Querétaro y la disputa por el espacio patrimonial
En diciembre de 1996 la zona de monumentos históricos de Santiago de Querétaro fue incluida en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO. Entre los principales argumentos que favorecieron esa determinación estuvieron la sorprendente homogeneidad, autenticidad y buena conservación del casco histórico de la ciudad, tomado como conjunto urbano, que constituye un ejemplo excepcional de la arquitectura, el arte y la vida urbana de una notable ciudad virreinal, cuyos valores y diversidad cultural se mantienen vigentes.
A partir de entonces, la actividad turística en Querétaro se ha incrementado aceleradamente, sobre todo en el centro histórico. Ello ha significado la apertura de nuevas opciones de empleo, inversión y desarrollo económico, pero también la aparición de nuevos problemas y amenazas que se articulan con la problemática de una ciudad que crece a una de las tasas más altas en el país, generando creciente demanda en todos los órdenes y ejerciendo considerable presión sobre su centro histórico, que presenta riesgosas complicaciones en lo que respecta al tránsito vehicular, la terciarización de los usos del suelo, la especulación inmobiliaria y la disputa por el aprovechamiento de la vía pública para fines particulares.
Agustín Escobar de algún modo se interesa por los problemas del centro histórico de Querétaro (La Jornada, 10 de diciembre). Señala que los espacios públicos de la zona monumental están siendo invadidos por bares y restaurantes que obstruyen el paso a los peatones. Así lo describe también Mariana Chávez, corresponsal de La Jornada, en su nota del 12 de diciembre: "algunos restaurantes ubicados en la zona de monumentos de la ciudad capital invadieron espacios en plazas, andadores y portales del centro histórico", situación que Escobar deplora en el citado escrito, y reconoce que "aunque al INAH le corresponde dictaminar sobre la colocación de barandales, macetones, sillas y otros muebles que obstaculizan el paso de la gente, los dueños de los restaurantes y negocios no tienen autorización para ello", y que "el INAH le está dando seguimiento a un procedimiento jurídico sobre el caso".
Entonces, señor Escobar, ¿de dónde saca usted que "el INAH ha dejado la ciudad a merced de las leyes del mercado"? No, señor Escobar, de ninguna manera puede discutirse así la problemática de la zona monumental de Querétaro, que con acierto usted y La Jornada han ayudado a poner en la mira de la opinión pública.
Es indudable que la revaloración patrimonial de nuestro centro histórico ha repercutido en la intensificación del uso y el abuso de sus espacios públicos: calles, andadores, plazas, jardines y portales. Fue así que en los años 1999-2000 intervenimos para aprobar un proyecto presentado por el ayuntamiento para ordenar a los vendedores ambulantes, que en ese entonces empezaban a proliferar en los andadores del centro. En ese momento participamos también en la elaboración de un reglamento para la colocación de mobiliario particular, anuncios y toldos en la vía pública, que últimamente han infringido algunos restauranteros del centro histórico. Por esa razón, el Centro INAH ha iniciado procedimientos administrativos para regularizar la situación de dichos establecimientos, discutiendo con el gobierno municipal los términos de un reglamento actualizado, para que se aplique, sin excepción, a todos los negocios que pretendan prestar servicios en la vía pública.
Hemos insistido con la autoridad municipal en que, si se tuvo la decisión y la voluntad política para ordenar a los vendedores ambulantes, hay que tenerlas también para regular a los restauranteros que atienden en la vía pública, que por su naturaleza debe mantenerse como un espacio abierto al paso de los transeúntes y al disfrute de la ciudadanía, sin distinción ni obstáculo de ninguna especie.
No nos negamos a que las cafeterías o restaurantes saquen a la plaza pública, portales o andadores, algunas sillas, mesas y sombrillas, que permitan a los paseantes un mejor disfrute de la ciudad, su paisaje y monumentos, como sucede en todas las ciudades históricas de México y del mundo. Pero nos opondremos siempre, haciendo uso de las facultades que nos otorga la ley, a que se privatice el espacio que es de todos y se alteren las características, contexto y paisaje urbano de una zona de monumentos históricos como la de Querétaro.
Esperamos ahora la colaboración de la autoridad municipal para hacer respetar las disposiciones federales y los reglamentos municipales relativos al uso, imagen y ordenamiento de la vía pública, tema que forma parte también del programa de manejo del centro histórico de Querétaro, que estamos discutiendo con el gobierno de la ciudad, con la participación de reconocidos especialistas del INAH.
Como escribió recientemente Julio Figueroa, destacado y valiente palabrero: "Es hermoso el Centro Histórico de Querétaro por la noche. Los turistas y los simples paseantes se van contentos. Hay mucho que defender. Contra los poderes establecidos (económicos, políticos y religiosos), el lugar donde vivimos (la ciudad, el estado, el país) es de todos". A defenderlo.
*Director del Centro INAH Querétaro