De cruzados y posadas
Fallida que fue, estrepitosamente, la "guerra santa de las categorías", los defensores de la pureza vuelven a la carga con sus viejas armas. Del populismo y sus fantasmas pocos se acuerdan, y a menos conmueven cuando se les menciona, pero de la ley y su majestad, o del mercado que siempre vigila y castiga al impío, siempre hay postulantes. De la defensa de la razón pura en el derecho o la economía se pasará luego al embate sobre la personalidad del candidato indeseable, o a cuestionar su "pureza de sangre" como candidato de la izquierda.
El ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación vuelve a la carga y suena la alarma ante la cascada de desacatos que puede sobrevenir como resultado de una decisión de la Procuraduría General de la República de "archivar la persecución contra el candidato presidencial perredista" (Reforma, 16/12/05, p.1). Sin mencionar al innodable, "ni al asunto del que se trató, pero haciendo clara referencia al mismo" (ibid.), el jurista advirtió: "El Poder Judicial, como simple observador, siguió los pasos que se dieron...
"Ante el resultado que se produjo, debe verse con inquietud el futuro, pues se corren los riesgos, en el peor de los casos, de que se multipliquen las violaciones a la suspensión y, lo más grave, que se incurra en inejecuciones de sentencias, todo ello de manera impune."
Como regalo prenavideño, Azuela ofrece a la vez una reflexión prudente propia de una doctrina jurídica de cuyo uso no ha hecho precisamente gala: "Las conductas adoptadas, siempre respetables para el Poder Judicial, pudieron sustentarse en el válido principio político de evitar males mayores y ello pareció derivarse de las opiniones de prestigiados juristas sobre las deficiencias técnicas de los preceptos aplicables, aunque contrarias a la jurisprudencia de la primera sala de este alto tribunal."
De árbitros y majestades habrá que acordarse el año que entra, pero la fragilidad del esquema arbitral con que el país cuenta resalta y angustia ante la insistente campaña que no respeta tregua alguna sobre las tormentas por venir: ni precisión ni referencias expresas a sus colegas y pares; sólo alusiones que quisieran matar pero acaban dejando la reforma judicial en mejores manos. Arbitros sin piso ni cuerdas de qué sostenerse, que en la menor oportunidad, aunque sea sólo virtualmente, quieren irse con el balón y hasta con el césped. Flaco legado de fin de año deja a la Suprema Corte su presidente.
El sancta sanctorum del mercado fue convocado desde otro supremo tribunal, ahora económico. Rumbo a París, José Angel Gurría, autoproclamado citoyen du monde y ahora secretario general electo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), hizo teoría política, advirtió que la gobernabilidad es el mayor desafío de América Latina y rechazó el maniqueísmo que habla de derechas y de izquierdas.
Luego de hacer acto de fe en las prioridades eternas del equilibrio macroeconómico, Gurría señaló sin embargo que "el equilibrio es un punto de partida, para poder lidiar con cuestiones de vital importancia: el medio ambiente y el desarrollo sostenible; el envejecimiento... los temas de competitividad o las migraciones" (El País, 12/12/05, p. 59).
Sobre la evolución política de la región, Gurría merodeó la contundencia: "Hay varias tendencias que se vislumbran claramente y que no dejan de preocupar. Una de ellas, el giro a la izquierda, puede tener como resultado una actitud de confrontación más que una gran preocupación por los temas sociales. No hay duda que la distribución del ingreso en América Latina es la más desigual del planeta, pero a veces parece que espantamos a la clientela. Y necesitamos la inversión extranjera."
Ya entrado en gastos y en la puerta del club de los ricos, el ex secretario de Hacienda del presidente Zedillo habló de México, y en un alcance a su autobiografía precoz consagró:
"... en México se consolidó la cultura de la estabilidad económica. Con Fox pasamos una sucesión política sin crisis y ahora lo haremos otra vez, gane quien gane. Hoy si un presidente o su ministro de Hacienda perdieran la brújula y presentaran un presupuesto con un déficit alto, el Congreso lo devolvería. Y si no lo vetarían los mercados. El mercado hace pedazos a cualquiera que se atreva a presentar una propuesta descabellada."
Pero no preocuparse. A pregunta expresa sobre su militancia en el PRI, Gurría responde: "He sido servidor público durante 33 años. Mis convicciones son cada vez más humildes, porque cada día estoy más dispuesto a que me demuestren que estoy equivocado. Las verdades absolutas no existen."
¿Descarta volver a la política mexicana?, inquirió El País. "Me hace mucha ilusión mi nuevo puesto. Voy a manejar una organización que tiene el mandato de generar un mejor proceso de globalización y para que la economía del mundo funcione mejor."
Más claro, ni los poemas pedagógicos de los consejeros del IFE. Feliz inicio de posadas. Falso amanecer, sin duda.