La segunda de Mendelssohn
La inclusión de la Segunda Sinfonía de Felix Mendelssohn como cierre de temporada de la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), hoy y mañana en el Centro Cultural Universitario, es un acierto mayúsculo. Se trata de una obra relegada en el olvido, una sinfonía que el público merece conocer y su programación se aparta de la obcecada tradición de la mayoría de las orquestas que no salen de las mismas obras para clausurar sus temporadas: Novena de Beethoven, Carmina Burana, Requiem de Verdi, Florencia en el Amazonas y párele de contar, pero no de cantar si recordamos los chistes que repite cada cierre de temporada Enrique Diemecke con la Sinfónica Nacional, cuando al terminar la ejecución (en el doble sentido del término) de la obra toma su imprescindible micrófono y pone al público a cantar para asestarles su frase de siempre: ''ahora podrán presumir: yo canté en Bellas Artes con la Sinfónica".
La temporada que concluye la OFUNAM se caracteriza por el balance entre las obras que el público prefiere (las que los clásicos denominan caballitos de batalla) con obras desconocidas cuya valía, contenido, reciedumbre, merecen ser conocidas por un público, el de la OFUNAM, que crece en número y en calidad. Un público de jóvenes mayoritariamente.
Además de la grabación de Claudio Abbado, la Segunda de Mendelssohn se consigue en disco con la Filarmónica de Berlín, en una grabación Deutsche Gramophon que realizó la mejor orquesta del planeta, cuando su titular era el divo Herbert von Karajan.