía el cocalero.

Unas horas más tarde, al calor de unos vinos, se sellaría su amistad... y como en un son, Chávez le presentó a Fidel, y Fidel a Maradona, a quien en un tren argentino en noviembre pasado le pudo decir: "Yo hubiera querido jugar al futbol como tú". Diego Maradona retrucó la frase de Evo para decirle sonriente que él hubiera querido ser un líder como Evo.

Evo Morales, amigo de presidentes y esperanza de su pueblo, suele usar suéteres de lana todo el tiempo. Con ese atuendo, en poco más de un mes, el cocalero mayor deberá meter el gol más celebrado de su vida, al recibir la banda presidencial y comenzar a despachar en palacio. La coca lo ha llevado al poder.

 
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