Editorial

Migración: el muro y las medidas restrictivas de EU

Anoche, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó los pormenores de la llamada "Ley de protección fronteriza, antiterrorismo y control de la inmigración ilegal", la cual ya ha arrojado resultados polémicos, dado su perfil policiaco, y reacciones en México, el principal afectado por esas medidas. El jueves el presidente Vicente Fox calificó de "oprobioso" y "vergonzante" el proyecto para la construcción de un muro doble en la frontera con México, en zonas estratégicas de California, Arizona, Nuevo México y Texas, palabras duras que a estas alturas no sirven de mucho, ante el rotundo fracaso del plan migratorio presentado a principios del sexenio. Y más cuando el mismo Fox rectificó y señaló ayer que el muro es "una señal" de confianza de que el próximo año se podrá lograr un acuerdo migratorio con Estados Unidos.

Sin duda, a pesar del optimsmo del Presidente, la construcción del muro y otra medidas aprobadas anteriormente por Washington constituyen un agravio contra México, pues deja de lado puntos vitales para el país, como la defensa de los derechos humanos de los migrantes, la situación de millones de mexicanos que ya viven en Estados Unidos y la búsqueda entre los dos países de mecanismos sensatos para controlar el flujo migatorio.

Si bien este viernes la Cámara de Representantes rechazó negarle la nacionalidad a los hijos de inmigrantes indocumentados, el plan de George W. Bush prevé más medidas restrictivas, como el reclutamiento de soldados y de fuerzas de seguridad para vigilar la frontera, lo que arrojará a los migrantes a viajar por zonas aún más peligrosas.

La contribución de los migrantes mexicanos a la economía estadunidense es muy importante. Cada año unos 400 mil connacionales buscan cruzar la frontera y actualmente se calcula que hay cerca de 11 millones de indocumentados en ese país, quienes hacen labores vitales en rubros como la agricultura y la industria, trabajo que no es reconocido por nadie y, por el contrario, pesa sobre ellos un estigma, gracias a informaciones falsas e inexactitudes.

Pero para los representantes de estados fronterizos ­tanto demócratas como republicanos­ la labor de los mexicanos allá es vital, tanto que han exhortado al Congreso a aprobar una medida más amplia que resuelva la situación de esos millones que ya viven y trabajan en Estados Unidos.

Y es que un acuerdo migratorio con reglas claras y regularización es fundamental para esos estados fronterizos. Y para México: hay que recordar que el monto de las remesas de los migrantes a sus familias ronda ya los 20 mil millones de dólares.

Por el contrario, como lo señala la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la construcción del muro en la frontera contraviene los intereses de los dos países. Para los migrantes significa mayores riesgos: durante 2005, de confirmarse la identidad de 127 cuerpos recientemente encontrados en distintas zonas de la frontera, la cifra de connacionales muertos en su intento por llegar a Estados Unidos se incrementaría de 324 a 451. Por otra parte, leyes más duras ­como lo prevé el plan de Bush­ pondrían en riesgo a los mexicanos que ya viven allá, y que ya sufren frecuentes violaciones a sus derechos humanos en el país vecino.

Ante el endurecimiento de las medidas de seguridad en la frontera, la Presidencia de la República aseguró que el gobierno seguirá presionando para una reforma migratoria global que expanda el programa de trabajadores temporales. Pero son sólo palabras, y con este gobierno, como se ha visto, a las palabras se las lleva el viento. Para solucionar este problema se necesita de la voluntad de las dos naciones para alcanzar un acuerdo que reconozca la dimensión socioeconómica del fenómeno. Y para que eso sea posible, el gobierno mexicano deberá emprender acciones firmes sobre el tema.