Usted está aquí: miércoles 14 de diciembre de 2005 Capital Vagoneros: pagamos cuotas a vigilantes para poder trabajar

Entre $10 y $20 les cuesta vender en el Metro, dicen

Vagoneros: pagamos cuotas a vigilantes para poder trabajar

LAURA GOMEZ FLORES

La falta de vigilancia en las instalaciones del Metro provocó que se incrementara el número de vagoneros y toreros, principalmente en la líneas 1, 2, 3 y 9, quienes ofrecen a los usuarios discos y videos piratas, artículos navideños, dulces y regalos de temporada "por la módica cantidad de 10 pesos".

Los policías auxiliares argumentan que no pueden intervenir, porque "nos corresponde vigilar los torniquetes y no podemos estar a la vez en andenes o pasillos; eso toca a los del traje gris", pero no sólo saludan a los comerciantes informales, sino les permiten pasar por la entrada "de cortesía" con su mercancía, dentro de mochilas o bolsas negras de polietileno.

Mientras, los elementos de seguridad interna se hacen "de la vista gorda y nos dejan trabajar porque les damos su dinero -de 10 a 20 pesos- según la merca y de quién se trate", comentaron vendedores, a quienes -dijeron- no les asusta que los lleven ante el juez cívico, porque "por menos de 30 lanas estás fuera y tus cosas están bien guardadas, nada se pierde".

La falta de oportunidades para incorporarse al mercado formal, por falta de estudios, ser menores de edad, madres solteras o haber "pisado el tambo por delitos menores", también propician que el número de vagoneros, cantantes y toreros haya aumentado en el Metro hasta llegar a más de dos mil, aunque la cifra exacta se desconoce.

Muchos, comenta un grupo de jóvenes que ofrecen películas "de estreno", han encontrado en esta actividad su principal sustento, y otros mientras encuentran un trabajo mejor, en el que no tengan que lidiar con "los uniformados de azul o gris, quienes se ponen perros cuando no le entramos con la cuota, sin importarles si ya nos persignamos o no".

Explican que existen varias agrupaciones en las 11 líneas del Metro, que han logrado "arreglos" con las autoridades para poder trabajar, pero tienen que vender "en la semiclandestinidad, porque nos conocen, nos compran y piden dinero, pero a la hora de exigir algún derecho no existimos, cuando nacimos junto con el gusano naranja".

 
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